No hay planeta B

Ahora que todo el mundo (o más bien todo Twitter) ha expresado su opinión sobre Greta Thunberg, va tocando que digamos también lo que pensamos del gigantesco drama que la joven activista denuncia. No negaré que el debate sobre el activismo, sus portavoces y los métodos de protesta puede ser interesante, pero lo es bastante más la cuestión de fondo. Enternece ver de repente a tanta gente preocupada por la estrategia que adopta el movimiento ecologista, ay, como si de verdad les preocupara lo más mínimo. En realidad, más parece que quieren esquivar el fondo de la cuestión ridiculizando la forma en la que se denuncia o su portavoz, aunque eso implique reírse de una joven de 16 años. Dirán que vivimos en una sociedad adolescente e infantil, pero lo que de verdad suena a parvulario es esa estrategia, por llamarla de alguna manera, que consiste en atacar a los portavoces de una causa justa que nos apela directamente a todos y nos invita a actuar, para quedarnos tranquilos y así pensar que ese problema no existe. Es un mecanismo mental infantil, este de verdad: nos reímos un rato de una chica de 16 años y el cambio climático ya no va con nosotros. Fastuoso. 


El asunto de fondo, insisto, importa mucho más que cualquier otro debate menor, ni digamos ya si se utiliza como excusa para no hablar de lo relevante de verdad de lo que se está hablando estos días en la Cumbre del Clima de Nueva York. Y el asunto de fondo es que no hay planeta B, que el tiempo se agota, que el calentamiento global se acelera, el deshielo de los océanos es una realidad y que no podemos hacer como que no pasa nada, porque pasa, vaya si pasa, y es muy grave. El negacionismo patán de tipos como Trump nos aboca al desastre. La denuncia de tantas personas que llaman a los países a actuar es un grito de auxilio por el planeta y conviene escucharlo. Afortunadamente, no todos los mandatarios internacionales son como Trump. Hay iniciativas esperanzadoras, como el proyecto de inversiones verdes anunciado por Alemania hace unos días. También hay avances en las finanzas sostenibles, por ejemplo. Hay avances, sí, pero son insuficientes y todos los demás debates vacuos que tanto nos entretienen carecerán de sentido si el cambio climático sigue por la senda en la que se dirige. 

Importa la cuestión de fondo. Me interesa más si esas personas que hacen burla de Thunberg reciclan en su casa, por ejemplo. Me interesa más saber si todos aquellos que echan una risa a costa del activismo ecologista hacen algo en su día a día para mejorar el planeta. Hay algo muy poderoso en el hecho de que sean los jóvenes quienes den un paso adelante para combatir el cambio climático: ellos no han contribuido al deterioro creciente del estado del planeta pero ellos sí pagarán la factura de los desmanes de otros. Parece bastante comprensible que los más jóvenes pidan cuentas y exijan a quienes les están dejando este desolador panorama que actúen antes de que sea demasiado tarde. 

De todas las críticas a Thunberg hay una que me parece especialmente alucinógena, aquella que conssite en decir que detrás del movimiento de la joven, vaya por dios, hay "intereses". Pronunciado esto alargando mucho la segunda y la tercera "e". Como para dar más miedo y asustar. Resulta que detrás de este movimiento hay alguien con intereses. Pues claro. ¿Alguna obviedad más que quieran compartir con nosotros? Eso sí, es curioso que cuando se dice de algún movimiento que tiene intereses detrás siempre se haga para desacreditar ese movimiento, cuando lo que se quiere decir en realidad es que esos intereses no coinciden con los suyos. 

Es igual que cuando se ataca a un movimiento de ser político, como si no fuera político todo en la vida, incluidas esas críticas a una causa social tildándola de política. En el fondo, es como decir que la lluvia moja, pero lo afirman muy serios, como queriendo compartir con el mundo la gran verdad que han descubierto, preocupándose mucho de abrirnos los ojos a todos. Sí, hay intereses detrás. No destruir el planeta, por ejemplo. ¿Que hay empresas de energías verdes interesadas en que la sociedad se conciencie del drama del cambio climático? Pues claro. ¿Que esas empresas hacen negocio? Como todas. Pero, ¿quienes atacan a esas empresas no tienen acaso sus propios intereses? ¿Y no chocan éstos con frecuencia con la sostenibilidad del medio ambiente? Podemos dudar o criticar cuanto queramos el papel de Greta Thunberg, pero combatamos el cambio climático, por favor, mientras lo hacemos. No hay planeta B y no hay tiempo que perder. 

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