El guardaespaldas

La película El guardaespaldas (1992), más querida por el público que por la crítica, se rodó para mayor gloria de Withney Houston. Ella era omnipresente en el filme, dando vida a una cantante reconocida amenazada por un acosador anónimo que contrata a un guardaespaldas para su seguridad. En el musical basado en la cinta, que acoge desde hace meses el Teatro Coliseum de Madrid, se repite el mismo esquema, ya que la cantante Fela Domínguez es la protagonista absoluta de la obra, como la siempre recordada Withney Houston lo fue de la película. Domínguez es la estrella indiscutible de la función, con su voz portentosa y sus excepcionales interpretaciones de los temas de Houston. 


Con mucha diferencia, la voz de Domínguez, su capacidad de transmitir emociones con los temas de la añorada cantante ("hay canciones que saben demasiado de nosotros", escuchamos en un momento de la obra), es lo mejor del musical de El guardaespaldas. Ella llena el escenario. Deslumbra con todas las canciones, de distintos géneros y ritmos, pero en especial, claro, con I will always love you, la canción más reconocida de Houston, con la que Domínguez emociona a los espectadores del musical. Su voz es un 90% de la obra. Todo gira en torno a ella, a sus actuaciones, a su exquisita interpretación de los temas de la obra. Musicalmente, la función es impecable, y en gran medida es responsabilidad de su protagonista

Disfrutar de Fela Domínguez y su voz es motivo más que suficiente para acudir a ver El guardaespaldas. Lo que tiene de concierto este musical, de fabulosa puesta en escena que redondea las interpretaciones de la protagonista, es sin duda incuestionable, arrebatador, excelso. Pero el conjunto no pasa de ser interesante, sin más. Parte este musical de una limitación clara, la propia historia en la que está basada, que no es el colmo de la originalidad ni emociona especialmente. Interpretativamente, salvo contadas excepciones, esta obra deja que desear. Uno busca en un musical, por supuesto, actuaciones inolvidables de temas, y aquí se encuentran, pero no sólo, también una buena historia, un equilibrio entre lo musical y lo narrativo. Aquí, la balanza está demasiado inclinada hacia la primera parte, porque se descuida y flojea la segunda. O al menos a mí me cuesta entrar en la historia. 

La trama avanza de forma algo atropellada y no se profundiza casi nunca en la personalidad de los protagonistas, en sus motivaciones o sus temores. Hay un momento del musical en el que la protagonista le pregunta al guardaespaldas si no le va a preguntar por qué es así, por qué no acepta sus recomendaciones de seguridad. "Me hago una idea", responde él. Pero el caso es que, en bastantes momentos de la función, los espectadores nos hacemos una pregunta similar. Por qué no se va algo más al fondo de la relación de los personajes. Sí se cuenta el pasado de él, pero falta hondura dramática a la historia y a la relación entre ellos. A mí, al menos, la historia no me transmite tanto como debería. 

Sí es un acierto la actualización del filme, en el sentido de que el acosador emplea redes sociales para su fin perverso, como también lo son números musicales y las coreografías, además del clásico despliegue técnico de los musicales, con una inteligente y muy valiosa utilización de las pantallas. Pero algo falta. Es la primera vez en bastante tiempo que no salgo extasiado de un musical. En Madrid estos últimos años hemos visto muchos y muy buenos musicales: El Rey León, Sonrisas y lágrimas, Más de cien mentiras, Hoy no me puedo levantar, Casi normales, o el magnífico Billy Elliot, aún en cartel. De todos ellos, en mayor o menor medida, salí epatado, con ganas de volver. De El guardaespaldas salgo satisfecho por haber pasado un buen rato en el teatro, sí, y fascinado por la voz de Fela Domínguez, pero no tan entregado como en otros musicales. 

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