Carlos III y Madrid

Carlos III, el rey ilustrado, es conocido también como el mejor alcalde de Madrid. El monarca (1716-1788), representante del despotismo ilustrado (todo por el pueblo, pero sin el pueblo) modernizó el país, tanto que sufrió el motín de Esquilache, en protesta contra algunas de las medidas modernizadoras que aprobó su ministro de Hacienda, el marqués de Esquilache. Sin plantearse eliminar el absolutismo, Carlos III no dio la espalda a la Ilustración, el movimiento más renovador de la época. del que todos somos hijos, en cierta medida. Reformó la educación, para que se centrara más en la ciencia y la investigación que en la Iglesia, promulgó un reparto más equitativo de las tierras, reorganizó al ejército, extendió a las grandes ciudades los servicios de alumbrado y de recogida de basuras. concedió la libertad de residencia a los gitanos y prohibió el uso de esta palabra para evitar la discriminación... Fue un rey de su tiempo, pero fue el monarca más ilustrado que tuvo España. Nada que ver, desde luego, con su hijo, Carlos IV, que reaccionó dando marcha atrás a cualquier apertura a las ideas ilustradas tras el surgimiento de la Revolución Francesa. apenas un año después de la muerte de Carlos III. 


No fue, en fin, un rey excelente, pero sí es de los monarcas españoles que se pueden recordar sin bochorno, y con cierto atisbo de admiración o reconocimiento. Entre las muchas medidas modernizadoras de Carlos III, insistimos, una modernidad para si tiempo, naturalmente, no desde el punto de vista de nuestra época, está el relanzamiento de Madrid como capital de España. El monarca pasó a la historia como el mejor alcalde de Madrid porque promovió obras públicas de gran envergadura, la construcción de monumentos y centros que aún perduran hoy y configuran la ciudad. Él implantó el alumbrado y se encargó de construir grandes paseos y avenidas en Madrid. 



En 2016 se celebró, como se suelen celebrar en España esta clase de efemérides, el tercer centenario del nacimiento de Carlos III. Por esta razón, la Comunidad de Madrid ha decidido estas Navidades que el hilo conductor de su tradicional belén sea, precisamente, el monarca ilustrado, el mejor alcalde de Madrid. Con la maestría artesanal de siempre, la Asociación de Belenistas de Madrid ha compuesto un nacimiento maravilloso. Está abierto, en la sede de la Comunidad, hasta el día 5 de enero, así que si vivís en Madrid o estáis pasando unos días por la ciudad tenéis la oportunidad aún de visitarlo. No defraudará. Porque va más allá del tradicional belén. Cuidado hasta el más mínimo detalle (hay belenes dentro de las casas, o escenas cotidianas en calles escondidas tras edificios), es una obra de arte que, además, sirve para recordar la historia de la ciudad y, en definitiva, de España. Es un buen primer propósito del año, o último de las Navidades, como se prefiera. 


En el belén aparecen, además de las figuras habituales de la escenografía clásica de los belenes (los reyes magos, el pesebre, los pastores que acuden a adorar al niño...), los principales edificios y monumentos que impulsó Carlos III o cuyas obras de construcción terminaron bajo su reinado. Y sirve esta hermosa composición para recordar la importancia suprema que tuvo la labor del monarca ilustrado en la modernización de Madrid. 

Entre otros monumentos, el imponente Palacio Real, que ordenó construir el padre de Carlos III, Felipe V, pero al que dio un impulso aquel, pues puso las obras del proyecto en manos de Francisco de Sabatini (en su honor, llevan su nombre los jardines próximos a Palacio) y fue el primer rey en vivir en esas instalaciones, que sustituyeron al alcázar que se destruyó en un gigantesco incendio en 1734. También son del tiempo de Carlos III, fruto de su labor modernizadora de Madrid, la Basílica de San Francisco el Grande, la Iglesia de San Ginés (donde los belenista sitúan el nacimiento), la Real Casa de Correos (sede de la Comunidad, y donde se exhibe el propio belén) la Puerta de Alcalá, el Real Gabinete de Historia Natural (que hoy es la sede del Museo del Prado), el Real Observatorio Astronómico, la Puerta de Alcalá y la fuente de la Cibeles. Es una forma excelente de conjugar la Navidad y la historia. Una muestra excepcional. 

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