Deja de decir mentiras

 

Fue Juan Rulfo quien dijo que la literatura es una mentira que dice la verdad. Imposible no recordar esa cita al ver Deja de decir mentiras, la película de Olivier Peyon basada en la novela homónima de Philippe Besson. El filme, que puede verse en Filmin, también evoca inevitablemente el poema On n’est pas sérieux quand on a 17 ans, de Arthur Rimbaud, que ya inspiró Cuando tienes 17 años, de André Téchine, una película en parte similar a esta.


Vienen a cuento todas estas referencias literarias porque la película es muy literaria. Por el hecho obvio de que es la adaptación al cine de una novela y también porque su protagonista, al que da vida Guillaume de Tonquedec, es escritor y reflexiona a lo largo del filme sobre lo que sus libros tienen de verdad y de mentira, de real y de inventado. El título de la obra responde a lo que, de niño, le decía la madre al protagonista cuando se inventaba la vida de la gente con la que se encontraba por la calle: "deja de decir mentiras", a lo que él replica que "contar historias no es mentir, ¿no?". 

El protagonista acude 35 años después a la ciudad en la que nació y pasó su adolescencia, con la excusa de ser el padrino del bicentenario de una marca de coñac. Nunca antes había regresado, no se sentía capaz de ello, por una historia de su pasado, su primer amor, la primera vez de casi todo, justo cuando tenía 17 años, esa edad en la que, a lo Rimbaud, nadie es serio cuando hay tilos verdes en el paseo. 

El escritor se encuentra con un joven que le recuerda enormemente a ese primer amor. Resulta ser su hijo, al que da vida, por cierto, Victor Belmondo, el nieto del mítico Jean Paul Belmondo. La película intercalará entonces dos tiempos, el presente narrativo, en el que el escritor y el hijo de quien fue su gran amor se van conociendo y callan, preguntan, mienten, inventan e indagan, y el tiempo pasado, en 1984, en el que esa historia de amor topó con los prejuicios de la época y con la homofobia interiorizada. 

Sin ser perfecta, la película es realmente emotiva y sensible. Habla del peso del pasado en nuestras vidas, de la nostalgia, que uno de los protagonistas detesta y que otro sí aprecia porque "en ningún caso podemos escapar de nuestro pasado". Se reflexiona sobre lo difícil que es distinto, en especial en una ciudad pequeña. Sobre cómo la literatura da forma a nuestras vidas y cómo las palabras pueden salvarnos, o al menos reconfortarnos. Sobre cómo "detrás de cada mentira que contamos hay una parte de verdad". Una mentira que cuenta la verdad, sí. Una tierna, triste y entrañable película. 

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