Dioses y héroes de la antigua Grecia

 

"Casi todas las artes y ciencias útiles nos fueron dadas por los antiguos griegos: la astronomía, las matemáticas, la ingeniería, la arquitectura, la medicina, la economía, la literatura y el derecho. Incluso el lenguaje científico moderno está formado mayoritariamente por palabras griegas. Ellos fueron el primer pueblo de Europa en escribir libros; y dos largos poemas de Homero -acerca del asedio de Troya y sobre las aventuras de Odiseo- se leen todavía con placer, aunque su autor viviera antes incluso del 700 a. de C.” Así comienza la introducción de Dioses y héroes de la antigua Grecia, de Robert Graves. Es difícil explicar en menos palabras la fascinación de la antigua Grecia y cuánto le debemos. También debe de ser complicado, hercúleo, incluso, condensar en tan pocas páginas tantas leyendas sobre dioses y héroes de aquella civilización de la que somos herederos. Graves lo hace con maestría. Lo hizo hace décadas, pero yo lo he leído ahora, y qué son unas pocas décadas si hablamos de historias tan lejanas y, pese a ello, tan llenas de vida, tan apasionantes. 


Comienza el libro presentando a los dioses y las diosas que viven en el Olimpo, con un estilo ágil, divertido y muy directo, que nos acompañará durante toda la obra. A partir de ahí se suceden las historias de la antigua Grecia, que invitan a acercarse a esa civilización y a conocer más sobre aquello en lo que creían y lo que les movía a actuar. Con cada historia percibimos hasta qué punto somos hijos de Grecia. Por ejemplo, leemos la historia del huerto del Elíseo, que siempre estaba bajo la luz del sol, donde se enviaba a los espíritus buenos en el Tártaro. Elíseo, de donde toman su nombre el Palacio del Elíseo y los Campos Elíseos de París. 

También es atractiva la historia de Maya, madre de Hermes, por quien se llama así el mes de mayo, o la de la madre de Orfeo, Calíope, una de las nueve musas, la que inspiraba a los poetas. Nos encontramos en estas páginas con dioses pasionales, vengativos, iracundos, divertidos, fiesteros. Dioses muy humanos, que se pelean, se atacan, se enfadan, se reconcilian y se enamoran, se enamoran mucho. Sobre todo, Zeus, dios enamoradizo por antonomasia, cuyos enamoramientos desatan toda clase de desventuras. 

Esa herencia de Grecia se percibe también en el relato del cristianismo. Por ejemplo, el autor relata la historia del diluvio ordenado por Zeus en Arcadia, que evitó Deucalión construyendo un arca, que llenó sin sus rebaños y demás posesiones, tras ser avisado de lo que iba a ocurrir por su padre Prometeo. Nos suena de algo, ¿verdad? 

Por supuesto, Grecia está en todas partes, también en el cielo, con los nombres de las estrellas y las constelaciones. Orión, por ejemplo, que procede del gigantesco escorpión que envío Apolo a atacar Orión. Pero también en el día a día, como por ejemplo, la flor del narciso, "que inclina su cabeza con tristeza y mira su reflejo en los estanques". Hasta en la denominación de muchos países, por supuesto. Europa fue hija del egipcio Agenor y Zeus se enamoró de ella y la raptó, disfrazado de toro blanco. Dioses y héroes de la antigua Grecia, en fin, es un libro maravilloso que condensa en muy pocas páginas una gran cantidad de relatos de aquella civilización de la que somos hijos en todo, también en las historias que nos contamos. Todo está inventado, sí. Concretamente, todo está inventado por los griegos. 

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