Celeste


A estas alturas, no es sencillo que una serie logre sorprender con una temática y un enfoque verdaderamente novedosos. Celeste, la serie de Diego San José y Elena Trapé que Movistar estrenó hace unas semanas, lo consigue. Porque no se recuerda una serie centrada en una investigación tributaria. Si el punto de partida es ya de por sí original, lo es aún más la forma de contar la historia, centrada en una inspectora de Hacienda al borde de la jubilación

La serie, en efecto, consigue que la en apariencia gris inspectora de Hacienda resulte fascinante y que la imponente cantante resulte anodina, o casi. Nos interesa, sobre todo, esa mujer madura que se quedó viuda hace años, cuya vida es monótona, más bien tristona, y a la que encargan el día antes de jubilarse que se haga cargo de una última inspección. Tiene que demostrar que Celeste, una cantante mexicana muy famosa y exitosa claramente inspirada en Shakira, vivió más de 184 días en España el año anterior, lo que le obligaría a haber tributado en nuestro país. 

A la serie se la ha bautizado como thriller tributario. Y, más allá del componente marketiniano del término, parece bastante acertado. Es una serie muy original, un relato híbrido. Porque es, en efecto, un thriller sin serlo realmente, policial sin que haya policías, comedia sin tener gags ni chistes, costumbrista pero sin afán específico de quedarse sólo ahí, y hasta política, porque hay bastante política en el tema de fondo abordado en la serie. Porque se habla de la importancia de pagar impuestos, de cómo a veces se admira a personas que no contribuyen como corresponde a la Hacienda pública, lo que no daña su imagen.

La serie, cuyos seis capítulos se pasan volando, es magnífica. Tras acercarse a la política con la hilarante Venga Juan, el que fue guionista de, entre otros trabajos, la mítica serie Vaya semanita, las películas Ocho apellidos vascos, Pagafantas o El pregón, Diego San José pone aquí su talento al servicio de una historia muy original, con un enfoque inédito en la ficción española, y con la inteligencia y la chispa habituales de todos sus trabajos

Al igual que todos esos anteriores trabajos, Celeste retrata muy bien España. No es de esas series sin personalidad ni identidad que bien podrían contar una historia que sucede en cualquier ciudad europea, ni mucho menos de las que deliberadamente busca parecer de otro país, para tener un aire más chic. Aquí manda lo cañí, lo patrio, y se le saca mucho partido. Los bares de patatas bravas, los salones de baile de personas de cierta edad para conocer gente, las grises oficinas de Hacienda, las revistas de cotilleos en las peluquerías… La serie no sólo no reniega de sus orígenes, sino que los realza y exprime de ellos todo el jugo. Porque, además, sólo se llega a lo universal desde un lugar propio. 

Así que este thriller tributario cañí aborda un tema pocas veces tratado en la ficción española (o casi diría que ninguna). Y además sorprende y acierta en el tono y en la forma de contar la historia, con un muy inteligente guión, que redondea la siempre impecable interpretación de Carmen Machi, perfecta en cada papel que defiende. La acompañan, entre otros, un gran Manolo Solo en el papel de un paparrazo, Andrea Bayardo en el papel de la cantante, Clara Sans como la ayudante de la protagonista en Hacienda y Marc Soler como un joven fan, muy fan, de Celeste, que termina siendo uno de los papeles clave de la serie. 

Celeste es, en fin, una nueva genialidad de Diego San José, que junto a Elena Trapé han inventado hasta un nuevo género, el del thriller tributario. Una serie que, de paso, habla de la importancia de los impuestos, ese hecho objetivo que tan mala prensa parece tener y que de un modo tan demagógico e irresponsable se niega demasiado a menudo. 


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