Que sirva de ejemplo

 

Cuando veo documentales como Que sirva de ejemplo siempre pienso lo mismo: ojalá llegue más allá de las personas ya convencidas y lo vean quienes niegan al existencia del patriarcado o, en este caso, de la heteronorma. Ojalá quienes militan en la negación de todo aquello que no padecen ellos, los que no quieren ser conscientes de las desigualdades que sufren quienes les rodean ni tienen el menor interés por escuchar las voces de los márgenes, vean este documental y escuchen los argumentos tan buen armados y tan razonables de quienes participan en él. El documental, que puede verse en Filmin, está dirigido por Sofía Castañón, autora también del guión junto a Juan Tizón, y cuenta con las reflexiones de Gloria Fortún, Brigitte Vasallo, Alana Portero, Rubén Serrano, Sara Torres, Darío Gael Blanco, Semíramis González, Carla Berrocal, Elizabeth Duval y Aixa de la Cruz sobre la heteronorma en la cultura. 


Para empezar, el documental muestra qué es la heterorma, que va más allá incluso de la sempiterna presunción de la heterosexualidad. No es ya que, por supuesto, siempre se presuponga que alguien es cis y heterosexual, qué va a as ser si no; es que más bien se niega y se castiga todo lo que se salga de la norma. En el documental se habla, por ejemplo, de la necesidad de la validación masculina para las mujeres, pero también para los hombres no heterosexuales, incluso para los que sí lo son, porque los roles de género tienen un peso enorme aún en la sociedad.

El documental incluye reflexiones muy interesantes y unas cuantas frases de esas que se quedan grabadas. Por ejemplo, Brigitte Vasallo cuestiona eso que decimos siempre de que lo que no se nombra no existe, porque la heterosexualidad no se nombra nunca y es todo lo que existe en libros, películas, series, piezas teatrales y obras artísticas. Es innegable que la representación de las personas no heterosexuales es todavía muy normativa. De nuevo, como dice Vasallo, en ocasiones parece primar el principio de "un defecto por cabeza". Es decir, podemos incluir un personaje no heterosexual en una serie, pero ya tiene bastante con lo suyo, no vaya a ser además promiscuo o vaya a vestir de forma no normativa. 

La parte central del documental es un debate sobre el canon cultural, que se describe como algo basado en juicios parciales que aceptamos como parámetros universales. También se menciona que el canon proviene de una mirada clasista y elitista. Aixa de la Cruz cuenta que no cree que se deba dejar de leer a los clásicos, pero que sí se debe acercarse a ellos de forma crítica. El canon se presenta en un momento del documental con imagen muy gráfica de lo rígido que puede ser: una reunión en la que siempre habla el mismo señor y que, además, siempre dice lo mismo y nunca calla. Lo que se pide no es callar a ese hombre, sólo que deje hablar a otras personas. 

Quienes intervienen en el documental proceden de distintos ámbitos de la cultura y todas coinciden en destacar la importancia de los referentes. También en el mundo del arte, donde la presencia de mujeres o de autores que no sean blancos heterosexuales  ha sido hasta hace no tanto casi marginal. Esta visibilidad de quienes están en los márgenes también llega a través del lenguaje inclusivo, que suele ser recibido con ira por eso que Alana Portero llama en un feliz hallazgo lingüístico "el cuñarcado". Ante esa reacción tan visceral de cierta parte de la sociedad Rubén Serrano da una respuesta contundente y muy cierta: "los ofendiditos son los que se quejan de nuestra queja, porque nuestra queja es legítima". El documental, en fin, es muy interesante e invita a la reflexión. Ojalá llegue a quien aún no se ha puesto las gafas violeta, o arcoíris en este caso, esas que ya no te puedes quitar cuando te las pones, como indica el clásico dicho feminista que recuerda Gloria Fortún. 

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