Cumbre del Clima en Marrakech

Esta semana, las petroleras y mineras de combustibles fósiles como el carbón festejaron con exultantes subidas bursátiles el triunfo de Donald Trump en Estados Unidos, mientras que las empresas de energías renovables se vieron fuertemente castigadas en el mercado. Es un indicativo de la amenaza que supone para la lucha contra el cambio climático la victoria del millonario, presidente electo de Estados Unidos. Sencillamente, porque no puede combatir con el cambio climático quien no cree en su existencia. Quedan pocos escépticos del cambio climático, el gran reto mundial de nuestra generación, pero resulta que uno de ellos ocupará la Casa Blanca desde enero. Precisamente esta semana comenzó en Marrakech la Cumbre del Clima que debe concretar los detalles del histórico acuerdo de la Cumbre de París, en la que hace un año el antecesor en el cargo de Trump, Barack Obama, declaró que "es el acuerdo más ambicioso de la historia de la lucha contra el cambio climático". Y lo fue, pero ahora necesita el compromiso de todos los países y, sin duda, Estados Unidos es fundamental. 

Trump ha declarado reiteradamente su preferencia por los combustibles fósiles y su escepticismo sobre el cambio climático. Veremos qué cumple de lo que prometió en campaña, pero el millonario es partidario de eliminar cualquier traba al shale oil, el petróleo de esquisto, que se extrae mediante un método muy agresivo y dañino para el medio ambiente. No cree en la apuesta por las energías renovables, ni considera que se deba hacer pagar a las empresas más contaminantes. El Protocolo de Kioto, antecesor del acuerdo de París, nació muerto por la falta de apoyo de China y Estados Unidos. Aunque el pacto parisino es mejorable, como recuerdan con acierto las ONG ecologistas, el paso adelante con Obama en la Casa Blanca fue incuestionable. Antes que él, Bush ni sabía ni quería saber nada del cambio climático. La llegada de Trump al poder puede ser un retroceso.

El triunfo del candidato republicano en las elecciones estadounidenses es sólo uno de los retos al acuerdo de París, cuyo principal compromiso es reducir las emisiones contaminantes para contener a dos grados el aumento de la temperatura este siglo. Para ello, los países desarrollados se comprometieron a destinar 100.000 millones de dólares, "para la mitigación y la adaptación de aquí a 2020, y a que, a la vez, aumenten significativamente la financiación para la adaptación con respecto a los niveles actuales y presten un apoyo adecuado en forma de tecnología y fomento de la capacidad" a los países emergentes. 

Este año, la cumbre del clima, que recibirá a los mandatarios de más alto rango a partir de la próxima semana, se celebra en Marrakech. Y el hecho de que una ciudad africana acoja este encuentro es positivo, pues pone el foco en probablemente el continente que menos ha contribuido al calentamiento global, pero el que más lo está sufriendo. Como recordó Ségolène Royal en la apertura de la cumbre, de los 50 países más afectados por el cambio climático, 36 son africanos. No es, en absoluto, esa la misma proporción que hay entre los países más contaminantes. De ahí la necesidad de los países desarrollados se comprometan a ayudar a los emergentes y subdesarrollados. 

"Los países más ricos viven como si hubiera habido tres planetas, pero los países pobres lo hacen como si ya no hubiera más. El cambio climático en este continente es el más cruel y el más injusto"; dijo la ministra francesa. También es justo reconocer el papel de Francia en el acuerdo logrado hace un año. No se limitó el país galo a ser la sede de la Cumbre del Clima más trascendente de las últimas décadas, sino que dio un impulso político enorme, como reconocieron las responsables de la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el cambio climático y el acuerdo de París al recoger hace unas semanas el Premio Princesa de Asturias de Cooperación Internacional. Especialmente Laurent Fabius, ministro de Exteriores francés. 

El presidente de la Cumbre del Clima de Marrakech es el ministro marroquí de Exteriores Salahedin Mezuar, quien quiso lanzar un mensaje optimista en el comienzo de esta reunión, tan en segundo plano mediático, por la cobertura a las elecciones estadounidenses. Si París dio al mundo un pacto que compromete a los gobiernos, Marrakech es una nueva sesión que pondrá a todas las partes a trabajar". La Cumbre concluirá el día 18. Será entonces cuando sabremos cuánto se ha avanzado. Son ya 100 países los que han ratificado el Acuerdo de París, por encima del 55% necesario para hacerse efectivo. Pero ahora se trata de concretar los compromisos financieros y de impulsar proyectos de desarrollo sostenible. La amenaza sigue presente y el tiempo corre en nuestra contra. 

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