Ópera & Brunch, en el Palace

De mis múltiples lagunas culturales, quizá la que más lamento sea mi absoluto desconocimiento sobre la ópera y la música clásica. Por eso, cada vez que escribo de ello, como cuando hablo del concierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena, hago esta advertencia inicial, no vaya a ser que algún experto caiga por casualidad en el blog y sufra espasmos al leerme. Dicho esto, ayer disfruté del brunch con ópera del Palace, que se celebra cada domingo bajo la majestuosa cúpula del hotel. Y, además de una experiencia excepcional y de un brunch delicioso, me lo tomo como una primera toma de contacto con la ópera. 

Cada mes, el Palace dedica su Opera&Brunch a un país o ciudad. Febrero es el mes de los compositores franceses, por lo que se interpretaron piezas de Gounod, Bizet y Offenbach, de obras como Carmen, Poème D'Amour o Samson et Dalila, según el programa de mano que permite seguir la representación. La mezzo soprano Alejanda Acuña y el tenor Gabriel Blanco se alternan a la hora de interpretar estas piezas, con Alberto Joya al piano como director musical. Tras un descanso, interpretan piezas más castizas, como El barquillo o La Gran Vía, además de otras populares como O sole mio o el brindis de La Traviata, de Verdi, en el que los intérpretes brindan con el público. 


Son dos horas maravillosas en un escenario insuperable. con el piano y las voces de la mezzo soprano y el tenor acompañando una inolvidable mañana de domingo, en la que brindar con una copa de cava por la belleza y el arte. Por ir pensando en la próxima, según la información del hotel, marzo será el mes de Alemania (con Händel y Beethoven, entre otros), mientras que abril se dedicará a Rusia, mayo a Italia, junio a España (Albéniz, Granados, Falla, Penella), julio a Cuba, agosto a Viena, septiembre a Nápoles, octubre a Madrid (Chueca, Sorozábal, Serrano y Alonso), noviembre a Sevilla y diciembre a París.

Además del acercamiento a la ópera que supone este brunch especial para los legos en la materia, que sin duda es uno de sus principales alicientes, también ofrece una calidad culinaria excelsa. Y de comida sí entiendo un poco más, o tengo más costumbre al menos. Con un servicio excepcional, siempre pendiente de todo, el brunch comienza con una copa de cava. Después, manjares por todas partes. Jamón recién cortado, un escaparte de marisco que parece más propio de una marisquería que de un brunch, embutidos de calidad, canapés originales (incluido un adictivo bizcocho de salmón), pasta, arroz, carne, fruta, una variedad inclasificable de postres, incluida una founde de chocolate... En fin, un recital artístico y gastronómico, un lugar magnífico en el que pasar un domingo especial. 

Uno sale del brunch con ópera del Palace, además en una de esas mañanas de domingo en la que Madrid se rompe con su belleza y su cielovelazqueño, con dos ideas claras: hay que volver en algún momento y va siendo hora de retomar la idea de acudir al Teatro Real, para esa deseada introducción en el mundo de la ópera. 

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