Galgos

 

Por su temática y por su fecha de estreno, Galgos ha sido comparada con Succession desde antes incluso de que se pudiera ver la nueva serie de Movistar. Es una comparación lógica, pero algo injusta y que no le hace ningún bien a Galgos, como no se lo haría a ninguna otra serie. Es una comparación un tanto injusta porque Succession no fue la primera serie de la historia sobre dramas familiares de ricos que se apuñalan por la espalda en cuanto se descuidan, es como si cada nueva comedia romántica se comparara con la anterior; y también porque Sucession es una de las mejores series de los últimos tiempos, por lo que compararse con ella no es demasiado justo para esta nueva producción. 


Creo que es inevitable hacer comparaciones, pero que es necesario olvidarnos de Succession para valorar a Galgos como merece. Es una serie con muchos parecidos, claro que sí, incluso en el rótulo inicial con el título de la serie o en algunos planos muy similares a los que aparecen en aquella producción, pero también es una serie con encanto y carisma propios. En una historia de amor siempre hay alguien que se enamora, enredos, dudas, líos de todo tipo. Todo está inventado, no pasa nada. Lo importante es contar una buena historia y contarla bien. Creo que Galgos lo consigue en sus seis capítulos que saben a poco y dejan la puerta abierta de par en par a una segunda tanda de episodios. 


La serie, creada por Félix Viscarret y Nely Reguera  y escrita por Francisco Kosterlitz, Clara Roquet, Lucía Carballal y Pablo Remón (mucho talento en ese elenco de guionistas), sigue la historia de una familia que es dueña de un emporio de alimentación que produce galletas, cereales y demás productos azucarados. Es una empresa familiar de rancio abolengo pero en horas bajas, en parte por los cambios en los hábitos de consumo, en parte por una nueva ley del azúcar que podría dañar su principal línea de negocio. La trama central de la serie sigue las intrigas en esa compañía familiar, para intentar presionar a los gobernantes, cambiar de rumbo y, de paso, claro, alimentar cada cual sus egos


El reparto de la serie es de primer nivel y los personajes están en su mayoría muy bien construidos. Adriana Ozores, impecable, da vida a Carmina, que es la matriarca del clan y que pasó muchos años en segunda fila en la empresa, como presidenta de su fundación, pero que es hija del creador de la compañía y tiene mucho que decir en su gestión. A su lado está Gonzalo (Óscar Martínez), que lleva décadas trabajando en la empresa y que es un hombre hecho a sí mismo, inmigrante, de clase baja. Luego están sus hijos: Blanca (Patricia López Arnáiz), que es la más adicta al trabajo de todos y cuyo marido (interpretado por Francesco Carril se encarga de cuidar de sus hijos; Guzmán (Marcel Borràs), que vive en Bruselas y coquetea con una carrera política; Jimena (María Pedraza), ajena a la empresa familiar, un tanto inestable y que prepara su boda, y Julián (Jorge Usón), que es un hijo de una relación anterior de Gonzalo.  Otros dos personajes importantes en la serie son Emilio (Luis Bermejo), que es hermano de Carmina y también accionista de la empresa, y Benito (Antonio Dechent), suegro de Blanca, tipo millonario y un tanto indeseable. 


La serie muestra muy buen ritmo narrativo, sabe jugar muy bien sus cartas, recrea con acierto ese entorno de la clásica familia adinerada con influencias y ambiciones. Los tejemanejes en la empresa se entremezclan con los temores, secretos, problemas, deseos y dudas personales de los protagonistas. Hay roces familiares, predilecciones de unos hijos frente a otros, desencuentros, heridas, traumas soterrados o no tanto… Galgos, en fin, es una muy buena serie que ofrece exactamente lo que se espera de ella y que, más allá de la injusta e inevitable comparación con Succession, funciona a la perfección. 

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