¡Feliz y reivindicativo Orgullo!

Todo es diferente este año 2020, por culpa del maldito coronavirus. El Orgullo, claro, también. Madrid no lucirá más hermosa que nunca en estos días de reivindicación y celebración de la diversidad. No marcharemos rodeados de miles de personas, tiñendo de arcoíris las calles de la ciudad. Ni iremos a conciertos masivos. No haremos nada de eso, no podrá ser, pero el Orgullo sigue siendo tan necesario como siempre. O quizá más, vistas ciertas actitudes homófobas, tan agotadoras, tan extenuantes, que nos tomaríamos a broma si no hicieran tanto daño con su odio. 


Sigue siendo necesario, sí, en estos días y todo el año, recordar lo obvio. Que todos debemos tener los mismos derechos sintamos como sintamos, seamos como seamos, amemos a quien amemos. Que queda mucho camino por recorrer. Que las personas trans sufren odio, acoso e incomprensión de demasiada gente. Que ir de la mano de nuestra pareja por la calle no puede ser una actividad de riesgo. Que no merecemos miradas ni susurros ni faltas de respeto. Que no necesitamos que nos toleren, como a la lactosa, sino que nos respeten como seres humanos con los mismos derechos. Que no existe el orgullo heterosexual porque jamás nadie en ningún sitio fue discriminado por el mero hecho de ser heterosexual. 

Hoy, como ayer, como siempre, es importante recordar que el amor puede más que el odio, que no puede haber marcha atrás en materia de derechos y libertades. Hoy, como siempre, hay que recordar a quien no quiera oírlo o se niegue a aceptarlo que los derechos de personas LGTBI son Derechos Humanos. Que en un mundo de odio, fealdad y violencia, un beso no puede ofender más que a quien tiene un serio problema de odio. Que a los niños se les debe proteger de la homofobia y la intolerancia de algunos, no de la libertad a la hora de amar y sentir de otros. Que una sociedad más justa y libre no sólo beneficia a unos pocos, sino a todos. Que, como recordó Pedro Zerolo, en la sociedad que se reivindica cada Orgullo cabe todo el mundo, pero que en la sociedad en blanco  y negro de los retrógrados no entramos todos. Que avanzar en derechos para todos no resta derechos a los que ya lo tienen. Que siempre es buen momento para defender la alegría. 

Lo ideal del Orgullo sería que algún día dejara de tener sentido celebrarlo, porque ya existiera la igualdad real. No estamos en ese día. Hay 70 países en los que no ser heterosexual es un delito. En algunos de ellos está incluso castigado con la pena de muerte. Incluso en los países más avanzados, y sin duda España está entre ellos, las agresiones contra lesbianas, gays y transexuales siguen existiendo. El discurso del odio, promovido por el tercer partido con más diputados en el Congreso, sigue estando ahí, más envalentonado y crecido que nunca. Sigue habiendo muchas razones para celebrar el Orgullo, aunque sea desde los balcones, para que nunca en ningún sitio se tenga que celebrar desde el armario

La mejor demostración de que el Orgullo sigue siendo necesario son las reacciones de los cuatro retrógrados de siempre a cualquier gesto que muestre su apoyo a esa idea tan loca de que todas las personas tengamos los mismos derechos independientemente de nuestra orientación o identidad sexual. Ejemplos hay para regalar. Lo más llamativo es que los homófobos buscan excusas de lo más variopinto para no reconocer que sencillamente les repugna que se nos trate como a seres humanos a quienes no amamos o sentimos como ellos. Con enorme cobardía, buscan cualquier excusa antes de reconocer lo que piensan de verdad, y eso que van de políticamente incorrectos y de adalides de la libertad de expresión, de llamar al pan, pan y al vino, vino. Se opusieron al matrimonio homosexual porque no querían que se le llamara matrimonio, ay, qué puros defensores del idioma castellano, y siguen haciendo piruetas para no parecer lo que son. 

Veamos sólo algunos pocos ejemplos. Pablo Alborán cuenta al mundo que es homosexual. Hay reacciones abiertamente homófobas, por supuesto, pero también hay muchas que lo son, pero tapándose un poco. Esas mismas personas que hablan con sus compañeros de trabajo de su vida familiar, dicen que no quieren saber nada de la vida privada del cantante, que eso forma parte de su intimidad, que cada uno se meta en la cama con quien quiera (qué manía, por cierto, con sexualizarlo todo). Resulta que llaman vida privada a vivir libremente la identidad de cada uno. Lo que quieren decir de verdad no es que les da igual que Alborán, o quien sea, sea homosexual, sino que agradecerían que, ya que lo es, no lo vaya pregonando. Es decir, tu vida privada no me interesa... sólo si no eres heterosexual. 

Otro ejemplo maravilloso. Correos lanza una campaña que consiste en teñir de arcoíris unos pocos buzones, varias furgonetas y lanzar un sello conmemorativo del Pasaje Begoña, en Torremolinos, la cuna española de los derechos de las personas LGTBI. Arden las redes con las críticas homófobas, pero disfrazadas de críticas al coste de la campaña. Porque, claro, hasta ellos saben que en el año 2020 no está bien criticar algo sólo porque sea un tema de mariquitas. Tienen que buscar alguna excusa y la encuentran en el coste. Pero, vaya por dios, Correos explica que en menos de una semana ha recaudado con la campaña 16.174 euros, cuando su coste fue de 12.500. Es decir, la campaña se amortizó en pocos días y reportará no pocos beneficios a la marca, sobre todo, si se suma la repercusión en medios. Por el momento, se desconoce qué nueva excusa han encontrado los retrógrados para criticar la campaña, pero no me cabe duda de que alguna encontrarán. 



Último ejemplo. La Guardia Civil cambia su foto de perfil en Twitter para incluir la bandera arcoíris. Como quien lanza pan a las palomas, naturalmente, el tuit atrae en manada a los homófobos de siempre. Pero, de nuevo, muchos de ellos no dicen abiertamente lo que piensan, lo mucho que les repugna algo tan loco como respetar la diversidad y defender los derechos LGTBI, es decir, los Derechos Humanos. ¿Qué excusas buscan? Pues de todo un poco. Están los que dicen que la única bandera que puede lucir el cuerpo es la bandera española (no sé si la del aguilucho o la oficial), los que dicen que más vale tener algún gesto con los fallecidos por coronavirus y no con los homosexuales (por lo visto, ellos saben que no ha muerto ningún homosexual por la pandemia), los que dicen que tienen muchos amigos gays (un clásico) pero que esto ya es pasarse de tolerantes o los que dicen que hay un lobby gay poderoso que busca homosexualizar a todo el mundo. Para no ser homófobos y ni tener problemas con la diversidad, lo disimulan de maravilla. 

El odio y la incomprensión de los de siempre sigue ahí. Por eso es tan peligrosa y tan difícil de entender la división dentro del colectivo LGTBI, esta vez, por la forma en la que se preservan los derechos de las personas trans, la minoría dentro de la minoría, las más invisibilizadas, las que peor lo tienen. Sería muy osado por mi parte opinar sobre esta discusión teórica, pero sí tengo claro que, más que los marcos teóricos y esas discusiones de salón, lo que importa de verdad, lo imperioso, es proteger los derechos de las personas trans. No nos peleemos entre nosotros mientras siguen siendo las más discriminadas, las más odiadas, las más incomprendidas. No es justo y, además, nada alegra más a los retrógrados que ver peleas dentro de quienes defienden una causa tan justa. No caigamos en esa trampa. 

¡Feliz y reivindicativo Orgullo!

Comentarios

Mariola García González ha dicho que…
Feliz día del Orgullo, GRACIAS por este mensaje. Qué bonito eres y qué bonito escribes <3
Alberto Roa ha dicho que…
¡Muchas gracias, guapa! Tú sí que eres bonita. Gracias por leer.