Mujeres y deporte

Los Juegos Olímpicos son el evento donde más visibilidad mundial se da al deporte femenino. En ninguna otra ocasión, hombres y mujeres compiten bajo la misma atención mediática, con la lucha por las medallas como reto común e incluso con pruebas mixtas, como en el tenis, en muchos aspectos, abanderado de la igualdad (los premios económicos en los torneos son iguales para los y las tenistas). Y sin embargo, también durante la cita olímpica queda patente el desigual seguimiento mediático a las competiciones y deportistas en función de si los protagonistas son hombres o mujeres. Una realidad difícilmente cuestionable que va mucho más allá del hecho de que el deporte femenino sea menos seguido que el masculino. No es sólo que se hable menos de mujeres deportistas que de sus homólogos masculinos. Es que, cuando se hace, no se emplea el mismo rasero, ni se siguen los mismos criterios. 


La Universidad de Cambridge ha publicado un estudio, del que informó ayer eldiario.es, muy relevador sobre la desigualdad en el trato al deporte femenino. Para empezar, en los medios y las redes sociales se habla tres veces del deporte practicado por hombres, hasta el punto de que se da por hecho cuando se menciona al fútbol que se está hablando del fútbol masculino. Si no es así, se añade el adjetivo "femenino". Pero, por norma, el deporte es el de ellos. Siendo esto relevante, no es lo más demoledor del estudio. Por ejemplo, el término "chicas" (girls, en inglés) se emplea mucho más que el de "chicos". Para hablar de un equipo de baloncesto, ellos serán nombrados como "hombres", pero para hablar de ellas se empleará incluso el término "señoras" (ladies) el doble de veces más que el de "señores" ("gentlemen"). 

Hay más. Y peor todavía. Los términos que más se emplean para hablar de deportistas mujeres son, entre otros, "madura", "embarazada", "casada" y "soltera". Seguro que lo han adivinado. Para hablar de los deportistas hombres no se recurre a cuestiones de su vida personal. De ellos se dice, sobre todo, que son "rápidos", "fuertes" o "grandes". Por supuesto, es mucho más frecuente, como confirma este estudio de la Universidad de Cambridge, publicar informaciones (por llamarlo de algún modo) sobre la vestimenta o la vida privada de las deportistas que de sus colegas hombres. 

Que el machismo es una realidad en el mundo del deporte, y no sólo, es una evidencia, que observa todo aquel con ojos en la cara y una mínima sensibilidad con la igualdad real entre hombres y mujeres. Y seguro que habrá quien diga, no sin parte de razón, que no es preciso elaborar un estudio académico. Basta, en efecto, con navegar por las webs de los medios. Esas que, como informaciones previas a los Juegos, han elaborado fotogalerías con las deportistas más atractivas de la cita olímpica. O los que informan de la medalla de Cory Codgell en tiro resaltando que la deportista es mujer de un jugador de fútbol americano. O los que añaden el adjetivo "lésbico", bien sonoro, al matrimonio de una deportista que pidió la mano de su chica, una voluntaria de los Juegos, en la pista en Río, porque lo de informar sin más de esa escena romántica, sin resaltar de forma clara en portada que se trata una historia de amor entre dos mujeres, no debe de entrar en los planes de los medios. 

Sí, hay machismo en el deporte. Y es necesario que se estudie en las universidad y que se hable de ello en los medios. No sólo eso. También todos, pero los periodistas en mayor medida, deberíamos reflexionar sobre esos tics machistas que invaden el vocabulario. Y las palabras importan. Mucho. Lo que se dice y lo que se deja de decir. Este estudio de la universidad británica nos lo recuerda. Si ellas son "chicas", entonces ellos también son "chicos". O mejor. Ellas son sencillamente deportistas, exactamente igual que ellos. Los Juegos Olímpicos despiertan en muchos, entre quienes me incluyo, una fascinación enorme. Y en parte es también porque en ningún otro momento del año disfrutamos tanto con el deporte femenino. Con la excelencia en la piscina de Mireia Belmonte, con la garra en la pista de tenis de Garbiñe Muguruza, con la calidad de la selección española de baloncesto femenino, con la sincronizada... Además, ellas llevan tiempo siendo las que más alegrías dan al deporte español. Los Juegos han de servir también como plataforma del deporte femenino y para tomar nota de todo lo que aún queda por avanzar en la igualdad, también en el ámbito deportivo. 

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