Deslumbrante Concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena

Un año más, la Orquesta Filarmónica de Viena nos ha regalado esta mañana el más armonioso, delicado y gozoso comienzo de año posible. De nuevo con Riccardo Muti al frente, y ya es su séptima vez, el Concierto de Año Nuevo ha vuelto a deslumbrar al privilegiado público en la sala dorada del Musikverein de Viena y, gracias a la televisión, a los millones de espectadores en todo el mundo que no concebimos estrenar un nuevo año sin la compañía de los valses y las polkas. 

El concierto ha sido como siempre y como nunca; tradicional, mucho, pero también en cierta forma innovador. Siempre igual, pero también siempre un poco distinto. Como ocurre con todas las tradiciones y los ritos que regulan el paso del tiempo, conviene que cada año sea lo suficientemente parecido a los anteriores como para sentirnos en casa, en lugar seguro, pero también que añada alguna novedad chiquita en el programa, en el documental del intermedio o en las obras que van acompañadas de danza, para también sorprender y renovarse un poco. Este año el concierto celebraba su edición número 85 y en todos estos años se han mantenido sus más esenciales tradiciones, pero es bueno que haya cambios, por ejemplo, que por primera vez se haya interpretado una composición de una mujer. Ya era hora. Es mucho lo que queda por avanzar en la presencia del talento femenino en la filarmónica más famosa del mundo, pero es de celebrar que vaya dando pasos adelante. 

La novena pieza del concierto de hoy ha despertado una lógica expectación especial. Se trataba del Ferdinandus Waltz de Constance Geiger. Eran las 12:41 cuando empezó a interpretarla la Filarmónica de Viena. 12:41 del 1 de enero de 2025, un momento histórico. Que después de más de ocho décadas se interprete por primera vez una composición de una mujer es noticia, sencillamente porque nunca antes se había hecho. No debería ser noticia, claro, pero lo es por la clamorosa ausencia femenina en este concierto año tras año desde sus orígenes. 

Gracias a su inclusión en el concierto de hoy hemos podido conocer la historia de Constance Geiger, nacida en Viena en 1835, que además de compositora fue pianista, actriz y cantante. Está enterrada en el cementerio de Montmartre de París. Fue una niña prodigio y con seis años debutó como concertista de piano. Compuso la obra musical que se incluyó en el concierto e hizo historia con 12 años. Tras casarse con el príncipe Leopoldo de Sajonia-Coburgo y Gotha se retiró de los escenarios.

Su historia es también interesante porque nos recuerda el eterno debate sobre quién y cómo decide el canon en cualquier campo artístico, cuántas creadoras habrán caído en el olvido, cuántas composiciones se habrán perdido con el paso de los años. Es una cuestión fascinante y, más allá de la justa mayor representación femenina, creo que es estupendo que se trabaje para rescatar composiciones pasadas que nadie recuerda desde hace siglos, pero que tienen la capacidad de seguir emocionando y removiendo hoy en día. Porque el mundo y el ser humano se han transformado mucho a lo largo de todo este tiempo, pero se mantienen intactos el efecto que causa la buena música y las emociones que despierta.  

Por cierto, la tele, a pesar de todo, a veces nos permite disfrutar de espectáculos tan bellos y delicados como este concierto de Año Nuevo, y las redes sociales, en medio de tanto ruido y odio, también nos descubre a veces contenidos de calidad. Por ejemplo, este magnífico mapa de compositoras de todo el mundo. 

La presencia femenina en la Filarmónica de Viena sigue siendo reducida, debido a los procedimientos de ingreso en la orquesta, que sólo permite dar entrada a nuevos músicos tras jubilaciones. Por supuesto, la entrada de nuevos componentes de la orquesta debe responder exclusivamente a sus méritos y calidad, pero sucede el punto de partida es extraordinariamente desigual, como sucede en muchas otras instituciones culturales, y no sólo culturales, claro. El avance es muy lento. En lo relativo a la dirección, de nuevo, nos topamos la tradición. La Filarmónica vienesa sólo encargan la dirección del concierto a directores con los que llevan años trabajando, por lo que no es esperable que en el corto plazo haya una mujer directora al frente del concierto más famoso del mundo. 

Bienvenido sea, en todo caso, que la orquesta más famosa del mundo vaya dando pasos adelante. Este año también ha sido dirigido por una mujer el documental emitido en el descanso, que ha sido muy, muy original. 2025: una odisea de Strauss, filmado por Barbara Weissenbeck, ha conmemorado el bicentenario de Johann Strauss hijo haciendo un guiño a la secuencia del vals Junto al hermoso Danubio azul de 2001: una odisea en el espacio, la clásica  película de ciencia ficción de Stanley Kubrick. En el documental, con el Danubio Azul y otras piezas clásicas de fondo, vemos una nave espacial con un único tripulante a bordo que se dirigía a la Tierra, y que resulta que es Thomas Strauss, sobrino tataranieto de Johann Strauss hijo. Muy innovador. También con una genial combinación de tradición y modernidad, con imágenes de la Viena de hace dos siglos seguidas de escenas en las que vemos a parte de la orquesta interpretando distintas piezas en varios escenarios de la ciudad, y otras en el espacio, con esa nave pilotada por el familiar de los Strauss, los grandes protagonistas cada año de este recital. 

Por cierto, además del documental y de esa primera composición de una autora en la historia de este concierto, también han tenido autoría femenina las coreografías de las dos piezas que ha acompañado el ballet nacional de Viena, ambas creadas por Cathy Marston, prestigiosa coreógrafa británica que ha trabajado para compañías de danza de todo el mundo como The Royal Ballet el San Francisco Ballet. Han sido dos de los más bellos momentos del concierto para los que lo seguimos por televisión. 

Por lo demás, el programa de este año del concierto ha incluido muchas menos novedades que los últimos años, ha sido más clásico. De nuevo, tradición y modernidad. Lo bueno es que los clásicos nunca pasan de moda. No lo hacen, desde luego, los preciosos valses y las enérgicas polkas que suelen sonar cada año el 1 de enero en Viena.  

Antes del documental se interpretaron cinco piezas, empezando con la Marcha de la libertad, de Johann Strauss padre, muy vibrante e intensa, un buen modo de empezar. Después llegó el vals Golondrinas de un pueblo de Austria, de Josef Strauss, con un muy delicado comienzo, que evoca el campo y la naturaleza, seguido de tramos de explosión primaveral, incluidos los cantos de las golondrinas, y otros algo más otoñales. Las dos siguientes piezas fueron de Johann Strauss hijo: la Polka de los hombres de la demolición, dedicado a los obreros que trabajaban en las obras para construir la nueva Viena, y el Vals de la laguna, inspirado en Venecia. Con la polka rápida Aireado y permutado, de Eduard Strauss, que contagia la alegría vital, se puso punto final a la primera parte. 

La segunda abrió con la bellísima obertura de la opereta El barón gitano, de Johann Strauss hijo. Le siguió el precioso vals Aceleraciones, de Johann Strauss hijo, la primera pieza acompañada por el ballet nacional de Viena con una maravillosa coreografía que, por seguir con el hilo conductor del concierto de este año, combinó también tradición y modernidad, pasos clásicos y guiños a estéticas y pasos más atrevidos. 

Tras la Marcha de La muchacha de las violetas de Josef Hellmesberger hijo y la citada pieza de Constanze Geiger fue el turno de la divertida una cosa o la otra, una polka rápida, de Johann Strauss, que además también contó con el acompañamiento del Ballet Nacional de Viena. En ella participó el español Andrés García Torres. Fue una coreografía muy original, con un vagón de tren antiguo detrás en el Museo de la Técnica de Viena.

Con Transacciones, de Josef Strauss, se conmemoró el aniversario de la adhesión austriaca a la Unión Europea, antes de que se interprete tan tres composiciones seguidas de Johann Strauss hijo: la Polka de Ana, que dedicó a sus madre; la polka rápida Tritsch-Tratsch, divertidísima, que fue una respuesta a la prensa de cotilleos de la época, y el vals Vino, mujeres y canto, que, tras un comienzo pausado y muy sereno, suena tan festivo y celebratorio como anticipa su título. 

Después llegaron las propinas, las dos últimas, por supuesto, manteniendo la tradición, las de siempre, el vals En el bello Danubio Azul y la Marcha Radetzky. Mutti deseó feliz año y pidió paz, fraternidad y amor. 

Lo que tampoco cambia de año en año, afortunadamente, es la excelencia de la realización de la televisión pública austriaca. Es una retransmisión siempre exquisita, que se recrea en cada detalle, con primeros planos de la decoración floral, de las comunas de la sala, de los músicos de la orquesta, concentrados y felices, sonrientes a menudo, gozando de la belleza que están creando junto a sus compañeros. belleza apabullante, sala dorada, flores, belleza, armonía. 

Riccardo Muti, octogenario de admirable vitalidad, ha disfrutado en su séptima participación en este concierto. Se nota también la confianza con los músicos de la Filarmónica vienesa, a la que ha dirigido en más de 500 conciertos a lo largo de más de medio siglo. Hoy se lo ha visto disfrutón, enérgico y también sobrio. 

Precisamente un concierto dirigido por Muti se estrenó como comentarista del concierto en RTVE Martín Llade, locutor de Radio Clásica que transmite siempre con sus comentarios irónicos una contagiosa pasión por la música. Un año más ha estado impecable, con una combinación nada sencilla de erudición, didactismo y sentido del humor. 

Ahora que toca hacer propósitos para el nuevo año, no estaría mal proponernos abrazar más la serenidad, alegría, belleza y armonía que exhibe cada uno de enero este concierto, frente al ruido, la división y el odio de ahí fuera. La cultura, ya se sabe, acude siempre al rescate. Si no como salvadora, porque tampoco se le pueden pedir milagros tal y como está el mundo, al menos, sí como refugio inigualable. Y así seguirá siendo sin duda en este 2025 que ha empezado, en lo musical, tan bien como cada año. 

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