La segunda temporada de Vergüenza, la libérrima serie de Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero que emite Movistar, no tiene ya el efecto sorpresa de la primera, pero mantiene intacta su esencia. No lo tenían fácil los autores de esta historia para desarrollar más situaciones hilarantes y bochornosas para Jesús (Javier Gutiérrez) y Nuria (Malena Alterio), pero lo consiguen con creces. Y, lo que es más importante, no se aprecia síntoma alguno de agotamiento de la fórmula.
En la primera temporada, los dos protagonistas querían ser padres, pero no lo conseguían. Al comienzo de la segunda, los vemos volando hacia un país africano para recoger a Yusf, su hijo adoptado. Poco tardamos en ver la primera situación bochornosa de ambos. Vuelve en plena forma la serie, de seis capítulos cortos, de menos de media hora. Ahora Jesús y Nuria son padres, lo que permite a la serie adentrarse en otros territorios, todos ellos transitados con la misma capacidad de provocar vergüenza ajena de ambos. Hay nuevos personajes en la serie, ya que se da entrada a dos nuevas parejas, padres del hijo de los protagonistas. De un lado, una pareja asquerosamente perfecta. Guapos, altos, refinados, que hablan en inglés a sus hijos, modernos a más no poder... Del otro, una pareja que es todo lo contrario: deslenguados, maleduados, soezes, chanchulleros. Y, en medio, Jesús, Nuria y sus circunstancias.
Sigue funcionando a la perfección la serie. Con gags y situaciones hilarantes, pero siempre sin perder el lado humano de los personajes. En alguna entrevista he leído a los directores afirmar que la entrega de Jesús Gutiérrez y Malena Alterio, la humanidad de la que impregnan a sus personajes, es una de las claves del éxito de la serie. Y tiene razón. Por supuesto, otra clave, no menor, es el talento y la frescura de los guiones, así como su atrevimiento. No hay, ni por asomo, corrección política en la serie. Es una serie madura que trata a los espectadores como adultos. Por eso, incluye a personajes bocachanclas con actitudes racistas o machistas sin pedir perdón por ello y, lógicamente, sin que eso implique defender esas posturas. La serie entiende que se puede hacer humor con todo y se entrega a ello en sus seis capítulos.
Los dos protagonistas siguen llevando el peso de la serie, pero los secundarios ganan presencia en esta segunda temporada. Con las dos nuevas parejas, la perfecta hasta rozar la irritación (Jaime Zatarín y Marta Nieto) y la macarra (Pol López y Teresa Cuesta). Pero también con Vito Sanz, que afortunadamente sigue en la serie y que lleva su preferencia sexual por las mujeres maduras a un punto aún más peculiar en esta tanda de capítulos, y con Miguel Rellán, el padre de Nuria, sobre cuya orientación sexual ésta alberga dudas.
Padres primerizos, con apuros económicos y con la misma frustración profesional (Jesús vive ahora de ofrecer sus fotos a restaurantes cutres, para hacer imágenes artísticas de platos de comida) y la misma habilidad para despertar vergüenza ajena. Así aparecen Jesús y Nuria en esta segunda temporada. Esperamos ya la tercera. Da la sensación de que los protagonistas de la serie se divierten de verdad rodando, metiéndose en esas situaciones tan tremendas, tan lamentables y bochornosas, sí, pero también tan humanas. Queremos más y más Vergüenza, por favor.
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