Los Médici: El magnífico

Hay series que despiertan en el espectador el interés por saber más sobre determinado personaje o cierto periodo histórico. Ocurrió, por ejemplo, con los Reyes Católicos tras la extraordinaria serie de TVE Isabel. Y es también el caso de Los Médici: Señores de Florencia, que en su segunda temporada da un salto temporal desde Cósimo de Médici a su nieto Lorenzo, conocido como Lorenzo el magnífico. Fue amo y señor del banco Médici y, de facto, el gobernante de Florencia. En realidad, la segunda temporada de la serie es una serie nueva en sí mismo. Continúa la historia contada en la primera tanda de episodios, sí, pero el elenco es totalmente nuevo y también parte del equipo técnico. Aquella primera temporada permite viajar en el tiempo, hacia el Renacimiento italiano, y logra contar la historia de los Médici, pero a la vez, la historia personal del cabeza de familia, Cósimo, atrapado entre lo que de verdad querría hacer y lo que se ve obligado a hacer, entre sus deseos y sus obligaciones. 


La cuidada recreación de aquel periodo histórico se mantiene en esta segunda temporada, que es más redonda que la primera. La trama, llena de intrigas palaciegas, engancha, hasta un desenlace lleno de tensión que narra con maestría un episodio histórico relevante para la familia Médici. Y el nuevo elenco está a la altura, con Daniel Sharman dando vida a Lorenzo, quien toma el relevo de su padre al frente del banco y de la familia. Se le presenta como a un buen hombre, amante de las artes, como su abuelo, pero también convencido del diálogo con los enemigos y contrario a emplear la violencia para conseguir sus fines, al contrario que Cósimo. Aparece Lorenzo el magnífico como un buen gobernante, preocupado por el pueblo, deseoso de que aquel tenga voz sobre sus decisiones.

Junto a él, su madre, que le orienta sobre las cuestiones de gobierno y que está siempre presente en la toma de decisiones, y su hermano, Giuliano, una especie de bon vivant, dedicado fundamentalmente a disfrutar de la vida. Si en la primera temporada se veía en pantalla a artistas como Brunelleschi, en esta tiene un papel relevante Sandro Botticelli, a quien vemos como un joven apasionado, a quien Lorenzo de Médici trata como un hermano. Se le ve en pleno proceso creativo, fascinado por Simonetta Vespucci, quien fue su musa para varias de sus obras, y que despierta en Giuliano de Médici similares emociones, aunque no con fines artísticos. 

Los grandes rivales de los Médici fueron los Pazzi, que conjuraron para arrebatarlos del poder y una vez, como queda reflejada en esta segunda temporada de la serie y como, supongo, volverá a apreciarse en la tercera, que se rodó el pasado verano y que esperamos ya con ansia. Esa lucha de poder, ese enfrentamiento entre ambas familias, es el principal quebradero de cabeza de Lorenzo de Médici, pero no el único, porque su gran empeño es reforzar los lazos entre Florencia y otros reinos, como Milán. Y, entre medias, El Vaticano, que no quiere perder influencia y que también participa en esa confrontación  por el poder en los territorios que hoy conforman Italia. Todo ello en un periodo en el que la religión tiene un peso enorme en la vida de la gente y el temor a enfrentarse al Papa y, por tanto, a una posible excomunión, subyace en cada contienda. 

Esta segunda temporada de Los Médici, en fin, tiene paralelismos con la primera, empezando por lo obvio, que narra la historia de la misma familia de influyentes banqueros y mecenas. En ambas hay una familia rival que tiene especial fijación por derrocar a los Médici, en las dos hay altibajos en las relaciones con El Vaticano. Y, por supuesto, escenas de acción, traiciones, venganzas y guerras por el poder. Y arte, el despertar del Renacimiento, la belleza que aún hoy, tantos siglos después, deslumbra a quien contempla aquellos cuadros o visita la catedral de Florencia. Pero esta segunda funciona mejor, creo. A mí al menos me atrae más. Nada sobra ni falta. El avance de la historia es trepidante, pero también hay espacios para diálogos de los que dan que pensar. Y, desde luego, esa invitación al espectador para saber más de la vida de Lorenzo de Médici y de aquel tiempo que, como todos los tiempos del pasado, no conviene idealizar (queda claro en la serie que la vida de la gente valía entre poco y nada), pero que sin duda tiene algunos aspectos fascinantes. Los Médici: El magnífico muestra lo bueno y lo menos bueno de aquella época. Ojalá la tercera temporada llegue pronto. 

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