Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica


Mercedes Sosa: la voz de Latinoamérica, empieza por el final, cuando la cantante es velada y despedida por miles de personas en el Congreso de Argentina en Buenos Aires. Tras mostrar esas emotivas imágenes, el documental de Rodrigo H. Vila se remonta a los orígenes humildes de Mercedes Sosa en Tucumán y explica su vida y su trayectoria profesional, siempre vinculada al compromiso político. Aunque en algún momento el documental es algo deslavazado, vale mucho la pena, por las imágenes de archivo de la cantante, su apasionante y complicada vida, y también por todo lo que cuentan de ella personas que la conocieron y también artistas internacionales que elogian su voz, sus canciones y su inconfundible personalidad. 


De niña, Mercedes Sosa y sus hermanos pasaron hambre en Tucumán. Es curioso lo que cuenta sobre su nombre. Su madre quería llamarla Marta, pero su padre no lo permitió y le puso Mercedes, como su abuela. La madre de la cantante la llamó Marta toda la vida. Con quince años, aprovechando que sus padres estaban de viaje, Mercedes Sosa participó en un concurso de cantantes en la radio, que fue el comienzo de su carrera. Ya en Mendoza forma parte de la fundación del Nuevo Cancionero, ese movimiento tan influyente en Argentina y en América Latina

Mercedes Sosa fue una formidable cantante cuyos temas permanecen en el recuerdo de todos, pero nunca entendió su carrera como algo separado de la política y de la defensa de ciertos ideales. Esto le pasó factura y quizá el mayor acierto del documental es mostrarlo en toda su crudeza. Ese compromiso social obligó a la cantante a marcharse al exilio por las amenazas de muerte que recibió. Uno de los puntos de inflexión fue su viaje a Cuba en 1974 invitado por el Partido Comunista. Poco después fue detenida mientras daba un concierto. No le quedó más remedio que abandonar su amada Argentina y se exilió en París, que siempre fue una ciudad especial para ella y donde conectó con el público desde el primer momento, pero donde echó mucho de menos a su país. 

La serie no esconde los momentos más oscuros de su vida, como la depresión en la que cayó. También se refleja el impacto que tuvo para ella la muerte de Pocho, su segundo marido, que murió muy joven y que, además de compañero de vida, lo fue en su carrera profesional. En el 82, aún bajo la dictadura militar, al fin pudo volver a cantar en Argentina. Entre las joyas del documental están varias imágenes muy emocionantes de aquellos conciertos que, de alguna forma, supusieron una brecha en la dictadura, una exaltación de la libertad

En el documental se recogen declaraciones de Mercedes Sosa en distintos momentos de su vida. Es muy interesante, por ejemplo, cómo cuenta que lo pasaba realmente mal en los conciertos por su timidez y que tardaba mucho en atreverse a poder mirar a la gente, de ahí que muchas de sus actuaciones las hiciera con los ojos cerrados. Se muestra a una artista abierta a colaborar con todo tipo de cantantes. De hecho, vemos la última grabación que realizó, en 2009, con el rapero Residente (René Pérez). De Mercedes Sosa se dice en el documental, y es verdad, que su estilo y su voz son muy reconocibles, pero que a cada canción le daba un ritmo y una tonalidad diferente. También que transformaba cualquier música en una poesía vibrante. 

El documental, que puede verse en Filmin, se estrenó en 2013 y cuenta con declaraciones de Pablo Milanés, recientemente fallecido. Es muy emotivo verlo hablar de Mercedes Sosa y su influencia. Quizá el instante más mágico del documental es cuando muestra las imágenes de un concierto de Pablo Milanés en el Luna Park de Buenos Aires. Mercedes Sosa estaba entre el público y Pablo Milanés le hizo una encerrona y le pidió cantar. Interpretó sentada desde su butaca una conmovedora versión de Años. Uno de tantos momentos extraordinarios de los que la cantante argentina, la voz de Latinoamérica, nos regaló en vida y que podremos disfrutar por siempre, porque sólo mueren los olvidados. 

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