Facebook: "qué escándalo, aquí se juega"

Una de las escenas más recordadas de Casablanca es aquella en la que el capitán Renault se hace el sorprendido en el café de Rick y exclama "qué escándalo, he descubierto que aquí se juega", justo antes de que le entreguen el dinero ganado con sus apuestas en ese mismo café que está clausurando. El escándalo sobre el mal uso de los datos de sus clientes de Facebook remite a esta escena. Porque llama la atención, más que el hecho en sí, el propio escándalo, que de verdad nos sorprendamos al comprobar lo que siempre fue una obviedad, que las redes sociales son gratuitas porque en ellas es el usuario el producto, y muy lucrativo. 


Ayer el fundador de Facebook acudió a la Cámara estadounidense, donde fue preguntado por el escándalo. Naturalmente, la compañía deberá dar explicaciones sobre lo ocurrido, que al parecer viola sus propias reglas del tratamiento de los datos de los usuarios. Si se ha cometido alguna irregularidad, deberá responder por ella. Pero de todo este asunto, con diferencia, lo que más chirría es que de verdad tanta gente se haga la sorprendida ahora al ver que la red social tiene los teléfonos de contacto de su agenda o incluso, atención, las fotografías y los vídeos que ellos mismos han compartido durante años en su muro de Facebook. ¿Quién podría imaginarlo? 

Es imposible que tanta gente haya tardado tanto tiempo en darse cuenta de que aquí se juega, como en el café de Casablanca. Era obvio. Todos nos prestamos a ello, en mayor o menor medida. La privacidad y la intimidad han sido invadidas y han ido perdido terreno estos últimos años, sin duda. Pero ha sido una invasión totalmente tolerada y consentida por los usuarios. Probablemente se ha llegado demasiado lejos y, por supuesto, hay compañías que se han forrado con ello. Es muy posible también que empresas como Facebook hayan sido muy poco respetuosos con la intimidad y con la protección de los datos de sus usuarios. Ha sido un exceso, sí, pero un exceso en el que sus propios usuarios hemos colaborado con absoluta entrega. 

En la comparecencia de ayer de Mark Zuckerberg, el fundador de Facebook, en una comisión de las Cámaras estadounidenses, un senador le preguntó si se sentiría cómodo contando en qué hotel pasó la noche. Él respondió que no. Después le dijo que si le gustaría explicar con quién habló por mensaje, a lo que el presidente de Facebook volvió a decir que no. El senador concluyó entonces que es exactamente de eso de lo que se trata. Lo que se le olvidó mencionar es que la inmensa mayoría de los usuarios de Facebook comparten voluntariamente toda esa información personal, y mucha más. Facebook tendrá que responder por sus errores, naturalmente. Y conviene abrir un debate sobre el poder inmenso que han alcanzado en tan pocos años compañías como ésta. Pero da la sensación de que nos estamos olvidando en este debate de algo que es tan obvio como que en el café de Casablanca se jugaba: que nosotros hemos puesto al alcance de esa y otras empresas una cantidad ingente de información personal. Parece tarde para hacernos los sorprendidos. 

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