Orgullo de Madrid

Hace 40 años, en la primera marcha del Orgullo en Madrid, la policía metía prisa a los manifestantes para aligerar la manifestación. Ayer, varios policías LGTBI marcharon para reivindicar la libertad y la diversidad por las calles de la capital. En aquella primera manifestación se exigía al gobierno eliminar leyes discriminatorias con las personas no heterosexuales. Ayer, dos ministros del gobierno, uno de ellos abiertamente gay, desfilaron junto a activistas y ciudadanos comprometidos con la igualdad. En la marcha de hace 40 años había apenas 7.000 personas, 7.000 valientes. Las personas que asistimos ayer a la marcha del Orgullo le añade unos cuantos ceros a esa cifra. Son tres ejemplos del indiscutible avance en materia de igualdad. Sin duda, hemos dado pasos históricos. Pero no hemos llegado al fin del camino, de ahí que al enfoque festivo del Orgullo, que nos permite celebrar tantos logros y caminar libres y orgullosos por la calle, se le deba sumar otro más reivindicativo, por todo lo que aún nos queda por conquistar. 


Madrid luce especialmente hermosa cada año por estas fechas. Las fiestas del Orgullo son las fiestas en las que la ciudad, abierta, tolerante, diversa, maravillosa, puede mostrarse más auténtica que nunca. Madrid es el Orgullo, porque es una ciudad que no pregunta a nadie de dónde viene ni a quién ama o con quién se divierte. Como reza el eslogan promocional del Orgullo, con unos carteles particularmente bellos este año, "Ames a quien ames, Madrid te quiere". Suena más bien publicitario y cursi, pero exactamente así nos sentimos todos ayer por las calles de la ciudad, rodeados de banderas arcoíris, con parejas sonriendo y caminando de la mano absolutamente libres, con familias heterosexuales que enseñan a sus hijos a abrazar la diferencia, con hombres y mujeres con canas que asistieron a aquella marcha histórica de hace 40 años, o quizá no, y que hoy ven con una emoción especial en sus ojos a una ciudad entera volcada en el amor a la diversidad, con los activistas comprometidos a los que tanto debemos.  

La manifestación reivindicativa que antecede cada año al desfile festivo dejó una vez más lemas potentes que nos recuerdan por qué el Orgullo sigue siendo necesario. 

Sin armario todo el año

Fue uno de los mensajes más hermosos vistos ayer. Porque en el Orgullo se destrozan los armarios, se caen las máscaras y todo el mundo camina en libertad por la calle tal y como. Pero el objetivo real es que eso sea así todos los días. Grande-Marlaska remarcó ayer con acierto que se trata de que se defienda la diversidad a diario y en todos los ámbitos, incluido el laboral, donde tantos obstáculos encuentra a veces. Como dijo ayer una manifestante, el Orgullo LGTBI es una vez al año, pero la clave está en la igualdad real los otros 364 días.  

La represión sí es perversión

Un clásico del Orgullo es la actividad frenética de los homófobos comentando cada año las vestimentas que les parecen más estridentes de la marcha. Deben de terminar exhaustos, casi más que los que disfrutamos de las fiestas en las calles de Madrid. Se indignan mucho cuando ven a alguien que no viste exactamente como ellos consideran normal, como si cada cual no pudiera vestir como le diera la real gana y, sobre todo, como si incumplir esa estética que no entra en su estrecha, rígida y gris visión del mundo implicara algún tipo de perversión. Madrid ayer lució libre y orgullosa, sí. Y también plena de color. Y ya que hablamos de perversión, ahí va otro lema de ayer: "vamos de culo, por fin orgullosos". 

No desfilamos, nos manifestamos 

Porque también es importante mantener viva la llama de la protesta y la reivindicación en estas fiestas. Este año se ha puesto el acento en la realidad de las personas transexuales y es todo un acierto porque, dentro de la minoría LGTBI, los transexuales son sin duda los que peor lo tienen, los que más lejos están del punto final del camino del respeto y la igualdad. Por ellos y por tantas situaciones de injusticia, el Orgullo debe ser, además de un desfile que celebre la diversidad, una manifestación que exija acabar con las injusticias. 

Nos manifestamos por quienes no pueden

Otra clave del Orgullo. Madrid ayer fue un oasis de respeto y libertad, pero no se puede olvidar que en la propia ciudad han crecido las denuncias por agresiones homófobas. Ni, por supuesto, que hay zonas rurales donde es mucho más difícil vivir con plena libertad, sin esconderse por miedo a represalias o malas miradas. También estuvo presente en la marcha de ayer la realidad de tantos países que todavía penalizan la homosexualidad y la de los refugiados que huyen de sus países para salvar la vida, ya que además del fanatismo, la violencia y la miseria, se enfrentan en sus países de origen a una homofobia criminal. Y entre todos ellos que aún no pueden manifestarse están los jóvenes encerrados en el armario, que temen el rechazo. Por ellos también nos manifestamos todos ayer, incluido el sensacional proyecto It Gets Better España, que marchó ayer por las calles de Madrid, con su mensaje necesario y esperanzador: todo mejora. Hay una vida ahí fuera, esperando para ser vivida en plena libertad. 

Mi libertad preserva la tuya

A juzgar por las reacciones de algunos a las leyes que amplían derechos, como la del matrimonio homosexual, daría la sensación de que hay quien se siente atacado porque otros alcancen las mismas cotas de libertad que tienen ellos. Es un error mayúsculo creer que defender los derechos de una minoría es sólo defender a esa minoría o, peor aún, atacar a la mayoría. En absoluto. Se trata de mejorar la sociedad en su conjunto, de hacerla más decente y habitable. Nadie pierde porque otros tengan más derechos. Todos ganamos porque se preserve la libertad. 

Todos somos raros. La diferencia es lo único que todos tenemos en común

A los homófobos les encanta etiquetas a las personas LGTBI, vamos, a las que no son heterosexuales y viven en un mundo hecho por y para hombres blancos heterosexuales. Pero es un empeño inútil, porque se trata de un movimiento extraordinariamente plural y diverso en el que entra todo el mundo. La bandera arcoíris, a cuyo diseñador se rindió también este año homenaje después de su muerte el año pasado, es la única que acoge a todos, que no sirve para confrontar a nadie con otras personas. Todos somos bienvenidos al arcoíris. Ayer circularon por la marcha lesbianas, gays, transexuales, bisexuales, intersexuales, un grupo LGTBI scout, otro de católicos homosexuales, varias personas asexuales reivindicando también su espacio y el respeto en una sociedad muy sexualizada... Todo el mundo tiene cabida, porque, en efecto, todos somos y raros y, al final, la diferencia es lo único que todos tenemos en común. 

El Orgullo volvió a ser una gran fiesta, ejemplar, divertida, diversa y combativa. El listón estaba muy alto del año pasado, cuando la ciudad  acogió el Orgullo mundial, pero Madrid lo volvió a hacer e inundó las calles de un canto de libertad y diversidad. Una fiesta de todos, en la que a algunos nos gusta menos que a otros ver tantas empresas, y en la que no faltan las polémicas, como la no invitación al PP a encabezar la marcha junto a otros partidos. Pero el balance es, un año más, abrumadoramente positivo. Madrid se tiñó de arcoíris y volvió a mostrar su mejor cara, dando fuerza para vivir en libertad todo el año, abrazando la diversidad. Orgullo de Madrid. 

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