Katerina

¿Cómo pudo ocurrir aquello, entre la indiferencia y la aprobación silenciosa (o no tanto) de la población? ¿Cómo es posible que se emprendiera una persecución tan atroz contra un grupo de personas sólo por profesar una religión? ¿Qué estaba podrido en la sociedad del periodo de entreguerras para que se tolerara un exterminio tan salvaje, tan inhumano? ¿Sabía la gente que vivía al lado de los judíos cuál estaba siendo su destino? ¿Lo apoyaban? ¿Les importaba poco? ¿Qué puede llevar a tantas personas a asistir impasibles al más espantoso y vil plan de exterminio de un grupo social entero? Son muchas las preguntas que surgen a la hora de enfrentarse al Holocausto y a la persecución que sufrieron los judíos el siglo pasado en Europa. Algunas de estas preguntas son respondidas por Aharon Appelfeld en su impactante novela Katerina


La vida del autor de esta obra es impresionante. Nacido en Zhadova, que entonces era Rumanía y hoy pertenece a Ucrania, en 1940, cuando tenía ocho años, sufrió la invasión de su pueblo por parte de los nazis, que asesinaron a su madre. Él fue deportado junto a su padre a un campo de concentración. Pudo escaparse y estuvo varios años en el Ejército Rojo, como cocinero. Más tarde vivió en un campo de refugiados en Italia, antes de trasladarse en 1946 a Palestina, donde dos años más tarde nació el Estado de Israel. Finalmente se pudo reunir con su padre gracias a la Agencia Judía para Israel. El autor aprendió hebreo en Israel y todos sus libros han sido publicados en esa lengua. 

Es importante conocer los rasgos esenciales de la vida de Appelfeld antes de enfrentarse a esta obra, porque todo lo que ocurre en ella es muy dramático, terriblemente duro, pero, a la luz de cómo ha sido la vida del autor, no se aprecia exageración alguna en estas páginas. Porque la historia novelada de Katerina, la protagonista de esta obra de ficción, no es distinta a la vida real de tantos judíos que sufrieron una persecución salvaje y el odio de sus vecinos. 

Lo más impactante de esta novela es cómo recrea el autor ese contexto de desprecio creciente hacia los judíos por parte de la población, de esa misma sociedad que después callaría o festejaría, pero no denunciaría, el Holocausto. La Katerina del título no es judía, pero la vida le lleva a tratar con personas judías, de las que aprende una cultura y un idioma que le fascinan, una manera de estar en el mundo que le atrapa. A pesar de haber sido educada en la desconfianza y el desprecio hacia los judíos. A pesar de que todos en su entorno le desaconsejan acercarse a ellos. Aunque se hacen más y más habituales las persecuciones de judíos, las "cacerías" de personas que salen en busca de "los asesinos de Cristo" para destrozar sus comercios o incluso asesinarlos. A pesar de que ella puede elegir no ser judía, no sufrir ese odio visceral y criminal, siente paz en el judaísmo y su vida se transforma gracias a su contacto con personas buenas que la cuidan y respetan, y que resulta que son judías. 

Hay varios momentos muy duros en esta obra, que narra la vida de Katerina y su huida constante, como una metáfora de la diáspora de los judíos. Ella escapa de su pueblo, donde es agredida por sus padres. Pero mantiene un recuerdo cariñoso, en el fondo, hacia sus seres queridos. Deambula por un mundo que a cada minuto que pasa es más opresivo para los judíos. Y, mientras todos (o la mayoría, al menos) alrededor dan rienda suelta a su odio a los judíos, ella aprende a amarlos, se acerca cada vez más a ellos y a su cultura. Es hermoso ver cómo Katerina avanza a contracorriente, poniendo amor donde otros sólo pone odio, acercándose al abismo, siendo honesta consigo misma y jugándoselo todo, hasta la vida, por seguir sus sentimientos, por ser justa. La muerte y las injusticias persiguen a Katerina, que es una mujer dura e independiente, imperfecta, compleja, un personaje fascinante. 

Leer esta novela ayuda a encontrar respuestas tristes a las preguntas con las que comenzábamos el artículo. Había un clima de desprecio hacia los judíos, que fue el que aprovecharon las autoridades criminales nazis para llevar a cabo su plan de exterminio sin recibir apenas reproches de la sociedad del momento. Otra respuesta, la respuesta con mayúsculas, la dio también Primo Levi al afirmar: "ocurrió. En consecuencia, puede volver a ocurrir". Porque eso es lo que se debe tener presente al leer historias sobre el Holocausto: algo así pasó, como se afirma en la impactante exposición de Auschwitz, "no hace mucho, no muy lejos. 

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