El rey león

Entré en el cine a ver El rey león, con su versión de live-action, pensando que los remakes de películas clásicas suelen aportar entre poco y nada, y que revelan una preocupante falta de originalidad por parte de los grandes estudios. 118 minutos después, salgo de la sala pensando lo mismo, pero reconociendo que he disfrutado con lo que he visto en pantalla. Mucho. Está claro que la nostalgia juega un papel importante, y quienes nos emocionamos en la infancia con la historia de Simba, acudimos bastante predispuestos a pasar un buen rato, sin más, a disfrutar de la misma historia de siempre, pero un poco diferente. Pero el caso es que, estando plenamente justificado el recelo hacia los remakes y teniendo muy claro que el mundo no se habría perdido nada si no se hubiera hecho esta nueva versión de la película, lo pasé muy bien.


Es una virguería. Las mismas escenas de la película original, calcadas, pero con imágenes de la naturaleza, reales, ni de animación. Eso y la tecnología que permite poner a hablar a los animales, algo que, por cierto, no me chirría, o no más que verlos hablar en la película original de dibujos animados. Suenan las mismas canciones, se repiten los diálogos, los cambios son mínimos e irrelevantes, porque lo que de verdad vale la pena de esta película es la historia, tan shakespeariana, de la huida de Simba después de que malvado tío Scar le hiciera sentir culpable por la muerte de Mufasa, el rey, padre de Simba, asesinado en realidad por Scar. Eso, Hakuna Matata, el regreso de Simba a su hogar, el ciclo de la vida, ese final que emula al comienzo. En fin, lo esperado, ni más ni menos, con una presentación nueva, bella, disfrutable. Nada más. Nada menos. 

Parece claro que Disney ha encontrado la gallina de los huevos de oro con los remakes de sus películas, como demuestra la avalancha de nuevas versiones de varias de sus cintas, con actores de carne y hueso. Por un lado, está claro que es una estrategia rentable para Disney. No hay que inventar nuevas ideas ni ser creativos, no se arriesga nada, porque se recurre a la fuerza de atracción de historias cuyo éxito ya se ha comprobado. Crear nuevos personajes e historias, eso tan engorroso de hacer cine, supone tomar riesgos, mientras que recurrir a los remakes es garantía de éxito. Es evidente, pero aun así, nadie nos obliga a pagar nuestra entrada y lo hacemos. Poco más que añadir

Además, El rey león no es una película más para Disney. Es una de las más exitosas de la compañía, como demuestra la longevidad tan inusual de su musical, por ejemplo, que lleva una décadas triunfando en la Gran Vía de Madrid de forma ininterrumpida. Así que, si Disney puede asegurarse ingresos (este remake ha roto taquillas y es ya la película con más recaudación de la temporada) y además, de paso, se da un autohomenaje, cómo no va a hacerlo. Este remake de El rey león ofrece al espectador exactamente lo que se espera de él. Para bien o para mal, no todas las películas pueden decir lo mismo. 

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