Una breve historia de casi todo

Como escribió Paul Sweeney, "sabes que has leído un buen libro cuando, al cerrar la tapa después de haber leído la última página, te sientes como si hubieras perdido a un amigo". Hacía mucho que no me apenaba tanto terminar un libro y que no estaba tan de acuerdo con esta afirmación como ayer, cuando cerré Una breve historia de casi todo, de Bill Bryson, tras leer su última página. Sentí un vacío físico. Por un lado, cuando has leído una obra tan fascinante como esta, no sales de ella igual que entras. Sales con mucha más inquietud por la ciencia, con alguna noción básica más y con hambre de seguir aprendiendo. Te llevas algo del libro, mucho en realidad. Pero también queda ese vacío, una sensación extraña, porque no habrá más historias deslumbrantes sobre científicos, no más preguntas sobre el origen de la vida, sobre el universo o sobre la física. 

La labor de Bryson en esta obra, publicada en el año 2003 y editada por RBA en España, es maravillosa y compleja: acercar distintas áreas de la ciencia, como la astronomía, la geología, la química, la física o la biología al lector medio. Es el suyo un esfuerzo hercúleo por hacer comprensible conceptos complejos y, mejor aún, consigue que el lector sienta una adicción incontrolable por el libro, que quiera seguir leyendo, conociendo más historias, planteando más preguntas, algunas aún sin respuesta. Es un libro apasionante, tanto que uno tiene la sensación de que todo lo que se pueda decir de él en una crítica, más que invitar a quien la lea a acercarse a esta obra divulgativa, está de más y no aportará nada. 


Uno de los mensajes que deja el libro es que nuestra existencia es un milagro del todo improbable. Tanto por el hecho de vivir en un planeta como el nuestro, a la distancia precisa, ni más cerca ni más lejos de lo necesario, del Sol. Y en el momento exacto, pues en el pasado la Tierra ha alternado épocas de temperaturas gélidas y otras de calor asfixiante. También es un milagro porque, en realidad, existían miles de posibilidades distintas a la nuestra. Como escribe Bryson, "si tus padres no se hubiesen unido justo cuando lo hicieron (posiblemente en ese segundo, posiblemente en ese nanosegundo), tú no estarías aquí. Y si sus padres no se hubiesen unido en el momento exacto oportuno, tampoco estarías aquí". 

Como bien describe el título del libro, esta obra habla un poco de casi todo. Y cada pasaje es un poco más fascinante que el anterior. Comienza por el inicio, por el Big Bang. Y explica cómo se expande el universo, cómo pudo surgir la vida, los quebraderos de cabeza de los científicos que descubrían,por ejemplo, fósiles con más antigüedad se condecía entonces a la Tierra. O cómo se descubrió la formación de Luna, y todo lo que las rocas nos dicen sobre nuestro origen. Recorren estas páginas vidas de personajes apasionantes entregados al conocimiento, y también conflictos y enfrentamientos entre distintas corrientes. Por ejemplo, cuando Darwin publicó El origen de las especies , que por otro lado le acarreó un dilema inmenso entre sus creencias religiosas y las demostraciones de sus investigaciones científicas, proclamó una antigüedad a una parte de la Tierra mucho mayor de lo que entonces se creía. "Darwin y sus amigos geólogos necesitaban que la Tierra fuese vieja, pero nadie era capaz de dar con un medio de demostrarlo", leemos

Un conflicto similar ocurre cuando los científicos exploran las distintas especies, incluida, claro, la nuestra. A veces, los fósiles que aparecen confunden a los investigadores, porque las cifras, de pronto, no cuadran. Porque, como escribe George Gaylord Simpson, citado por Bryson en esta obra, ""especies de plantas y animales del mundo antiguo  tienen por costumbre aparecer inoportunamente donde no deberían y no estar donde sí deberían". Este dilema ha aparecido en reiteradas ocasiones con la evolución del ser humano. Por ejemplo, cuando en Australia se encontraron huesos humanos con una antigüedad de unos 60.000 años. "Esto era algo tan inesperado que parecía casi imposible. Australia era ya una isla desde antes que aparecieran por primera vez homínidos en la Tierra. Todos los seres humanos que llegaron allí tuvieron que hacerlo por mar, en número suficiente para iniciar una población que pudiera perpetuarse, después de cruzar 100 kilómetros o más de alta mar, sin tener medio alguno de saber que les aguardaba tierra firme". Aún hoy no se sabe, y probablemente nunca se sabrá, cómo llegaron hasta allí esos homínidos. 

No hay terreno de la ciencia que no aborde el autor en esta obra. Y consigue hacer fascinante y comprensible cada pasaje. Como, por ejemplo, este "cuando te sientas en una silla, no estás en realidad sentado allí, sino levitando por encima de ella a una altura de un angstrom (una cienmillonésima de centímetro), con tus electrones y sus electrones oponiéndose implacablemente a una mayor intimidad". 

Es imposible recoger aquí una mínima parte de los avances científicos relatados en el libro. Ni es tampoco el propósito de la crítica. Es una de esas obras que se subrayan casi en cada página. Hay muchos nombres relevantes, y desconocidos para el lector medio. De entre todos ellos, por ejemplo, destaca la historia de Richard Owen, quien impulsó la creación del Museo de Historia Natural de Londres y, en buena medida, creó el concepto moderno de museo, al abrirlo a la sociedad. "Antes de Owen, los museos se proyectaban primordialmente para uso y edificación de la élite", leemos. Así que no conocíamos a Owen, pero le debemos mucho. Como a tantas personas apasionantes de las que se habla en esta obra. 

Los científicos que aparecen en este libro, de distintos campos, se enfrentaron casi siempre a tres etapas que describió Alexander von Humbolt para todo descubrimiento científico: "primero, la gente rechaza lo que es verdad; luego, niega que sea importante y, finalmente, atribuye el mérito a quien no corresponde". 

El libro concluye con un capítulo que da que pensar, porque se pregunta sobre el efecto del hombre sobre las otras especies. En la obra se refleja cómo las especies se han creado y han desaparecido con pasmosa rapidez a lo largo de la historia de la Tierra. Pero nada comparable a la acción destructiva del ser humano. "Según dicen Richard Leaky y Roger Lewin en La sexta extinción, la extinción causada por el hombre puede ser hasta 120.000 veces mayor" que la tasa media de extinción en la Tierra a lo largo de su historia biológica", explica Bryson en el libro más fascinante que recuerdo haber leído en muchos años, que deja un mensaje claro: estamos aquí de pura chiripa y somos una mota minúscula en el universo, una nota a pie de página de la historia de la Tierra, y tenemos una capacidad destructiva enorme pero, a la vez, un ansia de conocimiento que nos ha llevado a despejar muchas de las grandes preguntas sobre nuestra existencia. Una breve historia de casi todo es un libro deslumbrante. 

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