El Cid

 

El Cid, la serie que Amazon Prime Video estrenó hace unas semanas, está tan lejos de ser la impecable serie de calidad que aspiraba a convertirse como de ser el bodrio infumable que afirman con palabras gruesas algunos críticos. Creo que estamos demasiado habituados a definirlo todo, una serie, una película o un libro, como una obra maestra o como un desastre sin paliativos, sin términos medios. Y, en realidad, la mayoría de las producciones audiovisuales se sitúan en la clase media, con virtudes y defectos, con aciertos y errores. En El Cid encontramos buenas interpretaciones al lado de otras muy pobres, grandes actores junto a otros que parecen estar sólo divirtiéndose disfrazados de época, escenas atractivas junto a otras poco defendibles, momentos de tensión narrativa junto a otros bastante poco memorables, algún diálogo bien construido al lado de otros pobretones.


Es posible que las demoledores críticas sobre la serie me predispusieran de algún modo y rebajaran tanto mis expectativas que, al final, terminé de verla pensando que no era para tanto el destrozo anunciado, que no estaba tan mal. Posiblemente el hecho de ser la serie española con más presupuesto hasta la fecha, sumado a que aborda una figura siempre polémica y envuelta en leyenda y épica, expliquen la decepción de tantos críticos. Quizá esperaban mucho más. No puedo decir que El Cid me parezca una serie extraordinaria ni dejo de ver sus errores, pero creo que también tiene no pocos aciertos. Me resulta imposible despreciarla y no rescatar absolutamente nada de ella. No me parece justo ni equilibrado, sinceramente.

Esperaba más, sí. Es cierto que la serie no alcanza los niveles que cabría esperar, pero no me sangran los ojos al verla ni pienso que sea una serie espantosa. Los guiones son mejorables, hay demasiados amoríos y le falta la épica y la grandeza que puede esperarse en una serie sobre El Cid. A veces la tensión narrativa decae demasiado, algo especialmente grave al tratarse de una serie de apenas cinco episodios, pero la escenografía y la recreación de la época son magníficas, como lo es una escena de batalla del cuarto capítulo, que nada tiene que envidiar a otras grandes producciones

Por cierto, hablando de otras grandes producciones, en algunas de las críticas a la serie se le ha afeado que intenta ser Juego de tronos y no lo consigue. Creo recordar que en los tiempos del Cid no había dragones, pero no me hagan mucho caso. Esa comparación reiterada de cualquier serie medieval o de acción con Juego de tronos, creo, dice más de quienes recuerdan esa serie constantemente que del trabajo de los que abordan otras historias, con su presupuesto y sus ambiciones narrativas. 

Parece evidente que la serie está hecha para continuar durante más temporadas. Esta primera tanda, que sólo tiene cinco capítulos, muestra apenas el comienzo de la historia del Cid. Puede que de ahí provenga también parte de la decepción de algunos espectadores y críticos. Estos cinco episodios no dejan de ser una carta de presentación, una introducción a la historia de este personaje tantas veces glorificado y que tanto conviene humanizar, porque era un personaje fascinante, mucho más rico que la imagen que se dio de él durante tantos años. 

No puedo dejar de ver cierta pedantería en algunas de las críticas a la serie, porque se insiste mucho en que está protagonizada por actores jóvenes (cosa no extraña, teniendo en cuenta que muestra al personaje en su juventud), que es una serie española (ese estereotipo de que todo lo que se hace aquí es más pobre que lo proviene de fuera) y también cierto politiqueo en algunos casos, ya que hay quien ha criticado la serie sin verla sólo por unas declaraciones del protagonista, Jaime Lorente, hablando sobre la derecha y sobre la politización del Cid. Esto de no separar  las opiniones de los actores o directores de su trabajo, que tan de moda está, es cada día más absurdo, porque lo que piense o deje de pensar un actor sobre cualquier cuestión política no influye en absoluto a su interpretación ni a a la calidad de la serie en la que es protagonista. Parece mentira tener que recordarlo.

Al final me ha quedado más una crítica de las críticas a la serie que una crítica sobre la serie en sí. No creo que marque una época en la historia de la televisión ni, desde luego, es la mejor serie que he visto, pero merece darle una oportunidad

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