Cine, racismo, visibilidad y excesos

Nada celebran más quienes se oponen a una causa justa que ver a los defensores de ésta cometer excesos, desbarrar, caer en radicalismos que caricaturizan su legítima y necesaria lucha. Estos días se ha hablado mucho de la decisión de HBO de retirar, primero, y rotular con avisos sobre el racismo, después, Lo que el viento se llevó. La medida llega después de la oleada de protestas contra el insufrible y repugnante racismo que persiste en Estados Unidos y que acabó con la vida de George Floyd, víctima de un abuso policial. La medida de HBO ha sido muy duramente criticada, con razón, pero, como siempre, el debate se ha ido a los extremos.


Poco más puedo añadir a quienes han afirmado estos días que al cine, no digamos ya a una sola película, no se le puede pedir que sea aleccionador, ni que tenga moralejas. El cine, el arte en general, no debe responder más que por su propia calidad narrativa. Un cuadro no dejará de ser bueno porque lo haya pintado un asesino. Una película no dejará de ser interesante o de estar bien contada porque contenga personajes racistas o refleje sistemas injustos. Quien le pida al cine que le instruya o le enseñe historia quizá haría bien en leer libros de Historia. Es absurdo. No tiene mucho más recorrido. Ni Lo que el viento se llevó ni ninguna otra película debe ser censurada ni boicoteada. Punto. 

Tampoco se les debe exigir a las películas que reflejen la diversidad de la sociedad. Porque la ficción es ficción. Y punto. Dicho esto, insisto, se pierden demasiados matices en la discusión. Teniendo claro que no se debe censurar películas y que la creación artística debe ser libre, que cada creador debe poder contar la historia que considere como considere, se abren interesantes debates y se encuentran no pocas contradicciones en algunos de los que de forma más vehemente han  puesto el grito en el cielo por la decisión de HBO (por supuesto, muchos los que la han aplaudido también tienen una buena ración de contradicciones).

Por ejemplo. Se dice, y es verdad, que Lo que el viento se llevó refleja su época, que no podemos castigar  aun filme por hacer tal cosa. Y tienen razón. Cómo no la van a tener. Pero, claro, algunas de esas mismas personas que defienden eso se rasgan las vestiduras por ver que, oh dios mío, hay más personajes no heterosexuales en las películas y las series últimamente, o que hay historias de mujeres o de minorías étnicas que empiezan a contarse tímidamente y que durante demasiado tiempo fueron silenciadas. ¿Acaso estas personas no son tan comprensivas con el hecho de que Lo que el viento se llevó refleje su tiempo? ¿Tienen un problema, entonces, con el tiempo en el que viven, con que haya películas que cuenten otras historias desde otros prismas?  

Una cosa es decir que el cine tiene que contar la historia o que tiene que ser diverso por norma o cualquier patraña de ese estilo y otra bien distinta es sentirse ofendido porque ahora, vaya por dios, hay historias más diversas en las pantallas. ¿Son los mismos quienes defienden a Lo que el viento se llevó pero entran en shock cuando ven historias protagonizadas por mujeres fuertes? ¿No les desagrada el racismo en películas antiguas pero sí el antirracismo o el feminismo en películas modernas? A ver si su aparente defensa de la libertad de expresión y la libertad creadora va a ser otra cosa un poco menos confesable. 

Me preocupa que la lógica y razonable crítica a HBO por su incomprensible decisión respecto a Lo que el viento se llevó nos lleve a otro extremo, ese que condena la diversidad en cualquiera de sus formas en el cine. Insisto, ¿no quieren ver reflejado cada tiempo, cada época, en el cine? ¿Qué problema tienen entonces con historias de hoy en día con más personas que no sean hombres, blancos y heterosexuales? 

A partir de ahí, y si de verdad esto va de defender la libertad creadora y tratar a los espectadores como adultos, insisto, no hay debate posible. No necesitamos que nadie nos explique el contexto de una película o que nos diga lo que debemos ver o no. Todo, y cuando digo todo es todo, puede ser abordado en una película. Es absurdo pretender hacer un revisionismo puritano del cine clásico. Y del moderno. Nadie que vea Homeland se querrá convertir en un terrorista o en un agente de la CIA. Nadie con un poco de comprensión lectora echará en cara a Friends su ausencia de diversidad, como si todas las películas del mundo debieran ser diversas y ejemplares, como si no hubiera historias oscuras sobre auténticos seres miserables y odiosos que fueran obras maestras. Eso está claro. ¿Tenemos igual de claro que la visibilidad y la diversidad, no forzada, no por norma, no mal hecha, son también bienvenidas en el cine, porque lo enriquecen? 

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