Julia Otero

 

El regreso de Julia Otero a su programa de Onda Cero, once meses después de que anunciara que le había diagnosticado un cáncer, fue la noticia más feliz con la que comenzó el año. Cada tarde, la periodista vuelve a ponerse frente al micrófono para proponer una mirada distinta, serena, inteligente y con humor a la actualidad, como hizo, por cierto, con maestría durante su ausencia Carmen Juan, subdirectora del programa, que mantuvo el timón de Julia en la Onda. Ya en su regreso a la radio el 10 de enero, Julia Otero compartió con sus oyentes su forma de afrontar la vida tras la experiencia de cáncer. "Cuando se pisa el infierno, se aprende rápido a celebrar la vida y eso es lo que la radio debe intentar cada tarde", contó. El pasado miércoles, la periodista acudió a El Hormiguero y dio una auténtica lección de vida y de comunicación. Fue impresionante
Que Julia Otero es una comunicadora extraordinaria no es algo que pille a nadie de sorpresa, pero lo del miércoles fue de otro nivel. Por la honestidad con la que habló, por su precisión a la hora de contar su proceso y lo que es el cáncer. Por su sensatez. Por el tono empleado. Por todo. Fue admirable. Ella lo es de por sí, su trayectoria profesional habla por sí sola, pero no es fácil relatar como lo hizo una experiencia vital tan dolorosa. 

Contó, por ejemplo, que creía que eso de temblar de miedo era un recurso literario, pero que, efectivamente, ocurre. Le ocurrió cuando le dijeron por primera vez que tenía cáncer. Entonces, dijo, te pasa la vida futura por delante, "la melancolía del futuro". Es decir, todas las vivencias de su hija, las experiencias del futuro, sus planes, sus proyectos vitales, todo lo que, de pronto, pasa a ser incierto. También dejó claro desde el principio que no quería ser bandera de nada, que ella sólo es una más de las 300.000 personas que son diagnosticadas de cáncer al año en España. 

Dijo que la salud es provisional para todos, pero que cuando pasas una enfermedad que puede llegar a ser mortal es cuando eres plenamente consciente de ello. "Hay que aprender a vivir con esa provisionalidad", afirmó. También contó que a lo largo de estos meses pensó mucho en la muerte, esa que todos sabemos que llegará, pero de la que preferimos no hablar nunca. Puso el ejemplo de una abuelita de una aldea gallega que, con 103 años, decía "se olvidaron de mí", porque llegó incluso a enterrar a hijos, pero ella seguía viva. Un vecino le dijo que estuviera tranquila, que hasta ahora la muerte se se ha olvidado de nadie. 

Julia Otero también pidió ser conscientes del lenguaje que empleamos para hablar del cáncer. No es una batalla. Como bien dijo, de nadie que muere de un infarto se dice que ha perdido la batalla contra el infarto. Por supuesto, la actitud es importante, y contó que a ella le ayudó permitirse algunas alegrías, "buscar los rincones amables de la vida, las compañías que te hacen bien", pero llamó a abandonar esas expresiones bélicas o esas llamadas a "ser fuerte" o "ser valiente", tan recurrentes. "Siempre es mejor decir la verdad y si de verdad no sabes qué decirle a un enfermo de cáncer, dile que no sabes qué decir". Tan sencillo tan importante. Por cierto, también dijo, y es verdad, que a los hombres les pueden quitar cosas y nunca se dice que se les ha vaciado, cosa que sí se dice de las mujeres cuando se les quita la matriz. 

La periodista, en fin, dio una lección vital y comunicativa. Optó por saber, por preguntar sobre su enfermedad, preguntar por todo. Explicó en qué consiste el cáncer, esas células egoístas, inmortales y viajeras, como explica el doctor López-Otín. Egoístas, porque van a lo suyo; inmortales, porque se reproducen muy rápidamente, y viajeras, porque alguna de esas células puede alcanzar el torrente sanguíneo ("aguas bravas") y desplazarse a través de él hacia otras partes del cuerpo, la metástasis, que es la razón por la que no se puede dar por vencido al cáncer hasta que pasan cuatro o cinco años.  Esas células egoístas, contó, ignoran que la muerte del huésped es su propia muerte. "Es lo que pasa con el egoísmo, queriendo matar a otros, acabas muriendo tú", dijo. 

Julia, espléndida, radiante, inteligente, divertida, también dijo que la enfermedad le ha hecho calibrar bastante las prioridades vitales y que, por ejemplo, ahora hablar de política le da mucha pereza, y que no tiene claro que deba aparentar que le interesan cosas que no le importan en absoluto. Cada tarde en Onda Cero, con rigor, con voluntad de intercambiar ideas y debatir de verdad, con sosiego y sin fanatismo ni sectarismo, deja clara su forma de entender el periodismo y la vida. Es un inmenso placer poder seguir disfrutando de su programa. 

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