Dime una adivinanza

 

Una de las grandes ventajas de ferias del libro como la de Madrid es la capacidad de acercarse a los responsables de editoriales independientes con un catálogo de esos irresistibles, de los que te lo llevarías todo. Es el caso de las afueras, en cuya caseta compré, tras la muy entusiasta recomendación de los editores, Dime una adivinanza, de Tillie Olsen, con traducción de Blanca Gago, prólogo de Jane Lazarre y epílogo de Laurie Olsen, hija de la autora. El libro, reeditado ahora por las afueras y que en su día fue editado por Anagrama, reúne cuatro relatos publicados por Olsen en distintas revistas entre 1956 y 1960. Esta nueva edición, muy cuidada, explica también la propia vida de la autora y su compromiso político y social, que desde luego se deja sentir en estos relatos, aunque por lo que destacan de verdad es por su calidad literaria, por su osadía y por su extraordinaria vigencia. 


Los relatos reunidos en el libro están protagonizados por miembros de una misma familia, aunque su nexo en realidad es su atrevimiento formal y el retrato de cuestiones que hoy siguen de plena actualidad, como la situación de las mujeres que sufren discriminación y se ven obligadas a hacer renuncias por el patriarcado aún imperante o las desigualdades raciales en Estados Unidos. Con un estilo directo y chispeante, la autora hace girar varias de sus historias en torno a la familia, ese lugar que es refugio, pero también en ocasiones espacio opresivo. 

El libro se abre con Aquí estoy, planchando, un monólogo interior en el que la narradora rememora mientras plancha su relación con su hija desde que ésta nació. Una relación maternofilial marcada por las carencias económicas y también por un cierto sentimiento de culpa. Siente la madre que no lo hizo bien, que cometió errores. Un relato lleno de humanidad, con resonancias sin duda en el presente, ahora que la literatura y los medios se abren a relatos sobre la maternidad desde distintos ángulos, con más matices. 

La experimentación formal va más allá en el siguiente relato ¿Qué barco, marinero?, protagonizado por un marinero que se entrega irremisiblemente al alcohol en cuanto pasa dos días seguidos en tierra. Ese estado de embriaguez se traspasa al propio relato, en el que se repite de forma insistente la frase que le da título. Oh, sí, por su parte, ofrece un pasaje muy vívido en el que una niña queda conmocionada hasta el desmayo al asistir a una misa gospel. Su mejor amiga es una niña negra, de la que el propio entorno la va separando poco a poco. 

El libro se cierra con Dime una adivinanza, que más que un relato es una nouvelle, y que da nombre al conjunto. Su protagonista es una mujer mayor que ha tenido que renunciar a todo lo que le gusta en la vida para criar a su familia y cuidar de su marido, que la trata de un modo despótico. Cuando la muerte se acerca, la mujer recuerda su vida pasada, las oportunidades perdidas y los momentos que sí han valido la pena. Es una narración con un marcado enfoque feminista y de una indudable calidad literaria, posiblemente, la mejor del libro. Tras leerlo, no es de extrañar que mi admirada Alice Munro recomiende los relatos de Tillie Olsen. Son realmente extraordinarios.  

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