Gracias, Rafa

 

Rafa Nadal anunció el jueves que se retirará después de la final de la Copa David en noviembre. Que con 38 años siga siendo para todos Rafa dice mucho de la admiración despertada por el tenista y de cómo, en cierta forma, su carrera forma parte de nuestras vidas. Porque Nadal siempre ha estado ahí. Porque sus finales, sus victorias, sus regresos triunfales tras sus innumerables lesiones, su admirable ejemplo, su extraordinaria fortaleza mental, nos han acompañado durante muchos años. 

Nadal es posiblemente el mejor deportista español de todos los tiempos por su palmarés, claro, que es impresionante, de otro planeta, pero también por algo más. Los grandes campeones no lo son sólo, ni siquiera especialmente, por su palmarés. Claro que Nadal es legendario por sus 22 Grand Slam, sus 92 títulos ATP, sus oro olímpicos en 2008 y en 2016 y sus cinco Copa Davis. Naturalmente que semejante sucesión de triunfos a lo largo de más de una veintena de años habla por sí solo de su grandeza. Pero en Nadal siempre hubo más, mucho más. 

Nadal, izquierda poderosa, tenista talentoso, siempre destacó, sobre todo, por su fortaleza mental. En eso siempre fue único. Cuántos partidos parecían perdidos, pero él los remontó, para desesperación de sus rivales. Aquellas lágrimas de Roger Federer, su más noble y gran rival, cuando dijo aquello de “me está matando”, en la final del Abierto de Australia en 2009. Nadal siempre fue el más fuerte mentalmente, con él jamás se podía dar ni una bola por perdida. Y es eso, mucho más intangible e importante que un palmarés, lo que siempre admiramos de Nadal. Eso y también su exquisita educación dentro y fuera de la pista. Y, por supuesto, su capacidad de volver una y una vez. 

Ha habido quien ha sido muy mezquino con Nadal en sus años finales. Si alguien se ha ganado elegir cómo, cuándo y dónde se retira ése es Nadal. Por alguna razón hay quien se la tenía jurada desde hacía tiempo y aprovechó sus meses finales para atacarlo sin pudor y sin memoria alguna de toda su grandeza. Lo cierto es que fuimos muchos más los que vibramos con él hasta el final, incluidos sus partidos de dobles con Carlos Alcaraz en los Juegos de París hace unos meses. Nadal puede caer mejor o peor y cada cual es libre de tener su opinión sobre él, sólo faltaba, pero uno no puede dejar de lamentar que los odiadores hayan brotado en el momento culminante de su carrera de un modo tal obsceno. 

Nadal, por supuesto, no es perfecto. Muchos no entendimos y seguimos sin entender su acuerdo millonario con Arabia Saudí, un país que viola de forma flagrante los Derechos Humanos. Ahí nos decepcionó a muchos. Sin dudas. Sin paliativos. Pero, sin justificar hacer tratos con regímenes dictatoriales, es mucho lo que Nadal nos ha hecho disfrutar. 

Ahora que se retira, recordar la carrera de Nadal es un poco también recordar nuestra vida estos últimos veinte años. Rafa Nadal aparece en 86 entradas en este blog. Es muy posible que sea el nombre propio más mencionado aquí. Y, año a año, se me iban terminando los adjetivos para describir sus hazañas. En 2019 tras ganar su duodécimo Roland Garros titulaba Legendario Nadal; un año después, en octubre de 2020, Eterno Nadal. Mucho antes, en 2011, con su sexto trofeo parisino, el titular fue Magistral Nadal. 

Cuando en 2009 ganó su primer Abierto de Australia, el 1 de febrero de ese año, lo retransmití en directo en OMC Radio, la radio comunitaria de Villaverde, de la que guardo un gran recuerdo y en la que entonces hacía un programa, Revista de actualidad, con el que disfruté muchísimo. No era de deportes, pero Nadal era Nadal. Recuerdo aquella final como si fuera hoy. Fue un día en en que nevó en Madrid y en el que llamaba balón a la pelota de tenis más veces de las debidas. 

Un año antes, en 2008, también retransmití en OMC Radio la final de la Copa Davis, en la que no pudo participar Nadal. Es la entrada más antigua en la que mencionó  al tenista balear en el blog, que nació en abril de ese mismo año. Por Nadal hasta hice un minuto a minuto en el blog, algo que solo hice, muy al principio de esta aventura, con alguna carrera ciclista, antes de crear mi blog de ciclismo. De hecho, Nadal, junto a los Juegos Olímpicos, era últimamente el único contenido deportivo que quedaba en este blog. A todos nos emocionó hace unos meses verlo como protagonista de la ceremonia de inauguración de París 2024. 

Nadal siempre estuvo ahí. Aquella tarde de playa en la que una histórica final de Wimbledon con Federer nos acompañó desde la comida a la cena. Esa otra final de Roland Garros que escuché por la radio en el bus volviendo de un feliz finde en familia en Cuenca. La sensación, en 2020, de que en medio de un mundo en el que todo se tambaleaba, había algo que no cambiaba, la garra y las victorias de Nadal. Sus duelos con Djokovic. Las fiestas de cumpleaños con amigos interrumpidas de cuando en cuando para consultar cómo iba el partido en la tele o el móvil. Nadal, con sus más de veinte años de admirable carrera, ha estado siempre ahí y ha formado parte de nuestras vidas. Por eso lo seguimos llamado Rafa y lo sentimos tan cercano. Gracias por todo, Rafa. 

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