Postales de Perú (V): Machu Picchu


Hay lugares tan impactantes y hermosos que ninguna fotografía puede captar toda su belleza y no hay palabras para describir su grandeza. Y luego está la ciudad inca de Machu Picchu, que sobrecoge hasta límites inenarrables. Escribir que es fascinante, uno de esos monumentos que hay que visitar una vez en la vida, es no decir nada. Es imposible ponerle palabras a los sentimientos que despierta Macho Picchu. Tanto, que no extraña que aún hoy hay quien crea que fue construido por extraterrestres. Machu Picchu, igual que la comunidad inca en su conjunto, sigue siendo un gran misterio.


Llegamos a esta ciudad inca, antes llamada Llaqtapata, que hoy adopta el nombre de una de las montañas que la rodean, en tren desde Ollantaytambo. Es el viaje en tren más hermoso que he hecho en mi vida. El paisaje impone. Se comprende que los españoles no llegaran hasta aquí, que no lo descubrieran, porque esta ciudad, en la que habitaba la élite, donde eran formados los hijos de los reyes incas, está situada en un escondite natural impactante. Es difícil llegar hasta allí por tan escarpado territorio, que además es cubierto con frecuencia por las nubes, y que está rodeado de montañas. Hoy visitan la antigua ciudad inca, obra maestra de la ingeniería y la arquitectura, mucho más grande e imponente de lo que alcanzan a mostrar las fotográficas, unas 9.000 personas al día en temporada alta y más de 3.000 en temporada baja. 

Al estadounidense Hiram Bingham se le atribuye el descubrimiento de Machu Picchu, aunque más vale hablar de redescubrimiento, ya que había familias de campesinos que habitaban la parte baja de esta antigua ciudad inca. Fueron ellos los que guiaron a Bingham, quien comenzó su tesis sobre Simón Bolívar y la abandonó más tarde, enamorado de la civilización inca, hasta esta joya, hoy considerada una de las siete maravillas del mundo. 

Sobrecoge todo allí, empezando por el escenario natural privilegiado que rodea la antigua ciudad inca, no elegido al azar, claro, ya que es una zona rica en agua, con el río Urubamba y con los manantiales naturales que bajan de la montaña de Machu Picchu, que no es la más fotografiada, honor que corresponde a Putucusi, la montaña alegre, en quechua. En esta ciudad se cree que vivían entre 800 y 1.000 personas de clase privilegiada. Allí donde comienza la selva peruana se levantó esta imponente ciudad, que estaba totalmente amurallada. Se decidió construir ahí por la presencia de agua, por la cercanía a sus dioses, en lo alto de la montaña, pero también como forma de defensa (es inexpugnable por su ubicación) y, de paso, para dejar las llanuras, escasas en Perú, para los campos de cultivo. 

Se construyó en tres generaciones y lo más impactante de todo, que ya es decir, son sus sistemas de drenaje de agua, que son los que permiten que siga en pie, inmutable al paso del tiempo y a los terremotos. Sólo un 30% de lo que se visita hoy se corresponde con reconstrucciones. En Machu Picchu se encuentra una selección del saber avanzado y asombroso de los incas, desde un reloj solar hasta una plaza central con una acústica excelente. Los incas ya sabían de los solsticios (una de las partes de la ciudad se llama Intiwatana, donde se agarra el sol). Hay una piedra que sirve de brújula perfecta, como comprobamos con la del Iphone. Hay zonas en las que probaron distintos cultivos, en sus terrazas agrícolas, para comprobar cuál era más adecuado para esas altitudes. Contemplamos una roca sagrada, que tiene la misma forma que la de la montaña a la que adoraban, y un cóndor de piedra. Por ver, vemos hasta malas reconstrucciones, la que lleva al guía a hablar de dos clases de incas: los incas que siguen asombrando al mundo por lo avanzado de su civilización y los incapaces que han cometido errores en la preservación de la mayor joya de este pueblo fascinante que hoy sigue siendo en parte un misterio. 

Es sin duda uno de los lugares del mundo más sobrecogedores, de los que dejan sin palabras, de los que es inútil intentar describir, como hemos hecho aquí. Suena a tópico, pero es exactamente así: hay que verlo, nada más. Fascina de un modo tan profundo que  sobra todo lo demás

Mañana: La gastronomía peruana. 

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