Reality

 

Nunca he creído del todo eso de que la realidad supera a la ficción. En parte, porque lo que hace a menudo la realidad es imitar a la ficción. También, claro, porque a veces no resulta tan sencillo determinar qué es ficción y qué realidad, ya que eso que llamamos realidad no es necesariamente menos ficción que lo que leemos en una novela o vemos en una película. Todo relato, incluso el que se ciñe escrupulosamente a hechos reales, es ficción. Lo son nuestros recuerdos, lo es nuestra forma de actuar distinta en función de cada entorno. El caso es que eso que llamamos realidad puede ser una excelente fuente de historias para eso que llamamos ficción y Reality, la película de Tina Satter que Filmin estrenó en España hace unas semanas, es un perfecto ejemplo de ello
Reality, cuyo nombre se refiere al de la protagonista de la historia y no a la realidad, aunque sin duda juega a ese doble sentido, es algo más que una película basada en hechos reales, ya que todos los diálogos del filme están tomados de la transcripción del FBI de un interrogatorio real. En la línea de lo que hizo la obra de teatro Jauría, sobre la manada, cuyos diálogos también estaban tomados directamente de transcripciones del juicio, o la obra Ruz-Bárcenas, que recreaba diálogos del juicio a Luis Bárcenas, todo lo que escuchamos en la película se dijo de verdad en esos precisos términos en el caso real que se cuenta en esta película

El sábado 3 de junio de 2017 Reality Winner, una experta de inteligencia de Estados Unidos de 25 años, recibe en su casa la inesperada visita de dos agentes del FBI con una orden de registro. Al poco llegarán muchos más agentes. Allí mismo es interrogada sobre los indicios de que filtró un informe oficial relativo a la injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales estadounidenses en las que Trump llegó a la Casa Blanca. 

Lo que ocurre a partir de ese momento es la recreación literal del registro y el interrogatorio, registrado con una grabadora por uno de los agentes. Los silencios incómodos, las atenciones, las conversaciones banales, el comienzo del interrogatorio, los cambios en el estado anímico de la protagonista... Todo con una precisión milimétrica. Para conferir aún más sensación de autenticidad a esta recreación, a ratos se ve en pantalla la transcripción por escrito de la grabación y también hay silencios y efectos visuales para ocultar las palabras y los pasajes secretos que están censurados en el informe, por las menciones que hace a cuestiones de seguridad nacional, y que aparecen con tachones en negro en la transcripción por escrito. 

Lo más llamativo y original de la película es su estructura narrativa. Lo más valioso, sin duda, la descomunal interpretación de Sydney Sweeny. Es impresionante, una auténtica lección interpretativa. Ella da vida a la joven protagonista mientras que unos solventes Josh Hamilton y Marchánt Davis interpretan a los agentes del FBI que la interrogan. Impacta saber que asistimos a una historia real y conocer, ya en los créditos finales, que Reality Winner fue condenada a cinco años de prisión y que no recuperará su plena libertad hasta 2024. 

En el filme, es decir, en la grabación del interrogatorio real, se hace mención expresa a Snowden, el responsable de la gran filtración de información secreta de Estados Unidos en 2013 que destapó los excesos del programa de espionaje masivo de ese país con el pretexto de la seguridad nacional. Aunque Reality tiene otro enfoque, la película, al igual que el documental sobre Snowden Citizenfour, también da pie a reflexiones sobre los límites de las razones de seguridad nacional a la hora de informar a los ciudadanos de cuestiones relevantes, y de cómo el secreto es a veces utilizado para ocultar hechos vergonzosos e inquietantes que los ciudadanos merecen conocer. Desde luego, las sospechas de la injerencia rusa en las elecciones de Estados Unidos es una de esas cuestiones trascendentales sobre las que los ciudadanos merecen ser informados, aunque esa filtración fue un incumplimiento claro de las normas y llevó a la cárcel a Reality Winner. Seis años después de aquello, esta notable película nos recuerda aquel caso y recupera todos los dilemas éticos que provocó. Porque para eso también está el cine, esa ficción que forma parte de la realidad. 

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