Disney y los auténticos ofendiditos

 

Disney Plus anunció la semana pasada su decisión de retirar algunas de sus películas, como Dumbo o Peter Pan, del catálogo para los perfiles de menores de siete año. Repito, del catálogo de los perfiles de siete años. En absoluto las retira de la plataforma. Es decir, se podrán seguir viendo sin el menor problema, a pesar de lo cual la medida ha causado la habitual indignación en las personas que demuestran tener mucha más disposición a indignarse con todo lo que suena a diversidad que comprensión lectora. De entrada, ya digo, tengo dudas de que los indignados con la decisión de Disney sepan exactamente de que estamos hablando. No, no se eliminan estas películas, simplemente dejarán de poder verse desde perfiles de menos de siete años. Algunos titulares hablaban de que quedarían reservados para adultos, de lo que podemos deducir que hay quien cree que una persona de ocho años es adulta. 


Lo curioso del caso es que ha sido la enésima demostración de cómo algunos proyectan en los demás lo que llevan dentro. Ellos se ofenden por cualquier cosa, ven por todas partes amenazas serias para la cultura occidental y se niegan a pensar ni medio minuto sobre representatividad en el cine o sobre cómo los prejuicios y estereotipos se han reflejado (y se reflejan) en las pantallas. A ellos que no les toquen sus clásicos ni se les hable de diversidad en el cine, porque enseguida te acusarán de ofendidito por atreverte a simplemente a preguntar sobre cuestiones que no les inquietan lo más mínimo, porque ellos que han vivido siempre viéndose reflejos en las historias del cine, repletas de hombres blancos heterosexuales. No parecen tener ninguna gana de pararse a pensar o a intentar entender a los demás, no digamos ya a autoexaminarse. Es una pena. Prefieren manipular la realidad, exagerarla hasta el extremo y hacerse, ellos sí, los ofendidos. 

Ellos son los auténticos ofendiditos, superindignados en cuanto cualquier plataforma muestra cierta sensibilidad sobre cuestiones de representatividad, con mayor o menos acierto, que ésa es otra cuestión. Tiene su gracia que sean precisamente ellos los que llaman ofendiditos al resto, sólo porque se cuestionen lo establecido durante décadas y hagan preguntas, o incluso sencillamente porque no compartan su sentido del humor o no le vean la gracia a los chistes de mariquitas o a los que tienen un tufo racista. Es otro clásico de los auténticos ofendiditos eso de criticar la falta de sentido del humor en los que no comparten sus gustos o sus opiniones, sin pararse a pensar que tal vez es sólo que tienen un sentido del humor diferente. 

Es una lástima que los auténticos ofendiditos reaccionen de forma tan furibunda ante decisiones como esta de Disney o como la de HBO de avisar con unos rótulos del contexto de Lo que el viento se llevó, pero nunca, nunca, nunca se planteen una mínima reflexión o un cierto espíritu crítico. Por cierto, Lo que el viento se llevó está disponible en tres plataformas en España y es sencillo comprar la película en dvd. No parece que corra excesivo riesgo de desaparición, afortunadamente. Los ofendiditos pueden estar tranquillos. Ellos lo tienen todo muy claro, no necesitan que nadie les venga a hacer ver los prejuicios de las historias clásicas, no con afán de prohibirlas, en absoluto, sólo para abrir debates interesantes y razonables en el siglo XXI, sin dogmas ni actitudes reaccionarias. Los auténticos ofendiditos jamas aceptan reflexionar o pararse a pensar, nunca se les oye ni media palabra sobre el racismo o el machismo, pero ay cómo alguien ose decir que una película difunde estereotipos racistas o machistas, entonces se ven en la obligación de alzar la voz en defensa de Occidente ante la conspiración globalista que los persigue, pobres.

Claro que hay neopuritanos absurdos que querrían ver prohibidas las películas que no les gustan. Claro que hay personas que creen erróneamente que el hecho de que una película les ofenda justifica por sí solo que sea retirada de todas partes. Claro que hay que gente que se pasa por los dos extremos, pero es divetidísimo ver a estos héroes de la cultura occidental llamar a otros ofenfididitos mientras ellos mismos se ofenden por cualquier tontería.

No hay que retirar ninguna película. Repito, no hay que retirar ninguna película. Pero de ahí a que ni siquiera se pueda hablar sobre la ausencia de diversidad en ciertas historias o sus tics racistas, va un trecho. Al contrario que los auténticos ofendiditos, no creo que el mundo se hunda porque para ver Peter Pan en Disney + necesitemos tener un perfil de más de siete años, oh Dios mío. Me imagino hordas de menores de siete años aterrorizados porque no podrán ver Dumbo desde su perfil y tendrán que pedirle a sus cuidadores que se le pongan desde otro perfil, por dios, que la cultura occidental está en juego.

Los auténticos ofendiditos tienen siempre un tuit listo para criticar a los malvados buenistas, pero jamás media palabra para criticar las injusticias. Siempre dispuestos a ridiculizar e ironizar las causas sociales, jamás comprometidos con la igualdad. Siempre encantados de defender a las películas con estereotipos racistas, pero nunca dispuestos a criticar el racismo. Los auténticos ofendiditos también son cargantes adalides de la incorrección política, convencidos de que deben hablar y de que el mundo, este mundo a la deriva porque simplemente se cuestiona ciertos tics retrógrados en algunas películas antiguas, necesita sus opiniones y su falsa defensa de la libertad de expresión. En realidad, son los mismos que luego critican que en cada serie de Netflix aparezca un personaje no heterosexual (ellos ven gays por todas partes) o no soportan que se rueden historias desde miradas distintas a la dominante en las últimas décadas, en toda la historia del cine. Pero, eso sí, son los superdefensores de la libertad de expresión. 

Los auténticos ofendiditos, alérgicos al paso del tiempo, también parecen tener problemas para entender que las sociedades cambian. A veces, incluso, para bien. Los chistes de mariquitas y negros no nos hacen gracia. ¿Tenemos que pedir perdón por ello a los ofendiditos? ¿No comprenden que la sensibilidad de las sociedades varían con el paso del tiempo? ¿Tenemos que ver con buenos ojos ciertas ridiculizaciones racistas de películas antiguas, no vaya ser que la humanidad se hunda por nuestra sensibilidad? Pobres ofendiditos, no ganan para disgustos, un día no pueden ver Dumbo desde un perfil de menores de siete años y al siguiente alguien les dice que no les divierten los gags machistas de los años 90. ¿Qué será lo próximo?

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