Carmen Balcells, traficante de palabras

 

Carmen Balcells, traficante de palabras, tiene todo lo que se espera de una buena biografía. La autora del libro, Carme Riera, se ha documentado de forma profusa, como demuestran las cerca de 70 páginas de notas y de índice alfabético. La obra, editada por Debate, cuenta en detalle la vida de Carmen Balcells y, con ella, hace un preciso retrato del mundo editorial español y latinoamericano de las últimas décadas. Irresistible para todo amante de la literatura. Riera explica varias veces en el libro que, pese a haber sido representada por Balcells y pese a ser su amiga, no buscaba hacer una hagiografía, por lo que también muestra las partes menos amables de la Mamá Grande o la Superagente literaria, como era conocida por sus autores. 


De la relevancia de Carmen Balcells en el mundo editorial no puede dudar nadie, ni sus más acérrimos enemigos. Inventó un rol, el de agente literaria, que prácticamente no existía en España, cuidó a sus autores más allá de lo que podría implicar una mera relación contractual, y cambió las reglas del juego, siempre en beneficio de los escritores y escritoras que representó, incluidos seis premios Nobel. El libro muestra a una mujer contradictoria, desprendida, muy combativa, emotiva, supersticiosa hasta el extremo, muy detallista, a veces iracunda, siempre de mucho carácter, de ideas claras

Yo no tengo amigos, tengo intereses” o "yo no aconsejo, yo ordeno", son algunas de las frases que, medio en serio, medio en broma, le gustaba decir a Balcells, lo cual de una buena idea de su carácter. Por las páginas del libro desfilan varios de los principales protagonistas del mundo editorial y literario de las últimas décadas, ya que en buena medida Balcells fue la promotora del boom de la literatura latinoamericana, con epicentro en Barcelona. Hay mil y un anécdotas sobre la vida de película, o mucho mejor, de novela, de Balcells, como los altibajos en su relación con Carlos Barral, otro tótem del sector, de quien Mario Muchnik escribió: "todos estábamos enamorados de Barral, empezando por él mismo”.

Balcells puso en marcha su agencia con Yvonne Hortet, mujer de Barral, como socia. Juan Goytisolo, el primer autor en lengua española que representó, abandonó la agencia en 1994 cansado de que Balcells le organizara la vida. Un punto de inflexión en su carrera llegó en 1962, cuando empezó a trabajar para Gabriel García Márquez y logró que sus obras se publicaran en Francia y en Estados Unidos. Cien años de soledad marcó un antes y un después. García Márquez llegó a Barcelona con la intención inicial de estar allí ocho meses y se quedó siete años. También vivió en la ciudad gracias a la mediación de Balcells Mario Vargas Llosa, a quien la agente fue a buscar para sacarlo de Londres, donde daba clases en la universidad, y ponerle todas las facilidades posibles para que se dedicara íntegramente a la escritura. 

Hablar de Carmen Balcells, claro, es hablar de Barcelona como capital del boom y como ciudad de referencia para el mundo editorial. Riera comparte en la obra pasajes de autores americanos que visitaron Barcelona en el siglo XIX y el siglo XX y elogiaban la ciudad, su carácter enteramente europeo (Domingo Facundo Sarmiento) y su vida cultural (Rubén Darío). Barcelona siempre estuvo en el centro de la acción de Balcells, como demuestra, por ejemplo, el nombre que le puso a la agencia de música que creó en 2002, Barcelona ad Libitum, que representó a músicos y cantantes, por un lado, y organizó eventos relacionados con la música, por el otro, y que no cuajó. O el proyecto para el que Balcells buscó apoyos en las instituciones públicas, sin éxito, Barcelona Latinitatis Patria, que estaba ideado como un gran centro literario en Barcelona.

Entre las grandes amistades de Balcells, además de García Márquez y Vargas Llosa, estaban, entre otros muchos, Nélida Piñón, Isabel Allende, Rosa Montero (a la que preguntó la primera vez que trabajó con ella si prefería el dinero o la gloria), Eduardo Mendoza o Camilo José Cela. No acabó bien con todos sus representados. Fue pública y notoria la mala relación con José Donoso, quien creó un personaje inspirado en ella en El jardín de al lado. Le dedicaba frases como esta: “¿de dónde sacaba tanta improvisada sabiduría esta catalana mercenaria, que no era más que un mercader de la literatura?” Cuando el escritor murió, alguien mandó una corona de flores a nombre de Núria Monclús, el nombre del trasunto de Balcells en su novela. También tuvo sus más y sus menos la relación de la superagente literaria con las editoriales, a las que no les hizo ninguna gracia la introducción de anticipo de los derechos de autor que impuso Balcells. 

La gran agente literaria del siglo XX y principios del XXI no se quedó quieta nunca, ni siquiera cuando, en teoría, se retiró de su agencia, algo que nunca hizo del todo. Participó en proyectos relacionados con el mundo editorial toda su vida. Por ejemplo, fundó RBA junto a Ricardo Rodrigo y a Roberto Altarriba. De ahí el nombre: Rodrigo (R), Balcells (B) y Altarriba (A), o participó en la fundación de la editorial Alpha Decay. También creó escuela, no sólo en su agencia, que hoy lidera su hijo. Por ejemplo, Antonia Kerrigan, antigua mano derecha de Balcells en la agencia, es hoy agente de María Dueñas, Elvira Lindo o Juan Gómez Jurado. Carmen Balcells, traficante de palabras, en fin, es un libro delicioso para todo amante de la literatura que quiera conocer mejor los entresijos del mundo editorial a través de la vida de una de las personas más influyentes del mismo en la última década. 

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