Los amores imparables

“No puedo ser alguien que se conforme con escribir, quiero reventar el mundo: con misiles de alegría, con escuadrones de bondad, fabricando hombres buenos en las escuelas”, escribe Marwan en el poema Profesiones, que contiene su último libro, Los amores imparables. Este poema, como el resto de sus versos y sus canciones, transmite una energía positiva marca de la casa, una inyección de buen rollo, que construye un islote de bondad y esperanza en medio de este mar de odio e incertidumbres en el que vivimos. Hay mucho amor en este libro de poemas, editado por Planeta, pero, sobre todo, hay una forma de estar en el mundo, resaltando más lo bello que lo feo, incidiendo en lo que vale la pena, llamando a la empatía, abrazando lo hermoso de la vida. Los poemas de Marwan, como su música, son un antídoto contra el odio y el rechazo, contra los malos sentimientos.

Un año después de publicar su extraordinario La vida cuesta, tal vez su mejor disco, con el que inundó de versos y energía positiva el Palacio de los deportes de Madrid a comienzos de año, el cantautor y poeta trae ahora este Los amores imparables, un libro de poemas, como todos los suyos, rico y diverso. Porque el amor y el desamor centran buena parte de sus páginas, pero también hay espacio para otros temas, no menores. Marwan, hijo de un refugiado palestino, rememora, por ejemplo, la llegada de su padre a Madrid y el comienzo azaroso, como todo lo que vale la pena en la vida, de la historia de sus padres.



La sensibilidad de Marwan con las desigualdades y las injusticias se aprecia, sobre todo, en el bloque final de sus poemas. Escribe de Palestina y afirma que "nacer en Palestina significa tener la mirada llena de alambradas, no poseer más tierra que la de tus zapatos". También dedica un poema a los refugiados, en un tiempo en el que el odio al diferente y los discursos racistas prenden con alarmante facilidad en la sociedad. "¿Y no has visto a tus hijos en los ojos de esos niños?”, pregunta, ante tanta indiferencia, ante tanta falta de humanidad. Y con esa pregunta, justo con esa pregunta, debería bastar para vacunarse del virus de la xenofobia.

El principal motor de las canciones y los poemas de Marwan, el principal motor de la vida, es el amor, pero siempre reserva un espacio en sus canciones a cuestiones sociales. Hay un hermoso poema, titulado precisamente Ya sólo venden poemas de amor, en el que recuerda que "hay quien llora y es por otros, por eso es necesario ir al poema a darle con su antorcha luz al mundo". Y, claro, también hay otra clase de amores, como el amor a la literatura. Son preciosos unos versos que dedica a las librerías, a lo que se siente al entrar en este templo de la palabra. “¿No te mueres cada vez que entras en una librería?", pregunta. En otro poema habla de “un libro que, sin ser la vida, alcancé a merecerla, un libro que nos salve de los monstruos, que parezca una casa en la que entrar, un lugar donde quedarse”. Y todos tenemos en mente libros como ese, de los que nunca nos abandonan, de los que dan sentido a la vida.

Todo eso hay en Los amores imparables. Todo eso y, por supuesto, mucho amor y mucha pasión. Hay versos que son como trallazos, como bombas que estallan a cada página. "Dos bocas que se besan son dos heridas que se cierran al instante", escribe Marwan. Es especialmente hermoso La primera vez, un poema, o un relato lírico, en el que narra una primera cita por Madrid que comienza en la Plaza de España (allí donde tantos hemos empezado aventuras inolvidables) y en la que los amantes, recorriendo la ciudad, terminan recorriendo todo el mundo. Presenta Marwan el amor como algo indescriptible, pero que describe a la perfección, "hay algo. Un idioma sin palabras que nos dibuja, un rumor de niños que nos celebran, un verano y medio entre nosotros". 

Si recogiera aquí cada verso hermoso de este libro, el artículo no tendría fin. Comparto sólo algunos más. Como estos dos: "te beso y se hace viernes en mi boca" y "tu boca, esa patria del temblor".  En otro poema, Marwan afirma que “el amor es la capacidad de hallar belleza en la imperfección”. Ese buen rollo generalizado del libro, esa energía positiva, aparece en cada página de este libro. Sólo se ve cierto resentimiento, un cabreo justificado, eso sí, en el poema Se cree el poeta, en el que el autor se revuelve contra los que critican a Marwan y otros cantautores, por vender, básicamente, muchos libros, porque su poesía, vaya por dios, no les gusta. Critica que se considere a menudo que lo que vende mucho tiene que ser, automáticamente, de baja calidad, y esa visión elitista que niega el espacio sacrosanto de la poesía a los cantautores, aunque sean ellos quienes estén abriendo las puertas del lirismo a muchos jóvenes.

Esa discusión entre alta y baja literatura, entre poesía de verdad y otra de mentirijilla, de baja intensidad, agota, porque además siempre se aprecia una cierta obsesión por marcar límites rígidos entre lo valioso de verdad, que decide no se sabe bien quién ni cómo, y lo que no lo es. Como si la poesía fuera una ciencia exacta y, peor aún, como si fuera una propiedad de unos pocos. Poesía, dijo Lorca, "es la unión de dos palabras que uno nunca supuso que pudieran juntarse, y que forman algo así como un misterio". Y eso se encuentra, o yo al menos lo encuentro, a raudales en este Los amores imparables, libro para conservar y saborear, libro de poemas de Marwan al que volver para celebrar la vida, que es la misma razón por la que volvemos una y otra vez a sus canciones. 

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