El Cid. T2

 

Si de la primera temporada de El Cid, la serie de Amazon sobre Rodrigo Díaz de Vivar, dije en su día que no era tan mala como afirmaban muchas de las críticas que destrozaron sin piedad a la producción, de la segunda tanda de episodios puedo decir directamente que es buena, incluso, muy buena. Me da la sensación de que aquella primera temporada decepcionó a muchos por varias razones, no todas achacables a la serie en sí misma, sino más bien a la idea sobre el personaje del Cid que cada cual tuviera en la cabeza. La segunda temporada, es verdad, gana en madurez, ofrece escenas de acción más contundentes y se centra más en las intrigas palaciegas y las lealtades cruzadas en los distintos reinos, con hermanos que juraron no enfrentarse entre ellos, una promesa que en el fondo todos saben que no cumplirán. 
Las virtudes de la primera temporada de la serie, que las había sin duda, se afianzan en estos nuevos capítulos. La ambientación histórica está muy cuidada, por el vestuario y los escenarios. También son más sólidas las interpretaciones, con un nivel medio más elevado en el elenco. Y los amoríos, quizá demasiado presentes en los primeros episodios, siguen presentes, pero quedan en un segundo plano, ante la narración del inicio de la leyenda del Cid como gran campeador y también la guerra fría entre los hermanos, hijos del rey Fernando, que dividió el reino al morir, lo que deja aquellos territorios a las puertas de la guerra. 

La lealtad es el gran tema de esta tanda. El Cid (Jaime Lorente) se debate entre la fidelidad a su señor, incluso cuando está en desacuerdo con órdenes que le da, y la libertad de pensar y decidir por sí mismo. Se deja entrever ya aquello de "qué buen vasallo sería si tuviese buen señor", que se lee en el Cantar de Mío Cid. Las disyuntivas de los personajes son más maduras. Hay mucho en juego. Los que eran hijos de rey  pasan ahora a ser reyes o señores de distintos territorios, como Urraca (Alicia Sanz), que intentará influir en su hermano Alfonso (Jaime Olías), que se quedó con el reino de León, en su enfrentamiento soterrado con Sancho (Francisco Ortiz), ahora rey de Castilla. 

García (Nicolás Illoro), que es enviado a reinar en Galicia, protagoniza una subtrama gay (muy sub, ocupa muy poco espacio en la serie) con su vasallo Nuño (Álvaro Rico). A los defensores de la moral viejuna, los auténticos ofendiditos, esos que ponen el grito en el cielo por el hecho de que el hijo de Superman sea bisexual o lloran amargamente porque James Bond ya no es el hombre machista que solía ser, se les ha debido de escapar esta segunda temporada de El Cid, en especial, esta subtrama gay, porque no se les ha oído lamentarse por ella. Cuando se enteren se llevarán un buen disgusto porque, claro, dónde se ha visto una relación amorosa entre dos hombres en una serie de época. ¡Y encima en una serie sobre El Cid! Lástima que la historia se interrumpa de forma abrupta y dure tan poco. Ojalá la serie tenga una tercera temporada todo hace indicar que así debería ser, aunque Amazon estrenó la segunda en mitad del verano, lo cual no parece muy buena señal. Veremos. 

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