Litus

Litus, la última película de Dani de la Orden, es la adaptación al cine de la obra teatral homónima de Marta Buchaca y se nota para bien. Ya dijo Alejandro Dumas hijo que todas las generalizaciones son peligrosas, incluida ésta. Pero, por lo general, el teatro suele aportar profundidad a las historias y diálogos poderosos. El teatro se asienta sobre la fuerza de la palabra y la labor de los intérpretes, que es clave, exactamente igual que esta película, cuyas virtudes sus herederas del sello teatral de esta historia. Esta película, como la obra en la que se basa, no es una comedia más sobre treinteañeros desnortados, ya que aborda un tema tabú, del que se sigue hablando entre nada y muy poco: el suicidio. Sólo por eso, es una cinta atractiva, que cuenta además con un elenco de muy alto nivel. 


El punto de partida del filme es muy sugerente: seis amigos se reúnen meses después del suicidio de Litus. Todos arrastran un sentimiento de culpa y una necesidad de entender lo que ocurrió. Necesitan explicaciones. También van a cuestas con ciertos reproches enfrentados. Hacen lo que pueden, pero se enfrentan a lo inimaginable. ¿Cómo pudo su amigo Litus, el que nunca se estresaba, el que siempre parecía feliz, el que relativizaba todos sus problemas, quitarse la vida? ¿Y cómo se fue sin despedirse? Es Toni (Quim Gutiérrez), el hermano de Litus, quien reúne a sus amigos en la que fue la casa del fallecido, para hablar de él y para decirles que Litus les dejó una carta a cada uno de ellos, pero que dejó instrucciones a su hermano para que no les entregara las misivas hasta pasado un tiempo. 

También acuden al encuentro Laia (Belén Cuesta), novia de Litus, que ahora sale con Toni; Pep (Miguel Fernández), quien ha triunfado en la música poco después de la muerte de Litus, quien le acompañaba a la guitarra en sus conciertos; Pablo (Álex García), el mejor amigo del fallecido, el que más entero parece estar, quizá el que más dolor arrastra; Marcos (Adrián Lastra), muy tocado anímicamente por una ruptura sentimental; y Su (Marta Nieto), ex de Marcos. Los secretos, los remordimientos, la dificultad de afrontar la pérdida de Litus y las desconfianzas, pero también la intimidad y la confianza de este grupo de amigos, entran en escena en esta tarde extraña y muy emotiva en la que todos recuerdan a Litus. 

Aunque pueda parecer un auténtico dramón, que a ratos lo es, la película también tiene momentos divertidos. Ese tono ligero, esa equilibrio entre el drama y la comedia, como la vida misma, es el mayor acierto del filme. El elenco de la película, en general, rinde a un nivel más que notable, aunque no todos están a la misma altura. Es casi milagroso que seis actores borden sus papeles. Aquí no sucede ese milagro, pero casi. Quim Gutiérrez, que fue premiado por su interpretación en el Festival de Málaga, está magnífico dando vida a Toni y protagoniza la que quizá sea la escena con más carga dramática, la más intensa, la más auténtica de todo el filme. También cumplen con creces con sus papeles Adrián Lastra y Belén Cuesta, en un papel más contenido y rico en matices que en películas anteriores. 

El primer tramo de la película es impecable, pero se va deshilachando algo a medida que avanza. Hay un par de momentos en el tramo final en los que da la sensación (siempre terriblemente subjetiva, claro) de que falta algo. Es una película irregular, en fin, pero valiosa. Hay alguna mención a la sociedad actual y sus vicios, como la dependencia de las redes sociales, pero son reflexiones más bien superficiales. Una de las subtramas de la película, la de la relación entre Marcos y Su, suena a demasiado vista ya, y por lo general el filme gana altura cuando los amigos comparten sus recuerdos sobre Litus y el modo en el que cada uno gestiona su pérdida, cuando se plasma lo importante que es querer a alguien tal y como es. No es una película perfecta, pero sí es una película interesante y valiente, que habla de algo de lo que pocas veces se habla de un modo tan directo. 

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