Polanski y los César, la enésima polémica

Doce nominaciones a los Premios César ha conseguido J'accuse, la última película de Roman Polanski. Pocos dudan de la calidad del filme, que retrata con maestría el escándalo Dreyfus. Los premios de la academia del cine francés reconoce la calidad de las películas rodadas el último año en aquel país, eso también parece fuera de toda duda. Pero las nominaciones a la cinta han despertado una enorme polémica en Francia. ¿La razón? No tiene nada que ver con la película ni con las dotes como cineasta de Polanski, sino con su pasado delictivo, ya que el director fue condenado por violación y ha sido denunciado en multitud de ocasiones por abusos sexuales. El debate, pues, no tiene nada de cinematográfico y mucho de político. 


El caso Polanski es uno de los ejemplos más extremos del recurrente debate sobre si debe o no separar al autor de su obra. La última vez que ocurrió algo parecido fue cuando la concesión del Nobel de Literatura a Peter Handke recibió fuertes críticas por la posición política del escritor durante la guerra en la antigua Yugoslavia. El caso de Polanski va más allá y nos lleva más al límite a quienes defendemos la separación absoluta entre la obra y su autor, ya que no es una cuestión de qué piensa el autor de este u otro asunto, ni siquiera de qué está acusado sin condena forme, como sucede con Woody Allen, absuelto por la Justicia en el caso que le persigue desde hace años. Aquí, directamente, Polanki está condenado por un delito de violación a una menor y huyó de la Justicia estadounidense. El caso aún da vueltas y Estados Unidos sigue reclamando su extradición, razón por la cual el director no ha vuelto a pisar aquel país. 

Evidentemente, el delito por el que Polanki fue condenado es repugnante. Nadie lo discute, sólo faltaría. Polanski. Como ciudadano, lo que hizo fue detestable, sin ningún ápice de duda. Polanski, además de un delincuente y de un prófugo de la justicia, es director de cine y siguió haciendo películas. De cuando en cuando, extraordinarias películas. Su trabajo, obviamente, no resta un ápice de gravedad a lo que hizo, porque nada puede restársela, porque fue espantoso. La duda es si ese delito que cometió resta calidad a sus películas.Yo tengo pocas dudas: una película es buena independientemente del historial de su director. Porque lo que se juzga, lo que premian los César, lo que esperan los espectadores, no tiene nada que ver con la vida del creador de la película.

Es un caso extremo, sí. Y a nivel personal Polanski no contará nunca con el más mínimo aprecio por mi parte ni por parte de muchas personas que sí somos capaces de apreciar su cine a pesar de lo que hizo. Sencillamente porque lo que hizo no influye en su trabajo. Un buen carpintero que haga sillas de madera artesanas excelentes no será peor carpintero porque acabe de asesinar a un vecino, o a su pueblo entero. Otra cosa es que debamos admirar a ese carpintero o que su maestría en su oficio le blindara ante la ley o ante la sociedad. Pero la silla seguirá siendo excelente y si existieran unos premios a los mejores artesanos, que seguro que existen, ese señor participaría en el mismo en calidad de artesano, no de asesino en serie. 

Comprendo que haya quien haga el esfuerzo de dejar de ver una buena película porque su autor es un delincuente. Entiendo las razones políticas y éticas de quien se aleja de la obra de alguien con semejante historial. Pero si de juzgar un trabajo artístico se trata, el trabajo artístico se defiende por sí solo. J'accuse, que en España se llamó de forma estúpida El oficial y el espía, es un preciso retrato del caso Dreyfus, que tanto dialoga con nuestro presente y muchos de sus males, como el odio al diferente o las mentiras. Y eso no cambiará ni por los delitos pasados de su director ni porque él, en caso de que sea así, se quiera presentar como el Dreyfus del siglo XXI, perseguido y acusado falsamente de un delito que no ha cometido. Todo eso es irrelevante a la hora de disfrutar de esa película, de dejarse envolver por ella, de reflexionar gracias a ella. ¿Es repugnante lo que hizo Polanki? Sí. ¿Se merece lo peor como ser humano por ello? Sí. ¿Dejan de ser buenas sus películas por ello? Obviamente, no. 

En Francia la polémica está servida y es de esperar que vaya a más si la academia de cine del país galo reconoce el filme de Polanski el próximo 28 de febrero, pero quienes agitan esa polémica están hablando de algo que no tiene nada que ver con la cultura ni con el cine. Ojo, es más importante, claro, pero es diferente, está en otro plano. Siempre ponemos el mismo ejemplo: si Hitler hubiera pintado una obra maestra, no sería menos impresionante porque su autor fuera el mayor asesino y criminal de todos los tiempos. Yo, al menos, no puedo modular mi reacción ante un cuadro o una película según cómo sea la vida privada de su autor o cuántos delitos haya cometido. 

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