Rajoy e Iglesias se refuerzan

No empezaremos diciendo que Mariano Rajoy ha ganado dos congresos este fin de semana, pudiendo recordar que ha ganado tres en los últimos meses, si sumamos aquel comité federal del PSOE que derrocó a Pedro Sánchez con el principal propósito de permitir a Rajoy seguir gobernando. Pablo Iglesias arrasó en el congreso de Podemos en Vistalegre, con un resultado mucho más contundente del esperado. Íñigo Errejón fue el tercer miembro del consejo ciudadano más votado, por detrás de Iglesias y de Pablo Echenique. Un retroceso importante para el hasta ahora número dos del partido morado, que pasará ahora a un segundo plano, está por ver si por voluntad propia o por purga ajena



La votación de los simpatizantes de Podemos, en un proceso ha tenido tanto de pueril e infantil, con ese duelo de gallos entre Iglesias y Errejón, como de democrático, con una participación muy superior a la de cualquier otro partido en España. Por eso, resulta bastante irrebatible el triunfo de Iglesias, quien había planteado este congreso como un todo o nada. Amenazó con dimitir, y hasta con dejar el acta de diputado, y parece que su propuesta ha convencido a los simpatizantes. Parece claro que el planteamiento del secretario general de Podemos gustaba más a los más convencidos y el de Errejón, que defendía ensanchar los márgenes del partido para atraer a más votantes, a los que no han votado a Podemos. Y, entre abrirse al exterior o encerrarse en uno mismo y erigirse en defensor de las esencias puras, el partido morado ha optado por la segunda opción. Suele ocurrir en los partidos. Sobre todo, en los partidos que no llegan al poder.  

Escorarse a la izquierda viene bien a Rajoy. De ahí la reflexión, tan extendida, de que Rajoy no sólo ganó el congreso del PP, sino también el de Podemos. Porque Iglesias es el antagonista perfecto de Rajoy y porque, de entrada, la propuesta de Iglesias se destina a los votantes de Podemos y la de Errejón se destinaba a nuevos votantes, buscando obtener una mayoría más amplia con la que gobernar. No es la idea de Iglesias. Y esto es menos peligroso para el PP, y también, de paso para el PSOE. 

Ahora la clave está en saber cómo gestionada el líder de Podemos la victoria. Habló en su primer discurso como secretario general reelegido de unidad, el grito constante de los asistentes a Vistalegre 2, y de humildad. No está claro cuál de las dos palabras chirriaba más en la boca del líder de Podemos. La humildad no es lo suyo, por lo que es muy probable que se la recomendara a Errejón y los suyos. Respecto a la unidad, teniendo en cuenta que Iglesias hizo un planteamiento de César o nada, o el poder absoluto o la retirada, es de suponer que no le dará mucho más que migajas a Errejón. Un tercio del partido apoyó las tesis del hasta ahora número dos de Podemos, que tiene una proyección pública considerable. Pero hay pocas dudas de que será laminado o de que él mismo dará un paso atrás. 

Acabadas las guerras internas, lo esperable es que Podemos se dedique a hacer política. Porque los más de cinco millones de españoles que dieron su apoyo a la formación morada no lo hicieron para que protagonizaran este duelo de gallos, estas batallitas infantiles, de patio de colegio, que nada aportan al interés general. Podemos todavía no ha decidido cómo actuar desde la oposición, cómo ser útil a los ciudadanos desde la posición que le han encomendado con su voto, el de tercer partido del Congreso, con posibilidad de formar mayorías alternativas en algunas propuestas, aprovechando que el PP gobierna en minoría. Sería buena noticia que el partido de Iglesias, consagrado ya el todopoderoso líder en su cargo, empezara a hablar de los problemas cotidianos y no de sus cuitas internas. 

Rajoy, en efecto, ganó su tercer cónclave de partidos seguido. Venció el comité del PSOE en el que el retorno del felipismo y las presiones de la vieja guardia echaron de Ferraz a Pedro Sánchez. El único objetivo de ese movimiento, o al menos el más importante e imperioso, era abstenerse para permitir gobernar al PP. Fue, por ello, el logro más importante de las tres últimas victorias de Rajoy. Porque desde el poder se ve todo mejor y sólo desde la Moncloa, con las otras formaciones más preocupadas de sus líos internos que de hacer oposición, se entiende la placidez con la que discurrió el congreso del PP. 

No tengo claro si se ha decidido ya cuál es el ave del logo del PP, si charrán o gaviota. Por lo demás, María Dolores de Cospedal sigue como secretaria general, pero sólo a medias, pues Rajoy le ha quitado algo de poder para dárselo a Fernando Martínez-Maíllo. Y así, haciendo las cosas a medias, contentando a unos y otros, es cómo Rajoy se perpetúa en el poder. Una de las pocas discrepancias que existía en el congreso del partido versaba sobre la gestación subrogada y, como parecía que las dos almas del partido no se iban a poner de acuerdo, se decidió posponer el debate. Cuando parece que no va a haber acuerdo, se elimina ese punto del orden del día y asunto arreglado. 

Ciudadanos también celebró la semana pasada su congreso, en el que Albert Rivera revalidó su liderazgo. El único gran partido que sigue descabezado es el PSOE. Susana Díaz, que sigue sin decidirse, contraprogramó este fin de semana a Rajoy y a Iglesias, con un acto en Madrid. Dijo que le gusta ganar y que el PSOE esté fuerte, lo cual no resulta del todo noticioso. Lo raro sería lo contrario. De momento hay dos candidatos a la secretaria general del partido, Pedro Sánchez y Patxi López. Y la gestora, que se está haciendo un poco larga, precisamente para dar tiempo a Díaz a tomar la decisión y a la militancia a olvidarse de Sánchez, sigue al frente del partido. Una situación, ya decimos, inmejorable para el PP. 

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