Historia general del Carnaval de Cádiz

 

El saber enciclopédico que demuestra David Monthiel en Historia general del Carnaval de Cádiz, editado por  El Paseo, puede llegar a abrumar al lector, pero lo he disfrutado muchísimo. El autor recorre los principales hitos y protagonistas de "esta poderosa maquinaria de creatividad popular llamada Carnaval de Cádiz”. Lo mejor es dejarse envolver por la esencia de esa fiesta del ingenio, la guasa y la crítica social, que tan bien capta este libro, desde sus orígenes hasta las más recientes agrupaciones. El libro es de lectura obligada para todos los enamorados del Carnaval gaditano y los que aún no lo sean. 


Explica el autor que la primera mención histórica al Carnaval de Cádiz fue la de Agustín de Horozco en 1591, en la que cuenta que “en tiempo de carnestolendas la gaditanía lanza las flores de las retamas para divertirse”. Ya entonces, aquella fiesta despertó quejas de los católicos. En aquellos orígenes del Carnaval jugó un papel central la posición geográfica de Cádiz  y su puerto. "Entre Venecia y lo que bebía de vuelta del Nuevo Mundo se forja lo ecléctico y libérrimo de la fiesta”, leemos. Hay huellas de los esclavos negros en el Carnaval de Cádiz y en la ciudad, como los villancicos de las comparsas de los negros. 

El libro deja claro desde el principio que el Carnaval gaditano no es sólo el Concurso Oficial de Agrupaciones, que se celebra en el Falla. Es parte central de la obra, por supuesto, pero también hay una gran presencia del Carnaval callejero, el más libre e indómito. Precisamente un incendio en el Gran Teatro de Cádiz en 1881 fue el que dio paso a la construcción del Falla, financiado por los prohombres de la ciudad. La obra duró 24 años. Desde el principio, en el teatro se vive el ambiente festivo en el público, con interrupciones, abucheos y gritos que aún hoy pervive en el Falla, llevando la guasa callejera al Falla. 

El Concurso se inicia de forma oficial en el 1896. En la obra se hace un recorrido por algunas de las más famosas agrupaciones de la historia del Carnaval. Es imposible mencionarlas todas. De la de Las Viejas Ricas, una de las más populares de finales del siglo XIX, dijo la crítica que contenía "tangos chabacanos e indecorosos”. A Antonio Rodríguez, el tío de la tiza, le llama el Hayden de la calle Rosario Cepeda, y a Manuel López Cañamaque, el Bach de la calle Pasquín. Las agrupaciones empiezan pronto a hacer giras por toda España, se populariza la fiesta y no para de crecer, hasta que llega el franquismo y directamente prohíbe el Carnaval. 

Una de las partes más impactantes del libro es aquella en la que habla de la represión sobre la gente del Carnaval, incluidos varios asesinatos. Años después, el franquismo recuperó la fiesta del Carnaval para levantar los ánimos de la población en la posguerra, pero sin llamarlo así y procurando quitarle cualquier componente crítico y ácido. Las agrupaciones  idean letras con doble (o triple o cuádruple) sentido para burlar la censura. El Carnaval no fue igual bajo el franquismo, pero no llegó a desaparecer. Es curioso, por ejemplo, lo ocurrido en el año 1955, en el que el Cádiz subió a segunda división, Franco entra en la ONU y se produce la guerra de los tenéis entre Los marcianos y Los bichitos de luz. Casi nada. O lo sucedido en 1962, cuando Camarón de la Isla participó en una chirigota. 

Con la Transición llegó un nuevo resurgir del Carnaval. Desconocía, por ejemplo, que los derechos del estribillo "qué bonito está mi Cai", creado por José María Ramos, Requeté en 1979, los cobró durante años un autor impostor que lo hacía registrado en la SGAE. Es una de las muchas anécdotas que aparecen en la obra, como el hecho de que Antonio Martín sea el único autor de la historia del Carnaval que ganó los tres primeros premios en las tres modalidades del concurso, en 1990. 

Pero quizá la historia más jugosa de las que cuenta la obra es la ocurrida en el Falla el 23 de febrero de 1981, el día del golpe de Estado de Tejero ("los golpistas no respetan ni que estamos en Carnaval”). Al día siguiente, actúa en el Concurso el cuarteto “Cuatro parlamentarios parlanchines y Estrafalarios”. Sebastián Pérez, componente del cuarteto, sale al escenario vestido de guardia civil, con una pistola en la mano. Grita “Todo el mundo al suelo” y, tras el impacto inicial en el público, añade “¡no, al suelo no! ¡Mejor to el mundo de pie y a cantar, que estamos en Carnaval!”

El libro no olvida a las mujeres, presentes desde siempre en el Carnaval callejero, y todavía demasiado poco en el Concurso. Desde 1989, Canal Sur emite por televisión el Concurso, lo que provocó importantes cambios en la fiesta. Uno de los últimos grandes duelos del Carnaval  es el que se dio durante muchos años entre la poesía de Aragón y la narratividad de Ares. Historia general del Carnaval de Cádiz, en fin, es un libro maravilloso, un viaje en el tiempo y en el espacio a esta fiesta del ingenio gaditano, a la que existe y queremos ir lo antes posible, y también a la que ya no existe, pero cuya memoria perdura. 

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