Los paseos musicales


Ahora que se acaba el mes podemos reconocer que eso de que Madrid se vacía en agosto, sin ser mentira, no es del todo cierto. Vaciarse, la verdad, Madrid no se vacía nunca, pero sólo en agosto se puede disfrutar de ciertos planes, gracias a que la ciudad baja unas cuantas revoluciones, todo va un poco más lento, es un poco más humano. El Madrid agosteño sigue valiendo mucho la pena y quienes nos quedamos aquí este mes seguimos conservando el secreto lo mejor que podemos. 


En agosto se puede comer en casi todos los restaurantes (que están abiertos) sin reservar, sólo en agosto se puede improvisar de verdad sin miedo a encontrárselo todo lleno. En agosto se disfruta del cine de verano más que nunca. En agosto, con las verbenas, Madrid saca esa parte de pueblo que es de lo mejor que tiene como ciudad. Madrid en agosto mola, sí. Mola por planes como Los paseos musicales del Jardín Botánico. No es un plan sólo agosteño, ya que empezaron en mayo y durarán hasta el 24 de septiembre, pero nos entendemos. 


Presentado como “una experiencia musical nocturna diseñada por Ara Malikian”, el plan es muy atractivo y está muy buen diseñado. El escenario es privilegiado. El Jardín Botánico es de esos lugares siempre encantadores, que siempre agrada visitar. La iluminación preciosa sin ser excesiva ni extravagante, predispone al visitante a disfrutar. Acompañados de una guía que presenta estos paseos musicales y explica en qué consistirán, comienza esa fusión entre música y naturaleza. Siempre ha sido estrecha esa relación, siempre han encontrado inspiración en la naturaleza los grandes artistas. 


Tres cuartetos de metales, cuerdas y maderas interpretan La primavera, El verano y El otoño de Vivaldi, tres de sus cuatro estaciones, posiblemente la composición más conocida del autor y de la música clásica en general. Es muy atractivo ver cómo se adapta a los instrumentos de metales la pieza de la primavera, tan luminosa y alegre, que se interpreta en la rosaleda del Botánico.  El cuarteto de cuerdas que interpreta el verano es especialmente didáctico, ya que explica que a Vivaldi no le gustaba demasiado el verano y por eso su visión de esta estación está llena de sustos, tormentas, ventiscas y mosquitos. Y por eso, continúan explicándonos los muy divertidos músicos del cuarteto de maderas que interpretan El otoño, la estación de las hojas caídas es alegre y feliz para Vivaldi. Para empezar, porque el verano queda atrás. 


Terminamos pensando que es una lástima que no se interprete también el invierno, deduzco que por motivos logísticos y para que el paseo dure menos de una hora. En todo caso, es una experiencia magnífica, muy recomendable, y precisamente por lo bien que está concebido y su duración, es un plan estupendo para hacer con peques. Los que iban en nuestro grupo se portaron genial y disfrutaron con la música. 


Por cierto, no tiene nada que ver con la experiencia en sí, pero debo decir que fue ejemplar y muy ágil la forma en la que La Fábrica, promotora del evento, resolvió una incidencia en la compra de las entradas. Da gusto esa atención perfecta y comprensiva en pleno agosto. Entre las iniciativas de La Fábrica está el espacio homónimo en el barrio de las Letras de Madrid y que es, entre otras muchas cosas, una librería especializada en fotografía, arte, diseño y literatura contemporánea

Comentarios