Mireia Belmonte sostiene a España en Río

Los más trasnochadores lo vivieron en directo, pegados al televisor de madrugada, como corresponde por estas fechas cada cuatro años. El resto nos hemos enterado al despertar hoy. Mireia Belmonte alcanzó ayer la gloria en su prueba preferida, los 200 mariposa. Se llevó el oro, su segunda medalla en Río tras el bronce en los 400 metros estilo, su cuarta presea olímpica, después de las dos platas que se llevó en Londres 2012, en 1.500 libres y en el 4x200 libres. Es probablemente la mejor deportista española de todos los tiempos. Siempre combativa, con su sonrisa en la boca, con la vitalidad y la energía contagiosas, ayer logró también la segunda medalla para España en estos Juegos, pues sus dos metales son los únicos logrados hasta la fecha por la delegación española. 


Ganó en su prueba predilecta, la que mejor se le da, la que más le gusta. La nadadora nacida en Badalona se planteó Río como un reto colocal, participando en cinco pruebas. Los deportes como el suyo, con distintas disciplinas, ofrecen auténticas maratones. Distintas distancias. Rivales diferentes. Estilos variados. Cinco pruebas de las que, de momento, ha participado en tres, dos de ellas con medalla. Había logrado ya tres preseas en unos Juegos, pero nunca antes el oro. Ya es campeona olímpica, algo, declaró ayer, con lo que había soñado siempre. Por el simbolismo que tiene. Por tocar la gloria en su dedicación. Por el reconocimiento al trabajo bien hecho. Por la inmensa satisfacción. Sonó por vez primera el himno español en las instalaciones olímpicas de la capital brasileña, y lo hizo en honor de Mireia Belmonte, la reina de la piscina, la deportista española más laureada en los Juegos. 

La piscina olímpica está siendo el gran foco de atención de estos primeros días de competición en Río. Desde luego, para los aficionados españoles, ávidos a la caza de medalla, pues sólo Mireia Belmonte ha conseguido de momento sumar al medallero de la delegación patria, que ha acariciado los metales en varias pruebas, como el ciclismo ayer mismo, con Jonathan Castroviejo cuarto, a apenas cuatro segundos del bronce. 

Además de la atención que despiertan, lógicamente los deportistas españoles, la piscina es también el escenario del regreso triunfal a la competición de Michael Phelps, la mayor leyenda del olimpismo, que suma ya 25 medallas en los Juegos, las tres últimas, de oro, en Río, en las disciplinas de 200 metros mariposa (la misma en la que se proclamó ayer campeona olímpica Mireia Belmonte), el relevo de 4x200 y el de 4x100. El nadador estadounidense es el deportista con más medallas en la historia de los Juegos. Un mito. 

Y, por supuesto, muchos otros deportes siguen atrayendo las miradas del mundo hacia Río. Como el tenis, donde Rafa Nadal avanza decidido hacia las medallas. O el baloncesto, donde el equipo de Gasol, Navarro, Llull y compañía ha comenzado con dos derrotas, lo que le obliga a ganar todos los partidos que quedan de la primera fase, empezando por el de hoy frente a Nigeria, si quiere seguir en la competición. O la gimnasia artística, de la que uno sabe aún menos que de todo lo que he hablado hasta ahora en este artículo, pero que me fascina por los asombrosos ejercicios de esos hombres y mujeres de goma que desafían la fuerza de la gravedad con sus acrobacias. Los Juegos, en fin. Deportes desconocidos, minoritarios, en el primer plan. Y Mireia Belmonte, de oro, sosteniendo a la delegación española. Sigue la fiesta olímpica. 

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