Unos Globos de Oro feministas (y necesarios)

La mayoría de las películas premiadas en los Globos de Oro, entregados el domingo, aún no han llegado a España, así que no podemos dedicarnos al estúpido pero irresistible juego de poner a competir películas entre ellas, como si fueran atletas que midieran su velocidad y no creaciones culturales imposibles de comparar. A cambio, podemos valorar los discursos de la entrega de premios y el tono reivindicativo y feminista, al fin, de la ceremonia. Si alguien pensaba la campaña #MeToo (Yo también) en respuesta al repugnante machismo que todavía impera en la sociedad sería el elefante en la habitación, ese que todos ven pero del que nadie hablan, salió pronto de dudas, desde el momento en que el presentador, Seth Meyers, dio las buenas noches a las "damas y los caballeros que queden". Su intervención inicial, en la que dijo que el 2018 empezaba bien porque la marihuana ya es legal en California y el acoso sexual no será aceptado nunca más, fue muy aplaudida. Pero fueron sobre todo ellas, las actrices que vistieron de negro para denunciar el acoso y el machismo, las que alzaron la voz con autoridad. Y entre todas ellas, conmovió especialmente Oprah Winfrey, quien recibió el premio Cecile B. DeMille y despertó los aplausos del auditorio con un discurso vibrante para la historia. 


En España tenemos bastante tradición de debatir sobre cada opinión política o social de los actores. Hay una parte de la población que dice que los artistas no deberían hablar de estos temas, aunque realmente lo que quieren decir es que no les gusta que opinen distinto a ellos. Otros consideran, qué locura, que los actores y las actrices son ciudadanos, igual que el resto, y por tanto tienen el mismo derecho para expresar sus ideas. Resulta que, además, gozan de un altavoz que pocas personas tienen, así que es bienvenido que lo aprovechen para defender causas justas. Y el feminismo, esa idea revolucionaria que consiste en que las mujeres tengan los mismos derechos que los hombres, es sin duda una causa justa que merece ser celebrada en altavoces como los Globos de Oro. 

Además, la oleada de indignación de mujeres que sufrieron y sufren acoso nació en gran parte en Hollywood, por las denuncias contra el productor, hace no tanto intocable, Harvey Weinstein. Por eso, el mundo del cine no podía permanecer impasible. Acertaron las actrices, guionistas y directoras en vestir de negro. En parte, porque uno de los tics machistas más impresentables de la temporada de premios cinematográficos es juzgarlas a ellas, siempre a ellas, por cómo visten, y preguntarles sólo por el modelo que llevan, jamás por sus próximos trabajos. Y acertaron porque, como dice el movimiento creado por artistas estadounidenses, se acabó el tiempo (Time's Up) del acoso, de los abusos, del machismo, de la impunidad de los violentos. 

Y, sin duda, acertó en todo Oprah Winfrey. Recordó cómo le impactó de joven ver, al fin, a un actor negro ser reconocido con un galardón cinematográfico, y señaló que ella es la primera mujer negra en recibir el premio que recogió con tan maravilloso discurso. Dijo que esta imagen sería muy poderosa para una niña que la viera, porque es necesario tener referentes. Habló de casos de tantas mujeres que vivieron demasiados años bajo un sistema patriarcal que las discrimina. Mencionó el caso de de Recy Taylor, fallecida hace diez años, quien fue violada por seis hombres blancos armados, pero para quien no se hizo justicia, a pesar del apoyo que recibió de la admirable Rosa Parks. Y entró de lleno en la oleada de denuncias por acoso de este último año. "Nosotras somos la historia", dijo. Para gritar que el tiempo ha acabado. Que hay que trabajar por un futuro en el que ninguna mujer tenga que gritar "yo también". Acabó el discurso apelando a las niñas de hoy: "quiero que todas las niñas que ven esto sepan que tenemos por delante un nuevo día. Y cuando amanezca será gracias a mujeres magníficas, muchas de las cuales están en la sala. Y hombres que van a luchar unidos para convertirse en líderes y para llegar a ese momento en que nunca haya que decir Me Too". 

Fue un discurso excepcional, un hito en esta imparable lucha feminista, es decir, por la igualdad real entre hombres y mujeres, todavía tan lejana. Hay mucha confusión en hombres que no entienden lo que está pasando, que ven removerse los cimientos de una sociedad patriarcal y no comprenden nada. Es esa confusión de quien no está dispuesto a despedirse de unas reglas del juego que le benefician. Y también la confusión de quien se apresura a remarcar que él no ha abusado de nadie. Son esas personas, hombres sobre todo, que enseguida dicen que las feministas exageran, que no es para tanto, que hay más igualdad que nunca antes en la historia. Son personas que no comprenden que ser feminista no es otra cosa que defender que las mujeres tengan idénticos derechos a los hombres. Es decir, cualquier persona que crea en los Derechos Humanos y en la igualdad entre seres humanos debería ser automáticamente feminista. Punto. 

Ha habido demasiados años de silencio, demasiado mirar hacia otro lado, demasiada comprensión con el machismo. Y el año pasado fue importante por lo que supuso de estallido, de revolución. Millones de mujeres gritaron hasta aquí hemos llegado, basta ya. Y con ellas, siempre al lado, escuchando y apoyando, millones de hombres que entienden que una sociedad igualitaria al fin será una sociedad mejor, que no podemos permitirnos más brechas salariales, más discriminación, más abusos, más crímenes machistas, más insultos, más violaciones. Ni una más. Lo del domingo fue sólo una gala de premios, pero fue algo más. Porque hacen falta referentes y porque nunca antes había resonado tan fuerte el mensaje feminista, que lo impregnó todo, al fin. Magnífica, por ejemplo, Natalie Portman, cuando presentó a los nominados a mejor dirección y dejó claro que todos los candidatos eran hombres. 

Los hombres confundidos que no entienden a qué tantas quejas, por qué andar midiendo el número de nominaciones de mujeres, no comprendieron nada, pero quizá gracias a galas como la de ayer entiendan poco a poco que la mitad de la población no puede tener menos derechos que la otra mitad. El cine, y por tanto la sociedad, ganará con esta sensibilidad, al fin, abiertamente feminista. Porque hay muchas historias no contadas, muchas miradas no atendidas. Nadie perderá más que quienes hayan vivido años abrazados al machismo. Todos ganaremos con esta nueva sociedad. No hay excusas. El momento es ahora. Se acabó el tiempo de los acosos y el machismo. Time's Up

Comentarios