Reencuentro con París (I)

 

En el vuelo hacia mi anhelado reencuentro con París leí la primera edición de la nueva temporada de El Cultural, que incluía una entrevista con Enrique Vila-Matas. Al hablar de su última novela, Montevideo, el escritor afirma que en el proceso de escritura se dio cuenta de que “por mucho que describiera las peripecias de mi narrador en Bogotá, Cascais, Reikiavik, St. Gallen, París, o Montevideo, en realidad el autor no se movía de París. ¿Por qué? Sólo sé que un escritor siempre escribe desde un lugar, que no es un fragmento del espacio exterior, sino uno que se encuentra más bien dentro de él mismo: un lugar que se ha vuelto paradigma de su mundo y que impregna lo escrito. Todo indica que ese lugar para mí es París”. Cómo no tener a París como ese lugar desde el que escribir y ver el mundo. Cuatro años después he vuelto físicamente a París y la ciudad sigue tan espléndida y cautivadora como siempre, en parte, gracias que es una ciudad extraordinariamente literaria. Es imposible andar por París y no pensar en los propios libros de Vila-Matas, en las memorias de Hemingway que tanto le inspiraron, o en la pléyade de grandes escritores que a lo largo de la historia alcanzaron la gloria en la capital francesa.


En París la literatura está por todas partes. Al entrar en la habitación del hotel, que está en la calle Victor Hugo, nos encontramos con una edición antigua de las obras completas del autor. Abro Google Maps para buscar librerías cercanas al hotel y los puntitos abarrotan el mapa. Ese mismo día visito la más cercana, la Librería Fontaine de esa misma calle (hay varias en distintas zonas de París). Es una librería preciosa, con un amplio espacio dedicado a los cómics, que en Francia cuentan con una presencia y un reconocimiento mayores que en otros países. Allí compró Changer: Méthode, el último libro de Édouard Louis. El librero me dice que es una gran elección. Todo lo que he leído hasta ahora del autor me ha encantado y este libro lo tenía pendiente. 

En esta librería y en las otras que visitamos estos días en París se nota que estamos en plena rentrée literaria. En todos los países, claro, septiembre es el mes de lanzamiento de las principales novedades editoriales, pero Francia aquí es especial: 490 títulos nuevos publicados desde finales de agosto hasta octubre. Una bendita locura, un maravilloso huracán literario. Entre los libros que ocupan un lugar más destacado están Cher connard (algo así como Querido idiota), en el que Virgine Despentes reflexiona sobre el feminismo después del Me Too, y V13, de Emmanuel Carrère, en el que se reúnen las crónicas del escritor sobre el proceso de los atentados del 13 de noviembre en París. Aprovecho y compro este último. 

Naturalmente, si de librerías en París hablamos una visita obligada es Shakespeare and Company, en el Barrio Latino, enfrente de Notre Dame. Una librería llena de historia que ha introducido un sistema de límite de aforo, dada la creciente afluencia de público, por lo que se provocan colas y cuesta más que antes entrar a ella. Una de las librerías más peculiares que he visitado estos días en París, y en mi vida en general, es L’eau et les rêves, que está situada en un barco en la preciosa zona de La Vallete, en pleno canal de Saint-Martin. La librería, coqueta, está especializada en libros de viajes y de medio ambiente. También tiene cafetería. Una delicia. Muy recomendable, como también lo es Librairie Tome 7, con la que dimos pos casualidad y que un día laborable a eso de la una y media de la tarde estaba bastante animada, con público de todo tipo, incluidos varios chavales que parecían recién salidos de la escuela y que compraban cómics. Según las encuestas, Francia es uno de los países del mundo donde más se lee (14 libros por persona de media al año) y eso se nota. 

Otro rincón libresco que me encantó fue el Passage Jouffroy, donde se pueden encontrar librerías con obras antiguas. Por azares de la vida, el estreno de la nueva temporada de La grande librairie, el programa de libros de France 5, me pilla en París, así que aprovecho un rato de descanso en el hotel para ver al presentador saliente, François Busnel, y a su sustituto, Augustin Trapernard, hablar sobre su pasión por la literatura y sobre este programa, el único sobre libros que se emite en prime time en toda la televisión mundial. 

Gracias a la novela La biblioteca de París, de Janet Skeslien Charles, conocí la historia de la Biblioteca Americana de París, abierta para que los soldados estadounidenses que combatían en la I Guerra Mundial en Francia tuvieran acceso a la lectura, y que desafío a los nazis en la ocupación de París durante la II Guerra Mundial. La Biblioteca se puede visitar, el acceso es gratuito, y vale mucho la pena. Cuenta con libros en inglés de todo tipo y de todos los tiempos. Tiene zonas de lectura, por lo que uno puede pasarse ahí muchas horas, primero, eligiendo qué libros lee, y después, también, echando un vistazo a las obras elegidas en los distintos espacios con mesas habilitados para la lectura. De las paredes de la biblioteca cuelgan también ilustraciones, carteles y recortes de periódicos que dan cuenta de la asombrosa y fascinante historia del lugar. 

Uno de esos libros curiosos que alberga por miles la Biblioteca Americana de París, con el que nos entretuvimos un buen rato, es uno que publicó The New York Times cuando cumplió un siglo, en el que reunía las portadas más importantes de esos cien años. 

Resultó muy impresionante ver en esa obra cómo el prestigioso periódico estadounidense dio cuenta de los principales acontecimientos del último siglo. El crac bursátil del 29, el ascenso de Hitler al poder en Alemania, los avatares de la II Guerra Mundial, el asesinato de Kennedy, las victorias de los distintos presidentes estadounidenses, el conflicto entre Israel y Palestina... Y, en medio de esas portadas históricas, la del 7 de febrero de 1952, en la que se anunciaba la muerte del rey Jorge VI de Inglaterra y el ascenso al trono de su hija, Isabel II. Consultamos esa portada en la Biblioteca Americana de París un día antes de que se conociera el fallecimiento de la monarca tras siete décadas en el trono. 

Pero la presencia de la literatura en París no se limita sólo a librerías o bibliotecas. También está en la calle. Por ejemplo, claro, en los buquinistas que vencen al paso del tiempo y que, en la era de Amazon  y de las compras al minuto por Internet, siguen sorprendiendo con obras de todo tipo y auténticas joyas librescas a las orillas del Sena.

 
En el mismo restaurante de París, el Drouant, se reúnen cada año desde 1906 los miembros de la Academia Goncourt para otorgar a principios de noviembre el vencedor del Premio Goncourt, que suele garantizar un éxito de ventas al libro premiado. Paseando a orillas del Sena, la Academia Francesa está situada en uno de los edificios más espectaculares y majestuosos que asombran al paseante. Una sede soberbia para una institución fundada en 1635 por el cardenal Richelieu con la finalidad de cuidar el francés. 

París ha despertado a lo largo de la historia una enorme fascinación en escritores de todo el mundo. Durante un tiempo, en el Barrio Latino donde hoy encontramos tantas y tantas librerías de tantos estilos y enfoques distintos, vivieron autores como Hemingway. En una de las casas donde vivió encontramos hoy una placa en la que se incluye la frase más icónica de su libro de memorias de aquel tiempo, París era una fiesta: "así era el París de nuestra juventud, en el que fuimos muy pobres y muy felices". Ha pasado mucho tiempo y París conserva la memoria de lo escrito y vivido en sus calles. París sigue siendo el paradigma de nuestro mundo, la medida de todas las cosas. París sigue siendo el lugar. 

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