La vegetariana


Si algún sentido tienen los premios literarios, teniendo claro que es absurdo poner a competir unas obras con otras, ése es el de conocer a nuevas voces, permitir que los lectores lleguen a libros y firmas que hasta ese momento desconocían. Ocurre con frecuencia, desde luego, con el Premio Nobel. Cuando no conocemos a la persona que gana el galardón, hay dos opciones: asumir que, dado que no la conocemos, no será para tanto, o incluso ridiculizarla, que es una postura increíblemente extendida de un tiempo a esta parte, o sentir curiosidad, leer sobre quién ha ganado el premio y su obra, preguntar a quienes sí la han leído qué se puede esperar de ella y, potencialmente, acercarse a ella. Muchos de los lectores de Han Kang, ganadora del Nobel de Literatura este año, recomiendan La vegetariana como la mejor obra para empezar a leer a la aurora surcoreana y muchos les hemos hecho caso.   

El libro, editado por Random House con traducción de Sunme Yoon, es un relato perturbador que comienza con una imagen poderosa, la de una mujer, Yeonghye, que de pronto decide dejar de comer carne tras tener unas horribles pesadillas. Hasta ese momento, la protagonista de la novela había sido la esposa ideal desde una mirada patriarcal, es decir, una mujer sumisa entregada al cuidado de su marido. Pero entonces cambia. Y con esa decisión, aparentemente menor, todo se transforma en su vida. 

La carne simboliza aquí muchas otras cosas. Por cierto, no he podido evitar acordarme de la excelente serie Querer, de Alauda Ruiz de Azúa, que también trata sobre una mujer que se planta ante una situación de acoso y opresión, y en la que hay una escena en la que la protagonista cocina un filete de carne para su marido en un momento en el que tiene previsto abandonar la casa. Hay no pocos paralelismos entre ambas historias. El mejor de ellos, su calidad.

La novela de Han Kang, muy dura, está dividida en tres capítulos, cada uno de ellas con una voz narrativa. En el primero, quien habla es el marido de la protagonista, horrorizado porque cree que su mujer se está volviendo loca. En el segundo capítulo, narrado en tercera persona, el foco se centra en el cuñado de Yeonghye, mientras que en el último, tal vez el más redondo, quizá también el más duro, la historia se cuenta desde la perspectiva de la hermana de la protagonista. 

De pronto, tuvo la sensación de que nunca había vivido y se sintió sorprendida. Era cierto. No había vivido realmente. Desde que tenía uso de razón, no había hecho otra cosa que aguantar”, leemos en un pasaje de ese capítulo final que resume en buena medida la esencia de la novela. Porque, en efecto, se narra la historia de una mujer oprimida, que no puede tomar sus propias decisiones, que tiene todo en contra cuando sencillamente decide cambiar, cuando actúa de un modo distinto al que se espera de ella. 

La vegetariana es una historia sobre violencia y el patriarcado, sobre aquello que llamamos cordura y lo que consideramos locura, sobre la tendencia a afrontar malestares sólo medicándolos sin ir más allá, y también, como se lee en un momento del libro, sobre cómo hay tantas y tantas personas unidas a la vida diaria sólo por un fino hilo siempre a punto de romperse. También sobre la pregunta inevitable de qué habría pasado con nuestra vida o con la de gente que queremos si hubiéramos actuado de un modo distinto en un momento del pasado. Es un libro duro y muy contundente, que golpea con fuerza las convenciones. Un libro que muchos hemos descubierto gracias al Nobel y que nos hace querer seguir leyendo a Han Kang,  


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