Por qué es importante el gesto de Pablo Alborán

Porque a muchos jóvenes les ayudará a tener valor para salir del armario en sus casas. Porque solemos confundir privacidad e intimidad con miedo al rechazo. Porque normalizamos que en los trabajos se hable de la vida familiar de las personas heterosexuales pero demasiadas personas prefieren no escuchar lo mismo de las personas no heterosexuales. Porque desde su posición puede hacer una labor enorme a la que, desde luego, no está obligado en absoluto, pero que es muy de agradecer. Porque él y sólo él debe decidir cómo, cuándo y dónde salir del armario. Porque es una cuestión suya y de nadie más, pero su mensaje llega a mucha gente.



Porque hay personas que, desde la mejor intención, dicen sinceramente que no les importa a quien ame o con quién se acueste cada uno, pero también las hay que dicen eso queriendo decir en realidad que ya podíamos ser más discretos, que no hay que ir pregonando nada, siempre que no se sea heterosexual, por supuesto, si se es heterosexual, se puede pregonar todo. Porque somos hijos de un tiempo y de una educación, todos, que tiene no pocas dosis de homofobia interiorizada, incluso aunque no nos percatemos de ello. Porque, como decían las pancartas en las pioneras marchas del Orgullo, “nosotros somos”. Porque existimos. 

Porque sólo quien no ha pasado por ello puede creerse en la libertad de valorar que esta salida del armario llega tarde, como si conocieran las circunstancias personales de cada uno, como si este proceso tuviera sólo una forma de articularse. Porque a veces tres simples palabras, “no pasa nada”, lo significan todo. Porque la igualdad plena no existe en absoluto, como demuestran algunos de los comentarios a la noticia de ayer. 

Porque la vida privada es de cada uno, hetero, homosexual, bisexual o trans, pero quizá todos deberíamos reflexionar lo que nos lleva a considerar que declaraciones como la de Pablo Alborán no son necesarias hoy en día. Ojo, no que no deberían serlo en una sociedad ideal, sino que no lo son en la sociedad actual. Porque si crees que esto es sólo una cuestión de la vida privada de cada cual puede ser por dos razones: que lo pienses de verdad y, por tanto, no vaya dirigido a ti este mensaje, porque tú ya crees en la igualdad y la diversidad, o que en el fondo preferirías que los artistas gays no lo compartieran, pero luego no te chirría que un artista heterosexual hable de su pareja o de su vida familiar. 


Porque los comentarios homófobos llenos de odio e ignorancia, aunque minoritarios, demuestran que tenemos que seguir luchando. Porque la orientación o la identidad sexual no es el único aspecto relevante de la vida de nadie, pero sí es un aspecto relevante. Porque nadie debería vivir escondido u ocultando lo que siente. Porque cuesta mucho pasar de la tercera a la primera persona cuando hablamos de estas cuestiones. Porque en la sociedad hay una presunción de heterosexualidad que es la que, oh sorpresa, te lleva a no tener que contar a tus seres queridos que eres heterosexual.

Porque gestos así de personas conocidas mejoran y salvan vidas. Porque una sociedad en la que todas las personas pueden vivir su vida libremente es una sociedad mejor, más digna, más decente, y lo es para todos, sea cual sea su identidad o su orientación sexual. Porque, efectivamente, la vida privada de los demás no nos importa en absoluto, pero sí es tarea de todos que cada uno ayudar a los que nos rodean a poder vivirla sin traicionarse a sí mismo. Porque los colores del arcoíris son más inspiradores, vitalistas y luminosos que el blanco y negro de algunas mentes cerradas.

Porque, según un reciente estudio de la Complutense, los espacios de trabajo no son espacios de confianza para todas las personas no heterosexuales. Porque no podemos confundir nuestras vidas y nuestras circunstancias, privilegiadas y afortunadas, con las de otras muchas personas que sufren. Porque caminar de la mano de nuestra pareja del mismo sexo es algo que aún hoy nos puede costar una agresión o miradas de desaprobación. Porque el amor es más fuerte que el odio y a nadie debería ofenderle que se proclame. Porque, como dijo el propio Alborán, la vida es muy corta, demasiado corta para vivirla metida en un armario, añadiríamos. Porque sí queda gente a la que le molestan este tipo de gestos, aunque disfracen su rechazo de razones variopintas. Porque la valentía promueve más valentía. Porque la vida de cada uno es de cada cual, por supuesto, pero en nuestras acciones y nuestras decisiones también podemos mejorar las vidas de los demás. Por todo eso y por muchas más razones, el gesto de Pablo Alborán es importante. Bravo por él.

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