Toledo

 

Hoy Toledo celebra su día grande, el Corpus, y es un buen día, como otro cualquiera, para hablar de la siempre asombrosa y fascinante ciudad imperial. El fin de semana pasada viajamos a Toledo para conocer el Puy du Fou, nueva atracción de la ciudad, que realmente me encantó, pero, claro, Toledo tiene mucho más desde hace mucho más tiempo. Me encanta, de entrada, la imposibilidad absoluta de orientarme en al ciudad. Renuncio en cuanto empiezo a recorrer las estrechas y enrevesadas calles de Toledo a saber hacia dónde voy y por dónde camino. Lo de dejarse perder, siempre recomendable cuando uno va de viaje y puede caminar relajado sin las prisas del día a día, en Toledo es casi un imperativo. No queda otra. Y es fantástico que así sea. 
Precisamente por la cercanía del Corpus y la procesión, las calles del centro de Toledo estaban especialmente bellas, con cada balcón adornado, con bellos tejidos y mantos, lámparas en las calles cubiertas con telas. La ciudad entera engalanada para ver pasar por sus calles la custodia, el gran tesoro de la catedral, que es el centro de gravedad de Toledo, la visita obligada por muchas veces que uno acuda a la ciudad. El templo, que empezó a construirse en el año 1226, se levantó sobre los cimientos de la antigua catedral visigoda que, a su vez, fue utilizada como mezquita. Hay rastros de esas civilicaciones y culturas en la propia catedral y en toda la ciudad. Muchos historiadores matizan eso de que Toledo fue la ciudad de las tres culturas, cuestionando la convivencia perfecta entre cristianos, judíos y musulmanes. Seguro que no era tan idílico como lo imaginamos pero, entendiéndolo en su tiempo, sin duda sí fue un nivel de convivencia mayor al que era habitual. 

Son los restos de esa convivencia, la posibilidad de visitar iglesias, una mezquita y una sinagoga, pero también la posibilidad de encontrar, por ejemplo, una capilla mozárabe dentro de la catedral, o de pasear por la antigua judería, lo que más disfruto cada vez que visito Toledo. Porque somos herederos de esas culturas que llegaron antes, porque hasta el Alcázar conserva un nombre de origen árabe, porque somos mezcla y mestizaje y es bonito que una ciudad tan deslumbrante como Toledo nos lo recuerde a cada paso

Por cierto, es imposible enumerar todos los detalles que hacen de la catedral de Toledo un templo único, sin duda, uno de los más impresionantes de España. Quizá es el transparente, situada a la espalda del altar mayor, lo que más centra la mirada del visitante. El retablo de mármol que representa la Apoteosis del Sacramento, el rompimiento en la bóveda de la girola donde aparecen los santos principales... Todo es sencillamente perfecto. Tampoco voy a hacer aquí una lista de todos los lugares que merecen una visita en la ciudad, de las termas romanas (que visité por primera vez este fin de semana) hasta el museo de El Greco, del maravilloso monasterio de San Juan de los Reyes (mi debilidad en la ciudad) a la Puerta de Bisagra, del Mirador del Valle a la plaza de Zocodover, del Alcázar que acoge hoy el museo del ejército (con varias salas temporalmente cerradas por culpa de un incendio) a a iglesia de Santo Tomé donde se puede contemplar El entierro del conde de Orgaz

Hace unos meses se conocieron los datos de balance del sector turístico el año pasado y la provincia de Toledo fue la que más creció en número de turistas el año pasado en pernoctaciones en alojamientos de turismo rural en España. Paseando estos días por sus calles pensaba lo que pienso siempre cuando visito ciudades que por su extraordinaria belleza e historia atraen a millones de personas: por un lado, yo formo parte del turismo, ese fenómeno que tantos ingresos económicos general, que tan importante es para la economía, pero, por otro lado, sé que también genera problemas no menores a sus vecinos como el ruido, las aglomeraciones en ciertas partes de la ciudad o la subida del precio de la vivienda. 

No encuentro una solución fácil a ese dilema. Porque está claro que el turismo es una fuente de ingresos para Toledo y es evidente que su abrumadora belleza seguirá atrayendo visitantes siempre, pero también creo que es importante que se encuentre un equilibrio entre el éxito del turismo, que puede llegar incluso a momentos de masificación, y el bienestar de los vecinos que están todo el año en la ciudad. No tengo la sensación de que Toledo esté en un punto de saturación insufrible, la verdad, pero comprendo que haya quien en la ciudad vea con cierto temor, o al menos con una mezcla de emociones y pensamientos, la llegada tan numerosa de turistas a la ciudad. Se debate cada vez más sobre turismo sostenible, sobre modelos de ciudad razonables. En tolediodario.es, por ejemplo, se puede leer un interesante debate de vecinos de la ciudad sobre este tema. Es algo que os compete a todos, porque todos somos turistas cuando viajamos y a todos nos interesa poder seguir disfrutando del patrimonio de ciudades tan extraordinarias como Toledo, pero con un equilibrio justo para visitantes y residentes. 

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