Sapiens. De animales a dioses

Probablemente no descubra nada a nadie, porque el libro se publicó en 2013 y ha sido ya profusamente comentado y elogiado, pero Sapiens. De animales a dioses, de Yuval Noah Harari, es absolutamente fascinante. Deslumbra cada pasaje de esta “breve historia de la humanidad”, incluso aquellos que no cuentan nada no sabido ya o no especialmente rompedor, porque invita siempre a la reflexión, a cuestionárselo todo, a no dar nada por sentado. Se pueden destacar muchos aspectos de este ensayo (su ambición, su estilo ágil, su rigor), pero lo primordial es su tono, el ánimo con el que está escrito, decidido a romper prejuicios, a combatir ideas preconcebidas, a abrir la mente al lector. Invita el autor a no dar nada por sentado, a huir de la pereza intelectual y de los estereotipos, de las visiones simplistas y lineales de la historia.



Es un libro descomunal que se plantea cómo pudo el Homo Sapiens, un animal más, y no el más fuerte ni mucho menos, convertirse en el gran dominador del mundo y, en el futuro, en una especie de dios capaz de dar la vida, de crear seres biónicos y de transformar genéticamente a las personas, sin más límites que las que ponga la ética. El ensayo está lleno de planteamientos sugerentes y estimulantes. El principal es que la imaginación, la capacidad de inventar ficciones y unirnos en torno a ellas es lo que ha mandado la diferencia en la historia de la humanidad. Esas ficciones eran las religiones, sí, pero también las empresas, las naciones, el dinero o los Derechos Humanos. Todos ellos, capaces de aglutinar a muchas personas, de hacerlas cooperar entre sí, sólo porque creen en ellas, porque le dan un valor que no tiene a un trozo de papel con el símbolo del dólar, o porque piensan que algo especial les une a otras personas sólo por compartir con ellas la nacionalidad o el credo religioso. 

A veces lo más atractivo de este ensayo no es tanto lo que cuenta sino cómo lo cuenta, lo bien armada que está la obra, de forma que consigue mantener el interés del lector en todo momento. Es un libro que ayuda a ver el mundo de otra forma. Para empezar, plantea que "durante los últimos 10.000 años, Homo Sapiens se ha acostumbrado tanto a ser la única especie humana que es difícil para nosotros concebir ninguna otra posibilidad", pero no hay un único camino posible, ni todo aquello que ha ocurrido a lo largo de la historia de la humanidad era la única opción viable. 

Todo cambia con la aparición del lenguaje, un lenguaje mucho más flexible que el de otros animales.  "Es relativamente fácil ponerse de acuerdo en que sólo Homo Sapiens puede hablar sobre cosas que no existen realmente, y creerse seis cosas imposibles antes del desayuno. En cambio, nunca convenceremos a un mono para que nos dé un plátano con la promesa de que después de morir tendrá un número ilimitado de bananas a su disposición en el cielo de los monos". Dicho así, parece algo malo, nos contamos mentiras y demás. Pero, en realidad, también tiene una cara positiva, ya que "la ficción nos ha permitido no sólo imaginar cosas sino hacerlo colectivamente", es decir, podemos cooperar con muchos extraños con quienes sólo compartimos esas ficciones. Y esto es algo que diferencia para siempre a los hombres del resto de los animales

En el libro no se rehuyen, en absoluto, las consecuencias negativas de la extensión del Homo Sapiens sobre el resto del mundo. Por ejemplo, se da cuenta del tremendo impacto en la fauna de América de la colonización por parte de los sapiens. "Dos mil años después de la llegada de los sapiens, la mayoría de las especies únicas se habían extinguido. Según estimaciones actuales, en este corto intervalo Norteamérica perdió 34 de sus 47 géneros de mamíferos grandes y Sudamérica perdió 50 de un total de 60", leemos. Ya en la parte final del libro, el autor se pregunta si los hombres y mujeres de hoy en día somos realmente más felices que los de otros tiempos pretéritos, en los que vivíamos de la caza y la recolección. Ni mitifica el pasado ni dulcifica el presente, aporta datos, invita, una vez más, a la reflexión. 

El autor incluye en el libro multitud de ideas sugerentes, provocadoras incluso, como cuando compara el Código de Hammurabi y la Declaración de Independencia de Estados Unidos, y afirma que "para nosotros es fácil aceptar que la división de la gente en superiores y plebeyos es una invención de la imaginación. Pero la idea de que todos los humanos son iguales también es un mito. ¿En qué sentido todos los humanos son iguales entre sí? ¿Existe alguna realidad objetiva, fuera de la imaginación humana,  en la que seamos realmente iguales?". 

Yuval Noah Harari se pregunta por la discriminación permanente y sistemática, transversal en casi todas las culturas, a las mujeres, por el mero hecho de serlo. También desmonta algunas de las excusas que emplean las personas retrógradas para justificar su odio al diferente y a las minorías, como, por ejemplo, decir que la homosexualidad es antinatural. "La cultura tiende a aducir que sólo prohíbe lo que es antinatural. Pero, desde una perspectiva biológica, nada es antinatural. Todo lo que es posible es, por definición, también natural. Un comportamiento verdaderamente antinatural, que vaya contra las leyes de la naturaleza, simplemente no puede existir, de modo que no necesitaría prohibición. Ninguna cultura se ha preocupado nunca de prohibir que los hombres fotosinteticen, que las mujeres corran más deprisa que la velocidad de la luz o que los electrones, que tienen carga negativa, se atraigan mutuamente", leemos. Para grabarlo en piedra. 

Seguiría escribiendo mucho más tiempo sobre el ensayo, pero termino con algunas ideas más. La primera una cuestión en la que el libro, lamentablemente, parece equivocarse, cuando el autor afirma que “a medida que el siglo XXI va avanzando, el nacionalismo pierde terreno rápidamente”. No está claro que hoy siga siendo así, como él afirmó en la obra, publicada hace siete años. Otra cuestión relevante es la que aporta cuando afirma que "la edad moderna ha asistido a la aparición de varias religiones de ley natural nuevas como el liberalismo, el comunismo, el capitalismo, el nacionalismo y el nazismo". De nuevo, planteamientos sugerentes, casi provocadores. 

El autor remarca la importancia del reconocimiento de la ignorancia en el avance de la humanidad.  "Las tradiciones premodernas del conocimiento, como el islamismo, el cristianismo, el budismo y el confuncianismo, afirmaban que todo lo que era importante saber acerca del mundo ya era conocido"., afirma el autor. El nacimiento de la ciencia lleva al ser humano a reconocer que no lo sabe todo y a buscar respuestas. Algunas de ellas, por cierto, plantean cuestiones nada sencillas desde un punto de vista ético, como la clonación o el desarrollo de personas biónicas. Pero esa es ya otra historia, a la que se asoma el autor en el capítulo final de Sapiens, que ojalá nos cuente alguien de un modo tan fascinante como narra aquí la historia de la humanidad Yuval Noah Harari. 

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