Tenet

 

Hay una escena en el primer tramo de Tenet en el que una científica le explica a un anonadado protagonista cómo funciona uno de los aspectos clave de esta película de viajes en el tiempo de Christopher Nolan. "No intentes entenderlo sólo siéntelo", le dice. Parece el mejor consejo para enfrentarse a este filme y a la mayoría de las creaciones de Nolan. Es un director al que le gustan las tramas enrevesadas, jugar con el tiempo (su gran obsesión) y luego explicar lo que ha pasado en los planos anteriores, para sorprender al espectador. A algunos, más que sorprenderlos, los mosquea. Nolan, acostumbrado a una abrumadora unanimidad que elogia su trabajo, ha visto esta vez más división de la crítica. Creo que Tenet es más intrincada y menos deslumbrante que otras películas suyas, como Interstellar o Dunkerque, pero sigue siendo muy interesante. 

La grandiosidad de las películas de Nolan, y no sólo hablo de su presupuesto, sino también de la complejidad de las tramas y las subtramas, la propia grandilocuencia con la que a veces el propio Nolan entiende su trabajo y habla de él y el debate que siempre generan sus películas, todo esta grandiosidad, digo, da una idea de la trascendencia del director estadounidense, más allá de que te guste o no. Hay referentes indiscutibles, independientemente de la opinión que te merezca su trabajo. Es uno de esos pocos directores de cuyas películas se habla siempre, que provocan todo tipo de reacciones salvo la indiferencia, de las que se discute pasado el tiempo y que despierta adhesiones incondicionales fascinadas o ataques despiadados, pero nunca deja a nadie frío. 

Esta vez la historia es apasionante, es el más difícil todavía en esa obsesión de Nolan por jugar con el tiempo, las distintas dimensiones temporales y la ciencia ficción, a su manera. El mundo se enfrenta a una tercera guerra mundial, pero que no será nuclear, sino temporal. Literalmente, temporal. La sociedad del futuro quiere destruir a la del pasado, porque le ha dejado un mundo destrozado. Pero, claro, si el futuro termina con el pasado, ¿no estará también terminando con su propio presente? 

De entrada, suena raro y complejo. Y la complejidad de la trama, es verdad, va a más a medida que avanza la historia. Pero, de nuevo, conviene seguir el consejo con el que empezaba esta crítica: no hace falta entenderlo todo. Algo que me encanta del cine de Nolan es que te deja pensando en lo que ha ocurrido y quedan siempre espacios en blanco, porque está abierto a distintas interpretaciones. Eso es maravilloso, lo que no quiere decir que haga falta redactar tesis doctorales para explicar la película. Las películas no se explican, eso es una ordinariez. Nolan quería contar algo y él tendrá muy claro todo lo que pasa, o no, quién sabe, pero eso, creo, no es lo importante. 

Es cierto que al director le gusta siempre plantear escenas de grandes revelaciones, que le dan un sentido distinto a escenas anteriores. Lo vimos en Interstellar y también en Tenet en varios momentos. La historia se va explicando a sí misma a medida que se enreda. Nolan entiende el cine como un fastuoso y deslumbrante entretenimiento y creo que ésa es la clave de Tenet. No explicar cada detalle, cada plano, cada momento del filme, no, sino contemplar la película con absoluta tensión, terminar de verla y tener ganas de volver a ella, estar pendiente de las claves que va esparciendo el director, de esas miguitas que va soltando. Al final, Tenet va de eso. Nada más. Nada menos. De disfrutar con la intriga de la trama, de asistir a la personal mirada de Nolan de una película que es de todo menos convencional, aunque se trate de salvar al mundo de la destrucción, como en tantas y tantas historias. 

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