Moonlight triunfa en los Oscar

Moonlight arrebató ayer a La la Land el Oscar a la mejor película. No es que el musical de Damien Chazelle fuera el gran favorito a la victoria, es que, por error, se leyó su nombre en la entrega del último galardón de la noche hasta que el productor de la cinta se percató de que había habido un error, pues se leyó la tarjeta de mejor actriz, que ya había ganado Emma Stone, por La la land. La mejor película fue la de Barry Jenkins, para asombro de todos. Hoy se habla, sobre todo, del error a la hora de entregar el Oscar más importante. Pero es de esperar que se empiece a hablar pronto de la sensibilidad, la ternura y el exquisito buen gusto de Moonlight, poética desde su título, que bien merece un reconocimiento como este


Hace un par de años, la afrenta de la Academia de Hollywood a Boyhood, que casi se fue de vacío de la noche de los Oscar, nos decepcionó a quienes adorábamos el filme de Richard Linklather, rodado a lo largo de 12 años y que consigue captar el lirismo del día a día, la poética de la realidad, lo hermoso de lo cotidiano, lo extraordinario que encierra el paso del tiempo. Por eso, la victoria de Moonlight, que es lo más parecido a Boyhood visto desde el estreno de aquel film, nos reconcilia un poco con los premios Oscar. Seguimos pensando, cuando los académicos coinciden con nuestros gustos y cuando no, que las películas no se pueden poner a competir entre ellas, porque no es algo objetivo, porque no hay forma de determinar que una obra de arte, de eso hablamos, es mejor que otra. Afortunadamente. 


Los premios sirven para hablar de cine, para encumbrar buenos trabajos y, con suerte, para conseguir que más personas acudan al cine a ver las películas premiadas. Y ojalá Moonlight, que es una película pequeña, frente al gran presupuesto de La la Land, y no está destinada, como esta, a un público mayoritario, consiga gracias al merecido Oscar que más espectadores disfruten, reflexionen, sientan y se emocionen con la historia de Chiron. Es una cinta que esquiva con maestría todos los tópicos y estereotipos en los que una película con ese punto de partida (chico negro que se siente diferente, hijo de madre drogadicta y que tiene como protector a un traficante) podría caer. Es poética, inteligente, tierna, sensible. Un filme bellísimo sobre la identidad, sobre las circunstancias que condicionan la vida de todos desde su nacimiento, sobre el odio al diferente, sobre los sentimientos escondidos, sobre la necesidad se verse reflejado en otros ojos, de sentirse querido. 

La la land ganó seis Oscar, incluido el premio a mejor director para Damien Chazelle, el de mejor actriz para Emma Stone, mejor diseño de producción, mejor fotografía y, por supuesto, mejor banda sonora y mejor canción (City of stars). Es una cinta maravillosa que, en parte, ha sido víctima de su propio éxito. Fue tal el clamor de la crítica, rendida a sus pies, tan arrollador su triunfo en los Globos de Oro, que se dispararon las expectativas con esta película. Y, llegados a ese punto, parecen quedar sólo dos opciones: dejarse llevar por la corriente de elogios y encumbrar al filme poco menos que como una cinta que cambiará la historia del cine o, mejor aún, puesto que parece que todo el mundo está rendida a las virtudes del filme, atacarla sin piedad y defender con determinación que no es para tanto, que es una cinta sobrevalorada. 

Parece imposible hacer un juicio de la cinta despojado de todo lo que la rodea. Pero, haciendo el esfuerzo, es una película notable, que vale la pena ya sólo por la escena inicial y por el febril comienzo. La historia, dos artistas que persiguen sus sueños, se ha visto otras veces, pero es una cinta muy bella de ver, con una pareja protagonista con una química impresionante. Es un musical sin complejos, pero a la vez no es un musical convencional. A ratos, la cinta se contradice a sí misma, pero deja un poso hermoso, que reivindica la belleza y recupera un género que languidecía. 

Parecía cantado el triunfo de Casey Affleck como mejor actor por su papel protagonista en Manchester frente al mar. que aún tengo pendiente de ver y de la que no puedo opinar. El Oscar al mejor actor secundario se lo llevó Mahershala Alí, por su papel de protector de Chiron en Moonlight, un personaje complejo, con aristas. Viola Davis fue reconocida como mejor actriz secundaria por Fences. La mejor película de habla no inglesa fue la iraní El viajante, que brindó uno de los momentos más críticos con Donald Trump, a quien apenas se mencionó, pero de quien se habló a menudo, por su política racista. En la categoría de mejor documental ganó O.J Made in america; Zootrópolis, de Disney, ganó como mejor película de animación y el español Juanjo Giménez no consiguió el Oscar como mejor corto con Timecode, aunque vivió la experiencia de llegar hasta allí, la gran fiesta del cine. 

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