“Me siento en deuda con todas mis amistades, las que perduran y las que, por la razón que fuera, llegaron al final de su curso. Si la amistad es un aprendizaje, al menos en ese sentido se parece a la literatura”, escribe Hisham Matar, en el epílogo de Los amigos de mi vida, la novela editado por Salamadra con traducción de Eugenia Vázquez Nacarino. Es muy bello ese paralelismo que establece el autor libio entre la literatura y la amistad, algo que está en el centro de su novela, como también lo está el amor (llama a su mujer en ese mismo texto final “la compañera de mi corazón”) y Londres como lugar de acogida de exiliados libios (el autor dice del libro que “está tan en deuda con Londres como lo estoy yo”).
Es un libro extraordinario que habla sobre cuestiones universales como la amistad o el paso del tiempo, pero también permite al lector poco conocedor de la realidad libia saber más sobre la historia reciente de este país y sobre la experiencia del exilio, siempre compleja, dolorosa y llena de matices y particularidades con cada persona que la vive. Es decir, el libro concentra a la vez dos de las grandes virtudes de la literatura: pone palabras a realidades que sentimos cercanas, a cuestiones universales que a todos apelan (familia, amistad, madurez) y, a la vez, permiten aprender y ponerse en la piel de otro, vivir realidades que no nos han tocado, como la del exilio. Y todo ello con un estilo magistral. La novela está narrada realmente en una sola noche, en la que el narrador se despide de un buen amigo, tal vez para siempre, y se pone a recordar momentos decisivos de su pasado.
El narrador de la obra es Khaled, un libio que salió de su país a estudiar en el Reino Unido y que terminó quedándose en Londres para siempre. Allí conoce a esos dos grandes amigos de su vida a los que alude el título, Mustafá, a quien conoce en la universidad y con quien vive el momento más traumático y decisivo de su vida, y Husam, a quien conoce antes que en persona por sus cuentos, que lo cautivan, en especial uno de ellos que escucha por la radio. Es un grupo de amigos que a lo largo de los años, con el exilio como punto en común, comparten “discusiones que, tal vez como todas, ocultaban desavenencias más profundas”. Cada uno con sus heridas, sus anhelos y sus ilusiones a cuestas.
Para quienes no tenemos un conocimiento profundo de la situación de Libia en los últimos años, más allá, claro, de la imagen de Gadafi como el dictador bochornosamente halagado por Occidente durante décadas y de su brutal caída en la primavera árabe, el libro también resulta muy didáctico. Se relatan las tácticas represivas del gobierno de Gadafi, que fue, según se cuenta, “uno de los pioneros en lo que se dio en llamar el asesinato de la palabra, la diabólica campaña en la que se embarcaron varios regímenes árabes en la década de 1970”.
Así, circulan por el libro sucesos reales como el asesinato en Londres de Mohammed Mustafá Ramadán, periodista libio de la BBC, o, sobre todo, los disparos contra manifestantes en la embajada libia en Londres en 1984 que provocaron la muerte de una joven policía, Yvonne Fletcher, y que causaron heridas a once manifestantes. Unos hechos centrales en la novela ante los que, por cierto, el gobierno de Thatcher, tan dura con los débiles, tuvo un papel indigno, ya que cedió ante el régimen criminal de Gadafi y dejó que los responsables huyeran a su país.
La historia de Libia y su evolución políticos, la añoranza de la tierra natal, las relaciones con la familia, el compromiso político, la dura vivencia del exilio, los debates sobre la legitimidad de la violencia contra las dictaduras, el papel de la cultura en nuestras vidas… Son muchos los temas que se abordan en esta novela. Desde luego, también el amor, del que cabe esperar, como le leemos a un personaje del libro recitando un poema, que el ser amado nos vea cuando nosotros no podamos vernos. Pero, por encima de cualquier otra cosa, el tema central de esta obra magnífica y vibrante es la amistad, de la que leemos en el libro “que, como todas las afinidades electivas, nunca puede describirse del todo”. Hay novelas que, desde luego, lo consiguen, o se quedan extraordinariamente cerca de ello. Los amigos de mi vida está entre ellas.
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