Los Campos Elíseos. Una historia

 

Los Campos Elíseos no son lo que más me gusta de París, pero por supuesto vuelvo a ellos cada vez que viajo a la ciudad. Es indudable su poder de fascinación y atracción. La historia de la avenida más famosa del mundo es también la historia de la ciudad y, en cierta forma, la de Francia y Europa. Además, por supuesto, es el escenario donde termina cada año el Tour de Francia. Al leer Champs-Élysées. Una histoire, de Jean Paul-Caracalla, que compré en la feria del libro antiguo de Madrid, casi pensé que el autor no iba a mencionar la mayor prueba ciclista del mundo, pero finalmente sí aparece casi al final, en la página 106. Habría sido imperdonable, aunque es verdad que las mil y una historias que reúne el autor en este librito sobre los Campos Elíseos valen mucho la pena.

El autor renuncia a hacer un repaso exhaustivo de la historia de la avenida y tampoco busca un acercamiento canónico o de historiador. Sencillamente menciona historias y anécdotas unas detrás de otras, sin orden cronológico, sin un aparente plan establecido. Comienza, claro, recordando que la mitología sitúa los campos elíseos como el centro de la tierra, el paraíso de la armonía eterna, y explica que por decreto del 24 de agosto de 1667, el rey Luis XIV decido la apertura de un camino que facilitara el paso de los carros entre los palacios de Versalles y Las Tullerías, que fue el nacimiento de esta avenida. 

Al Arco del Triunfo también le dedica un buen espacio el autor. Su primera piedra se colocó el cumpleaños Napoleón, el 15 de agosto de 1806, y tardó 30 años en terminarse, en parte, porque las obras se detuvieron tras la abdicación del emperador y la ocupación de París por parte de las tropas rusas, prusianas y austriacas.

Los Campos Elíseos son el lugar central de celebraciones deportivas, manifestaciones de protesta, desfiles y homenajes a personajes relevantes de la historia. Cuenta el autor en un pasaje del libro que París entera está encerrada en la avenida, que es una ciudad dentro de la ciudad. Hay una innumerable sucesión de momentos históricos vividos en esta emblemática zona de París. Por ejemplo, el 15 de diciembre de 1840, acogió el regreso de las cenizas de Napoleón. El 31 de mayo de 1885, Victor Hugo también fue homenajeado allí.  La primera mvez que los militares hicieron un recorrido desde los Campos Elíseos hasta los Inválidos fue el 14 de julio de 1915 en homenaje a Rouget de Lisle, autor de la Marsellesa. Cuatro años más tarde, allí se celebró primer desfile anual por la fiesta de la victoria el 14 de julio, tradición que se mantiene desde entonces. 

Quizá una de las curiosidades más asombrosas de las que cuenta el autor sea lo que ocurrió en 1919, cuando un biplano pasó por el Arco del triunfo. A su piloto, Charles Godefroy, le retiraron la licencia de por vida.

La vida cultural, política e intelectual de París ha fluido desde su nacimiento por los Campos Elíseos. Allí, por ejemplo, muchos periódicos tuvieron su sede. Por cierto, es impresionante la historia que cuenta sobre Émile de Girandin, uno de los padres de la prensa moderna, que vivía en los Campos Elíseos. Un buen día se batió en duelo  con el director de otro periódico, Armand Carrel y lo mató. Así también La Presse, su periódico, se quedaba con un competidor menos, National.

Por supuesto, los cines y las cafeterías son seña de identidad de los Campos Elíseos. Cuenta el autor que hay más de una decena de cines multisalas en la avenida, lo que contrasta con la progresiva desaparición de cines en otras zonas de la ciudad. En cuanto a las cafeterías, me han gustado especialmente dos historias, la del Pam-Pam y la del celebre Fouquet's. El primero de ellos sirvió durante la ocupación nazi de refugio de los zazús, que con su amor al jazz y a la cultura estadounidense (prohibida en ese momento) mostraban la oposición a los invasores alemanes.

En cuanto al Fouquet’s, es sin duda una institución parisina. Cuenta el autor las distintas desventuras financieras por las que ha pasado a lo largo de su historia y cómo en octubre de 1988, el entonces ministro de Cultura, Jack Lang, anuncia que el local pasa a ser considerado monumento histórico y, por lo tanto, a ser protegido como lugar de memoria. Entre otros símbolos, también está protegido como monumento histórico el mítico letrero del Metro diseñado por Hector Guimard, muy influenciado en la época por el Art Nouveau. Por cierto, la primera línea de metro en París pasó, naturalmente, por los Campos Elíseos: el proyecto se aprobó en julio de 1897 y se inauguró en 1900. 

El autor también habla de la estrecha relación de la perfumería y el mundo del lujo con los Campos Elíseos. En buena medida, esa relación nació cuando Jacques Guerlain decidió trasladar su local a la avenida en 1900. También Georges Vuitton, hijo del fundador de la casa, Louis Vuitton, hizo lo propio. 

El libro, que ya digo que contiene un sinfín de anécdotas e historias sobre los Campos Elíseos, se recrea en repasar la historia de los distintos palacios y edificios históricos de la avenida. Por ejemplo, la de L’Élysée Palace, lujoso hotel donde se alojaron el sha de Persia, el rey belga Leopoldo II y muchas otras personalidades, incluida la célebre Mata Hari, quien fue detenida en su habitación del hotel el 13 de febrero de 1915. O la del Astoria, otro hotel de lujo que fue boicoteado los años de la II Guerra Mundial por el origen alemán de su promotor, Émile Jellinek, responsable de haber bautizado con el nombre de su hija Mercedes a una serie de coches. Allí se instalaron las fuerzas de ocupación nazis y, tras la guerra, los aliados. Allí tuvo sus oficinas el general Eisenhower. Este pasaje del libro refleja bien cómo la historia de los Campos Elíseos, eje central de París, es en realidad la historia francesa y europea de los últimos siglos. Mi siguiente objetivo lector es el libro que Jean-Paul Caracalla dedicó a Montmartre. Seguiremos informando. 

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