Blue Jean

 

La representación de las personas LGTBI en el cine ha mejorado en los últimos años, pero siguen quedando muchas historias por contar. Han sido demasiadas décadas de silencio absoluto. Quedan muchas miradas, muchos ángulos por explorar. Por ejemplo, son ya numerosos los relatos de jóvenes alumnos que afrontan su realidad como personas no heterosexuales en el instituto, un entorno a menudo hostil y peligroso para ellos, pero es mucho más original la historia que relata Blue Jean, en la que es una profesora la que teme que se desvele su orientación sexual en el instituto

La película de Georgia Oakley, que puede verse en Filmin (siempre Filmin), está ambientada en el Reino Unido de 1988, cuando se debate una ley que busca castigar la propaganda gay, al más puro estilo de la Rusia de Putin. Sí, de ahí venimos, no hace tanto. La protagonista (una soberbia Rosy McEwen, cuya interpretación justifica por sí sola la película) vive metida en el armario en el trabajo. Nadie sabe que es lesbiana, mucho menos que mantiene una relación sentimental con otra mujer (Kerrie Hayes). De pronto, una noche, en un local que es refugio seguro para personas LGTBI, uno de los pocos lugares donde puede ser ella misma, una alumna (Lucy Halliday) la ve, lo que desencadena la trama de la película. 

No es, ya lo adelanto, una película amable ni particularmente alegre. Deja un poso de esperanza, un cierto atisbo de luz, pero es duro, porque es realista, porque muestra lo difícil que resulta ser uno mismo en un entorno opresivo. Es una película en la que sus personajes son humanos, no heroínas. Tienen temores, más que justificados, claro, por la sociedad homófoba que les rodea. El filme da pie a tensiones narrativas muy interesantes, empezando por la relación de la profesora con esta alumna, a quien siente que debe ayudar como joven que está pasando por lo mismo que ella, pero a la que a la vez teme porque sabe su secreto y por eso la ve como una amenaza en el instituto

También se muestra con toda su crudeza y con mucha verdad la tensión entre la profesora protagonista y su pareja, que está por completo fuera del armario y que la presiona para dar pasos adelante, que se desespera por el miedo en el que vive su pareja, por las cautelas permanentes, por ese agarrotamiento que la atenaza. La película refleja bien cómo las leyes y los gobiernos pueden deteriorar la vida de la gente corriente, un recordatorio que nunca viene mal. Eso y la importancia de los referentes, eso que la profesora sabe que debería ser para su joven alumna. Y, claro, el daño que hace la presunción de heterosexualidad y los comentarios frívolos e ignorantes de quienes, como los compañeros de la protagonista en el instituto, defienden que la simple existencia de personas LGTBI son un riesgo para los niños o los que, como su hermana, respetan como es, pero se cuida mucho de que nadie se entere, no vaya a ser. 

Blue Jean es una película sobre la necesidad de ser uno mismo, sobre lo difícil que el odio irracional de otros lo pone a veces, sobre lo tóxico que puede ser el miedo que los retrógrados generan en personas que sólo quieren vivir su vida en libertad y también, claro, es una película sobre la memoria, porque conviene  conocer nuestra historia para no repetirla. 

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