Los Juegos, a pesar de todo


Hoy, 23 de julio de 2021, empezarán los Juegos Olímpicos de Tokio 2020. Cosas de la “nueva normalidad”, una anomalía más derivada de la pandemia. Ni siquiera los Juegos Olímpicos se salvaron el año pasado de la hecatombe mundial del Covid-19. Hoy, con un año de retraso, vuelve la fiesta olímpica. Lo hará sin público en las gradas y con temor a nuevos contagios en la villa olímpica. Con protocolos de seguridad y test PCR a todas horas. Con un ambiente más desangelado y muy condicionado por la pandemia. Pero vuelven los Juegos. Vuelve esa emoción única de esta cita que cada cuatro años centra las miradas de todo el mundo. Vuelve la fascinación de los Juegos, que forman parte de nuestra vida, independientemente de que seamos más o menos aficionados al deporte.

Los Juegos no van exactamente de deporte, o no sólo. Hay algo de atracción incondicional para millones de personas en todo el mundo. Ese atractivo único de la ceremonia de inauguración, con los abanderados de todos los países, sonrientes, lanzando un mensaje al mundo. Esa fabulosa concentración de historias de deportistas de muy diversas disciplinas y procedencias. Esa atracción que despiertan los deportes de los que, entre unos Juegos Olímpicos y otros, nada sabemos, pero que nos enganchan cada cuatro años, incluso aunque no entendamos del todo sus normas. Sabemos bien que los Juegos también son un gran negocio, pero esa idea romántica de recuperar esa idea de la antigua Grecia, el encuentro de miles de deportistas procedentes de todo el mundo, la pasión y la intensidad de cada competición, el espíritu olímpico y la lírica de los Juegos, pesan más que los recelos que pueden provocar, y provocan, los tejemanejes del COI. 

Cada vez que llegan los Juegos Olímpicos, inevitablemente, recordamos todo lo vivido en ediciones anteriores. Y eso, el ir construyendo recuerdos asociados a los Juegos, el entender que los Juegos forman parte de nuestra vida, también engrandece esta cita. Mi primer recuerdo de los Juegos fue la ceremonia de inauguración de Barcelona 92, cuando no tenía aún cinco años. De lo estrictamente deportivo de aquellos Juegos apenas recuerdo nada y lo que he sacudí es lo que tiempo después he visto en reportajes sobre ese hito en la historia reciente de nuestro país. Recuerdo algo más Atlanta 96, en los que siempre pensé que las críticas a su organización se acentuaban todavía más para remarcar la diferencia entre los organizadores de la cita en Estados Unidos y el éxito de cuatro años antes en España. 

Sydney 2000 fueron los primeros Juegos en los que perdí horas de sueño para ver algunas de las competiciones. Quizá fueron los Juegos que seguí con más pasión. Aquellas dos semanas de verano, todo giraba en torno a las competiciones olímpicas. Cuatro años después fue el turno de Atenas, con el guiño a la historia en la que se basa esta prueba, el mayor acontecimiento deportivo del mundo. Pekín 2008 dio pie a que algunos (pocos) deportistas valientes denunciaran la falta de respeto a los Derechos Humanos en China, y también dejó un buen número de grandes espectáculos deportivos. En 2012 tuvimos que admitir que Londres, que derrotó a Madrid en la lucha por organizar aquellos Juegos, bordó la organización, y Río 2016 tuvo el encanto de los primeros Juegos celebrados en América Latina. 

De Tokio 2020, en 2021, podemos esperar la proverbial gran organización de los japoneses. Cada cual tendrá ya su agenda preparada, los deportes que no se pueden perder. A mí, más allá de mis preferencias, como el ciclismo, con las pruebas en ruta masculina y femenina que se disputarán este fin de semana, o el baloncesto, que ofrecerá el ultimo baile de la selección, encabezada por Pau Gasol, me atrae un poco todo. El atletismo, que es el deporte rey. Las aguas bravas, tan divertido y emocionante. El balonmano, el hockey. Todo lo que se pueda, teniendo en cuenta el horario nipón y lo que se pueda encajar con el trabajo, claro. Unos nuevos Juegos Olímpicos, incluso tan raros y sin público como estos, son una nueva oportunidad para acrecentar nuestra pasión por este acontecimiento deportivo. Empiezan dos semanas fabulosas, que a algunos nos endulzarán la vuelta al trabajo y a otros les condicionará un poco, pero para bien, las vacaciones. ¡Felices Juegos! 

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